V

Shirley Mollison estaba convencida de que su marido y su hijo exageraban el peligro que suponia para el concejo dejar los mensajes del Fantasma colgados en la web. No le parecian peores que cotilleos y, que ella supiera, de momento la ley no los sancionaba; tampoco creia que la ley fuera tan absurda y poco razonable como para castigarla a ella por algo escrito por otra persona: seria manifiestamente injusto. Por orgullosa que se sintiera del titulo de abogado de su hijo, estaba segura de que en ese asunto se equivocaba.

Ahora comprobaba el foro incluso con mayor frecuencia de la recomendada por Miles y Howard, pero no porque temiera las consecuencias legales. Tenia la certeza de que el Fantasma de Barry Fairbrother no habia cumplido aun con el cometido que se habia impuesto, aplastar a los pro-Prados, y queria ser la primera en leer su siguiente mensaje. Se escabullia varias veces al dia a la antigua habitacion de Patricia y abria la pagina. En ocasiones sentia un estremecimiento mientras pasaba el aspirador o pelaba patatas, y corria hacia el estudio, solo para llevarse una nueva decepcion.

Shirley sentia un vinculo unico y secreto con el Fantasma. El habia escogido su web como foro donde exponer la hipocresia de los oponentes de Howard, y ella creia que eso le daba derecho a sentir el orgullo del naturalista que ha construido un habitat donde se digna anidar una especie poco comun. Pero habia algo mas. Shirley disfrutaba con la ira del Fantasma, con su sana y su audacia. Se preguntaba quien seria, e imaginaba a un hombre fuerte y misterioso que estaba de parte de Howard y ella, que los apoyaba y les abria camino entre sus oponentes, que iban cayendo a medida que el Fantasma los segaba con la guadana de las feas verdades que ellos ocultaban.

De algun modo, ningun hombre de Pagford parecia digno de ser el Fantasma, y la habria decepcionado enterarse de que era alguno de los anti-Prados que conocia.

—Suponiendo que sea un hombre —apunto Maureen.

—Bien visto —opino Howard.

—Yo creo que es un hombre —repuso Shirley con frialdad.

Cuando Howard se marcho a la cafeteria el domingo por la manana, Shirley, todavia en bata y con una taza de te en la mano, se dirigio de forma maquinal al estudio y abrio la pagina web.

Fantasias de un subdirector de instituto, colgado por El Fantasma de Barry Fairbrother.

Shirley dejo la taza con manos temblorosas, abrio el mensaje y lo leyo, boquiabierta. Luego corrio a la sala, cogio el telefono y llamo a la cafeteria, pero comunicaban.

Cinco minutos despues, Parminder Jawanda, que tambien se habia acostumbrado a abrir el foro del concejo con mayor frecuencia de la habitual, vio el mensaje. Al igual que Shirley, su reaccion inmediata fue descolgar el telefono.

Los Wall estaban desayunando sin su hijo, que aun dormia en la buhardilla. Cuando Tessa contesto, Parminder interrumpio su saludo.

—Hay un mensaje sobre Colin en la web del concejo. Haz lo que sea, pero no dejes que lo vea.

Los atemorizados ojos de Tessa se volvieron hacia su marido, que estaba a menos de un metro del auricular y habia oido las palabras de Parminder, pronunciadas con toda claridad.

—Luego te llamo —respondio Tessa y, colgando el auricular con mano temblorosa, dijo—: Colin, espera…

Pero el ya habia salido con determinacion de la sala, cabeceando y con los brazos rigidos a los costados. Tessa tuvo que correr para alcanzarlo.

—Quiza es mejor no mirar —lo insto Tessa cuando la mano grande y huesuda de Colin movio el raton sobre el escritorio—. O puedo leerlo yo y luego…

Fantasias de un subdirector de instituto

Uno de los hombres que confian en representar a la comunidad en el concejo parroquial es Colin Wall, subdirector del Instituto de Ensenanza Secundaria Winterdown. Es posible que a los votantes les interese saber que Wall, que impone una ferrea disciplina, tiene unas fantasias de lo mas inusuales. Al senor Wall le da tanto panico que un alumno pueda acusarlo de conducta sexual inapropiada que en muchas ocasiones ha tenido que pedir la baja para calmarse. El Fantasma solo puede especular sobre si habra llegado a tocar a algun alumno de primer curso, pero el fervor de sus febriles fantasias sugiere que, aunque no lo haya hecho, le gustaria hacerlo.

