—Bueno, ?y quien crees tu que escribio esas cosas sobre papa? —pregunto, sintiendose temerario.
Ruth se volvio para mirarlo con cara de furia.
—No lo se —respondio—, pero, fuera quien fuese, su comportamiento fue cobarde y despreciable. Todo el mundo tiene algo que ocultar. ?Que pasaria si tu padre colgara en internet cosas que sabe de la gente? Pero el no haria una cosa asi.
—Iria contra su codigo moral, ?verdad?
—?No conoces a tu padre tan bien como crees! —exclamo Ruth con lagrimas en los ojos—. Sal de aqui… vete a hacer los deberes… lo que sea, no me importa, pero ?vete!
Andrew volvio a su habitacion muerto de hambre, porque habia bajado a la cocina en busca de algo de comer, y paso un buen rato tendido en la cama, preguntandose si habria sido un error colgar aquel mensaje, y cuanto dano tendria que hacerle Simon a algun miembro de la familia para que su madre comprendiera que no se regia por ningun codigo moral.
Entretanto, en el estudio de su casa, a kilometro y medio de Hilltop House, Shirley Mollison intentaba recordar como se borraba un mensaje del foro. Los mensajes eran poco frecuentes y solia dejarlos donde estaban, a veces hasta tres anos. Por fin, del fondo del archivador que habia en un rincon, saco la sencilla guia para la administracion del sitio web que habia elaborado ella misma al principio y, tras varias meteduras de pata, consiguio borrar las acusaciones contra Simon. Lo hizo solo porque se lo habia pedido Ruth, que le caia bien, y no porque creyera que le incumbia alguna responsabilidad en el asunto.
Pero suprimir aquel mensaje no equivalia a borrarlo de la conciencia de quienes tenian un interes ferviente y personal en la contienda por la plaza de Barry. Parminder Jawanda lo habia copiado en su ordenador, y no paraba de abrirlo para someter cada frase al riguroso examen de un forense que analiza fibras en un cadaver, en busca de indicios del ADN literario de Howard Mollison. El seguramente habria intentado disimular su particular forma de redactar, pero Parminder creia reconocer su pomposidad en «no le son desconocidas las medidas para abaratar los costes» y en «podra poner sus numerosos y utiles contactos a disposicion del concejo».
—Minda, tu no conoces a Simon Price —dijo Tessa Wall.
Colin y ella cenaban con los Jawanda en la cocina de la antigua vicaria, y Parminder habia sacado el tema casi en el instante en que habian cruzado el umbral.
—Es un hombre muy desagradable —continuo Tessa—, cualquiera podria guardarle rencor. De verdad, no creo que se trate de Howard Mollison. No consigo verlo haciendo algo tan burdo.
—Abre los ojos, Tessa —contesto Parminder—. Howard haria cualquier cosa para asegurarse de que Miles salga elegido. Espera y veras. Luego ira a por Colin, ya lo veras.
Tessa vio como los nudillos de la mano con que Colin sujetaba el tenedor se le ponian blancos, y lamento que Parminder no pensara un poco antes de hablar. Ella conocia mejor que nadie los puntos debiles de Colin: era quien le recetaba el Prozac.
Vikram estaba sentado a la cabecera de la mesa sin decir nada. Su hermosa cara esbozo con naturalidad una sonrisa ligeramente sardonica. Tessa siempre se sentia intimidada por el cirujano, como le pasaba con todos los hombres muy atractivos. Aunque Parminder era una de sus mejores amigas, apenas conocia a Vikram, que trabajaba muchas horas y no se involucraba tanto como su mujer en los asuntos de Pagford.
—Os he contado lo del orden del dia, ?no? —prosiguio Parminder, lanzada—. ?El de la proxima reunion? Howard presenta una mocion sobre los Prados, para que se la transmitamos al comite de Yarvil que estudia la revision del limite territorial, y, por si fuera poco, otra mocion para que la clinica de toxicomanos sea desalojada del edificio. Quiere que todo se haga deprisa y corriendo, mientras la plaza de Barry este aun sin cubrir.
Parminder no paraba de levantarse de la mesa para ir por cosas, y abria mas armarios de los necesarios, distraida y con la cabeza en otro sitio. En dos ocasiones olvido para que se habia levantado y volvio a sentarse con las manos vacias. Entre sus espesas pestanas, Vikram la observaba moverse de aqui para alla.
