—Para, Fergus —pidio Mary, y se sento a la mesa de la cocina—. No lo soporto. En serio, no puedo. Y por si fuera poco, hoy han publicado su articulo en el periodico.

Se tapo la cara con las manos y lloro en silencio; Gavin vio el periodico local encima de la mesa. El nunca lo leia. Sin preguntar, fue al armario a prepararle una copa a Mary.

—Gracias, Gav —dijo ella con voz nasal cuando el le llevo el vaso.

—Podria ser Howard Mollison —especulo Gavin, y se sento a su lado—. Por lo que Barry decia de el.

—No lo creo —repuso Mary, secandose las lagrimas—. Es algo tan cruel. Nunca hizo nada parecido cuando Barry… —hipo un poco— vivia. —Y entonces le espeto a su hijo—: Tira ese periodico, Fergus.

El chico la miro, dolido y confuso.

—Pero si sale el articulo de papa…

—?Tiralo! —insistio Mary con un deje de histeria en la voz—. ?Si quiero puedo leerlo en el ordenador! ?Lo ultimo que hizo tu padre antes de morir, el dia de nuestro aniversario de boda!

Fergus cogio el periodico de la mesa y se quedo un momento de pie, observando a su madre, que volvio a ocultar la cara entre las manos. Entonces, tras mirar brevemente a Gavin, salio de la cocina con el Yarvil Gazette.

Al cabo de un rato, cuando Gavin considero que el chico ya no volveria, le puso una mano en el brazo con gesto consolador. Se quedaron un rato alli sentados, en silencio. Gavin se sentia mucho mejor ahora que el periodico ya no estaba encima de la mesa.

II

Parminder no trabajaba a la manana siguiente, pero tenia una reunion en Yarvil. Cuando sus hijos se marcharon al colegio, inicio un metodico recorrido por la casa para asegurarse de que tenia todo lo que necesitaba, pero cuando sono el telefono, se sobresalto tanto que se le cayo el bolso al suelo.

—?Si? —respondio casi con voz de alarma.

Tessa, al otro lado de la linea, se sorprendio.

—Hola, Minda. Soy yo. ?Estas bien?

—Si, si, es que me he asustado al oir el telefono —explico Parminder mientras contemplaba el suelo de la cocina, donde se habian esparcido llaves, papeles, monedas y tampones—. ?Que pasa?

—No, nada. Solo llamaba para charlar. Para saber como estas.

El tema del mensaje anonimo colgaba entre ellas dos como un monstruo burlon que se columpiara del hilo del telefono. El dia anterior, Parminder apenas habia dejado hablar del tema a Tessa cuando la habia llamado. Le habia gritado: «?Es mentira, es todo mentira, y no me vengas con que no ha sido Howard Mollison!»

Tessa no habia querido insistir.

—Ahora no puedo hablar —dijo Parminder—. Tengo una reunion en Yarvil. Una revision del caso de un nino que esta en el registro de poblacion de riesgo.

—Ah, vale. Perdona. ?Te llamo mas tarde?

—Si. Vale, perfecto. Adios.

Recogio el contenido del bolso y salio precipitadamente de la casa; tuvo que volver corriendo desde la cancela del jardin para comprobar si habia cerrado bien la puerta. Ya al volante de su coche, de vez en cuando se daba cuenta de que no recordaba haber recorrido el ultimo kilometro, y se hacia el firme proposito de concentrarse. Pero el malicioso mensaje anonimo seguia atormentandola. Ya se lo sabia de memoria.

La concejala Dra. Parminder Jawanda, que se las da de preocuparse tanto por los pobres y necesitados de la region, siempre ha tenido una motivacion secreta. Hasta el dia de mi muerte estuvo enamorada de mi, y cuando me veia no podia disimular sus sentimientos. Votaba siempre lo que yo le decia en todas las reuniones del concejo. Ahora que no estoy, no sera de utilidad como concejala, porque se ha vuelto loca.

Lo habia visto por primera vez la manana anterior, al abrir la web del concejo para revisar las actas de la ultima reunion. La conmocion habia sido casi fisica: empezo a respirar de forma rapida y superficial, como en los momentos mas dificiles del parto, cuando intentaba situarse por encima del sufrimiento, distanciarse del doloroso presente.