«Stuart», penso Tessa al instante.

La cara de Colin presentaba un tinte cadaverico al resplandor de la pantalla. Era el aspecto que Tessa imaginaba que tendria si sufria un derrame cerebral.

—Colin…

—Supongo que Fiona Shawcross lo ha ido contando por ahi —susurro.

La catastrofe que siempre habia temido se cernia sobre el. Aquello era el final de todo. Siempre habia imaginado que ingeriria una sobredosis de somniferos. Se pregunto si tendrian suficientes en casa.

Tessa, que se habia quedado momentaneamente desconcertada por la mencion de la directora, dijo:

—Fiona no haria… En cualquier caso, no sabe…

—Sabe que tengo un trastorno obsesivo-compulsivo.

—Si, pero no sabe lo que… lo que te da tanto miedo…

—Si, esta al corriente. Se lo conte la ultima vez que tuve que pedir la baja.

—?Por que? —salto Tessa—. ?Como demonios se te ocurrio contarselo?

—Quise explicarle por que era tan importante que me tomara unos dias libres —respondio casi humildemente—. Pense que necesitaba saber lo grave que era el asunto.

Ella tuvo que sofocar el impulso de gritarle. Eso explicaba la aversion con que Fiona trataba a Colin y hablaba de el; a Tessa nunca le habia gustado aquella mujer, a la que encontraba dura y poco comprensiva.

—Aun asi —dijo—, no me parece que Fiona tenga nada que ver…

—Directamente no —la interrumpio Colin, y se llevo una mano temblorosa al sudoroso labio superior—. Pero Mollison ha oido el cotilleo en algun sitio.

«No ha sido Mollison. Esto es Stuart cien por cien.» Tessa reconocia a su hijo en cada linea. La asombraba que Colin no lo viera, que no hubiese establecido la conexion entre el mensaje y la discusion del dia anterior, con el agravante de haberle pegado. «Ni siquiera ha podido evitar una pequena aliteracion. Debe de haberlos escrito todos el: el de Simon Price, el de Parminder.» Fue presa del espanto.

Pero Colin no pensaba en Stuart. Revivia pensamientos tan graficos como recuerdos, como impresiones sensoriales, ideas violentas e infames: una mano que palpaba y apretaba al pasar entre nutridos grupos de jovenes cuerpos; un grito de dolor, un joven rostro crispado. Y luego el preguntarse, una y otra vez, si lo habria hecho realmente, si lo habria disfrutado. No conseguia recordarlo. Solo sabia que no paraba de pensar en ello, de ver como ocurria, de sentir como ocurria. Carne tierna a traves de una fina blusa de algodon; agarrar, apretar, dolor y conmocion; una vulneracion. ?Cuantas veces? No lo sabia. Habia pasado largas horas preguntandose cuantos estudiantes sabian que el hacia eso, si se lo habian contado unos a otros, cuanto tiempo tardarian en desenmascararlo.

Como no sabia cuantas veces habia traspasado el limite y no podia confiar en si mismo, siempre que recorria los pasillos lo hacia cargado de papeles y carpetas para no tener las manos libres. Les gritaba a los alumnos arremolinados que se quitaran de en medio, que le dejaran paso. Pero no servia de nada. Siempre habia alguien rezagado que lo rozaba al pasar, que chocaba sin querer, y entonces, con las manos ocupadas, el imaginaba otras formas de contacto indecoroso: un codo que cambia de postura para rozar un pecho, un paso de lado para asegurarse el contacto corporal, una pierna casualmente enredada entre las de la chica.

—Colin —dijo Tessa.

Pero el se habia echado a llorar otra vez, con abruptos sollozos que estremecian su cuerpo grande y desgarbado. Ella lo rodeo con los brazos y sus lagrimas le humedecieron la mejilla.

A unos kilometros de distancia, en Hilltop House, Simon Price estaba sentado ante el nuevo ordenador de la familia en la sala. Ver a Andrew marcharse en bicicleta a su trabajo de fin de semana para Howard Mollison, ademas de haber tenido que pagar el precio de mercado por aquel ordenador, lo hacia sentirse irritable y victima

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