—Anoche llame a Howard —explico ella— y le dije que deberiamos esperar a que el concejo vuelva a contar con la totalidad de concejales para votar sobre cuestiones de tanta importancia. Se echo a reir. Dice que no podemos esperar. Segun el, con la revision territorial tan cerca, en Yarvil necesitan conocer nuestra opinion. En realidad, tiene miedo de que Colin consiga la plaza de Barry, porque entonces no lo tendra tan facil para colarnoslo todo. He mandado correos electronicos a todos los que creo que estan de nuestro lado, a ver si pueden presionarlo para postergar las votaciones hasta la siguiente reunion…
»El Fantasma de Barry Fairbrother —anadio entonces casi sin aliento—. Que cabron. No va a utilizar la muerte de Barry para vencerlo, si yo puedo evitarlo.
A Tessa le parecio ver la sombra de una mueca en los labios de Vikram. La vieja guardia de Pagford, liderada por Howard Mollison, le perdonaba a Vikram lo que no podia perdonarle a su esposa: la tez morena, la inteligencia y el bienestar economico (todo lo cual, en opinion de Shirley, les causaba cierto placer). A Tessa le parecia tremendamente injusto, porque Parminder se tomaba muy en serio cada aspecto de su vida en Pagford: los festivales escolares, las ventas de pasteles beneficas, su consulta medica y el concejo parroquial, y sin embargo su recompensa era la implacable aversion de la vieja guardia; a Vikram, que rara vez participaba en nada, esa misma gente lo adulaba y halagaba, dandole el visto bueno con aires de amos y senores.
—Mollison es un megalomano —prosiguio Parminder mientras removia la comida en el plato con nerviosismo—. Un maton y un megalomano.
Vikram dejo los cubiertos y se arrellano en la silla.
—?Y como es que se conforma con ser presidente del concejo parroquial? —quiso saber—. ?Por que no ha intentado meterse en la junta comarcal?
—Porque piensa que Pagford es el epicentro del universo —refunfuno su mujer—. No lo entiendes: no cambiaria su cargo de presidente del Concejo Parroquial de Pagford por el de primer ministro. Ademas, no le hace ninguna falta estar en la junta de Yarvil; ya tiene a Aubrey Fawley alli, batallando en las cuestiones de mayor calado. Ya esta calentando motores para la revision del perimetro territorial. Trabajan en equipo.
Para Parminder, la ausencia de Barry era como un fantasma en la mesa. El le habria explicado todo aquello a Vikram y ademas lo habria hecho reir; Barry era un magnifico imitador de los discursos de Howard, de sus andares de pato, de sus repentinas interrupciones gastrointestinales.
—No ceso de decirle a Parminder que se estresa demasiado con todo esto —le comento Vikram a Tessa, quien se sorprendio, ruborizandose un poco al ser el blanco de aquellos ojos oscuros—. ?Sabes ya lo de esa estupida queja, lo de la anciana con enfisema?
—Si, Tessa lo sabe. Lo sabe todo el mundo. ?Tenemos que discutirlo en la mesa? —le espeto Parminder, y se levanto de golpe para recoger los platos.
Tessa hizo ademan de ayudarla, pero ella le ordeno que no se moviera. Vikram le brindo a Tessa una sonrisita de solidaridad que a esta le produjo un hormigueo en el estomago. No pudo evitar recordar, mientras Parminder trajinaba en torno a la mesa, que el de Vikram y Parminder era un matrimonio concertado.
(—Solo se trata de que la familia hace la presentacion —le habia contado Parminder en los primeros tiempos de su amistad, a la defensiva y un poco molesta por algo que habia visto en la cara de Tessa—. Nadie te obliga a casarte.
Pero, en otras ocasiones, le hablo de lo mucho que la habia presionado su madre para que consiguiera un marido.
—Todos los padres sij quieren ver casados a sus hijos. Es una obsesion —explico Parminder con amargura.)
Colin no lamento que le arrebataran el plato. Las nauseas que le revolvian el estomago eran aun peores que a su llegada a la antigua vicaria. Se sentia tan ajeno a los otros tres comensales que era como estar dentro de una gruesa burbuja de cristal. La sensacion de hallarse encerrado en una gigantesca esfera de preocupacion viendo pasar sus propios temores, que le impedian ver el mundo exterior, le resultaba tristemente familiar.
Tessa no le ayudaba. Se mostraba fria y poco comprensiva respecto a su campana por la plaza de Barry, y lo hacia a proposito. El motivo de esa cena era que Colin pidiese su opinion a Parminder sobre los panfletos que habia impreso, en los que anunciaba su candidatura. Tessa se negaba a implicarse y de esa forma le impedia hablar con ella del temor que lo estaba asfixiando. Le estaba negando una via de escape.
En un intento de emular la frialdad de su mujer, fingiendo que, despues de todo, no se estaba derrumbando por culpa de una presion autoimpuesta, Colin no le habia mencionado a Tessa la llamada del