Ya debia de saberlo todo el mundo. No podia esconderse.

La asaltaban pensamientos extranos. Por ejemplo, que habria dicho su abuela de que hubieran acusado a Parminder en un foro publico de amar al marido de otra mujer, y un gora, para colmo. Casi podia ver a bebe tapandose la cara con un pliegue del sari, sacudiendo la cabeza, meciendose adelante y atras como solia hacer cuando la familia recibia un duro golpe.

—Algunos maridos —le habia dicho Vikram la noche anterior, con una nueva y extrana mueca en su sardonica sonrisa— querrian saber si es verdad.

—?Claro que no es verdad! —habia replicado Parminder tapandose la boca con una mano temblorosa—. ?Como puedes preguntarme eso? ?Claro que no! ?Tu lo conocias! ?Eramos amigos, solo amigos!

Paso por delante de la Clinica Bellchapel para Drogodependientes. ?Como podia haber llegado tan lejos sin darse cuenta? Era un peligro. Conducia sin prestar atencion.

Recordo la noche en que Vikram y ella habian ido a cenar a un restaurante, hacia casi veinte anos, para celebrar su decision de contraer matrimonio. Ella le habia explicado el jaleo que habia armado su familia el dia que Stephen Hoyle la habia acompanado a casa, y el habia estado de acuerdo en que era una tonteria pueblerina. Entonces el lo habia entendido. Pero no lo entendia ahora que era Howard Mollison quien la acusaba, en lugar de sus retrogrados parientes. Por lo visto, Vikram no se daba cuenta de que los goras podian ser estrechos de miras, falsos y maldicientes…

Se habia pasado el desvio. Tenia que concentrarse. Tenia que prestar atencion.

—?Llego tarde? —pregunto, cuando por fin cruzo el aparcamiento y camino hacia Kay Bawden.

Ya conocia a la asistente social, porque habia ido a su consulta para pedir la renovacion de su receta de anticonceptivos.

—No, no —dijo Kay—. He pensado que seria mejor que la acompanara hasta el despacho, porque esto es un laberinto…

El edificio de los Servicios Sociales de Yarvil era un feo bloque de oficinas de los anos setenta. Camino de los ascensores, Parminder se pregunto si Kay sabria lo del mensaje anonimo aparecido en la pagina web del concejo, o lo de la queja presentada contra ella por la familia de Catherine Weedon. Imagino que al abrirse las puertas del ascensor se encontraria con una fila de hombres trajeados, esperando para acusarla y condenarla. ?Y si aquella revision del caso de Robbie Weedon solo era una artimana y en realidad se dirigia hacia su propio juicio?

Kay la guio por un pasillo lugubre y desierto hasta una sala de reuniones. Dentro habia tres mujeres que la saludaron con una sonrisa. Kay inicio las presentaciones:

—Esta es Nina. Asiste a la madre de Robbie en Bellchapel —dijo, y se sento de espaldas a las ventanas con persianas de lamas—. Gillian es mi supervisora. Louise Harper es la supervisora de la guarderia de Anchor Road. La doctora Parminder Jawanda es la medica de cabecera de Robbie —anadio.

Parminder acepto un cafe. Las otras cuatro mujeres se pusieron a hablar sin incluirla en la conversacion.

(«La concejala Dra. Parminder Jawanda, que se las da de preocuparse tanto por los pobres y necesitados de la region…»

«Que se las da de preocuparse tanto.» Howard Mollison, que cabron eres. Pero siempre la habia tenido por una hipocrita; Barry ya lo decia.

—Como provengo de los Prados, Howard cree que quiero que la gente de Yarvil invada Pagford. Pero tu eres una profesional de clase media, y por eso considera que no tienes ningun derecho a estar a favor de los Prados. Cree que eres una hipocrita o que creas problemas por mera diversion.)

—… no entiendo por que a esa familia le corresponde un medico de cabecera de Pagford —dijo una de las asistentes sociales desconocidas, cuyos nombres ya habia olvidado.

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