—Creo que Tessa sospecha de mi —habia dicho Fats con despreocupacion—. No para de mirarme como si supiera que fui yo.

—?Que vas a decir? —habia musitado Andrew, asustado.

Conocia el deseo de gloria y reconocimiento de Fats, y tambien su pasion por blandir la verdad como un arma, pero no estaba seguro de que su amigo comprendiera que el decisivo papel del propio Andrew en las actividades del Fantasma de Barry Fairbrother no debia salir jamas a la luz. Nunca le habia sido facil explicarle a Fats lo que suponia en realidad tener un padre como Simon, y ahora, de algun modo, costaba mas que nunca explicarle las cosas.

Espero a que el profesor de informatica hubiera pasado de largo y, cuando lo perdio de vista, busco Reading en internet. Comparado con Pagford, era enorme. Celebraba un festival de musica anual. Quedaba a poco mas de sesenta kilometros de Londres. Echo un vistazo al servicio de trenes; quiza fuera a la capital los fines de semana, como hacia ahora con el autobus a Yarvil. Pero todo le parecio irreal: el mundo que conocia se reducia a Pagford, y seguia sin poder imaginar a su familia viviendo en otro sitio.

A la hora de comer, Andrew salio del instituto en busca de Fats. En cuanto estuvo fuera de la vista, encendio un cigarrillo y, cuando volvia a meterse el mechero en el bolsillo, se llevo una alegria al oir una voz femenina que lo saludaba.

—Hola. —Gaia y Sukhvinder se le acercaron.

—Que tal —contesto Andrew, y exhalo el humo hacia un lado para no echarselo a la preciosa cara de Gaia.

Ultimamente, los tres tenian algo en comun que nadie mas compartia. Dos fines de semana en la cafeteria habian creado un fragil vinculo entre ellos. Conocian el repertorio de frases hechas de Howard y habian soportado el lujurioso interes de Maureen por sus vidas familiares; se habian burlado juntos de las arrugadas rodillas de su jefa bajo el uniforme de camarera demasiado corto y, como mercaderes en una tierra extranjera, habian intercambiado pepitas de informacion personal. Y asi, las chicas sabian que al padre de Andrew lo habian despedido; Andrew y Sukhvinder sabian que Gaia trabajaba para pagarse el billete de tren de vuelta a Hackney; y el y Gaia sabian que la madre de Sukhvinder detestaba que trabajara para Howard Mollison.

—?Donde esta tu amigo Fati? —pregunto Gaia cuando los tres echaron a andar juntos.

—Ni idea. No lo he visto.

—Bueno, no te pierdes nada —contesto Gaia—. ?Cuantos de esos te fumas al dia?

—No los cuento —dijo Andrew, alegrandose de su interes—. ?Quieres uno?

—No. No me gusta el tabaco.

El se pregunto si tampoco le gustaria besar a los chicos que fumaban. Niamh Fairbrother no se habia quejado cuando la habia besado con lengua en la discoteca del salon de actos.

—?Marco no fuma? —quiso saber Sukhvinder.

—No; siempre esta entrenando —contesto Gaia.

Para entonces, Andrew casi habia llegado a acostumbrarse a la existencia de Marco de Luca. Tenia ciertas ventajas que Gaia estuviera protegida, por asi decirlo, por una lealtad fuera de Pagford. El impacto de las fotografias de los dos juntos en el Facebook de Gaia se habia mitigado de tanto mirarlas. Y no creia que se hiciera meras ilusiones al pensar que los mensajes que ella y Marco se dejaban mutuamente eran cada vez menos frecuentes y menos amistosos. Claro que no podia saber que estaba sucediendo entre ellos por telefono o correo electronico, pero estaba seguro de que, cuando se mencionaba a Marco, Gaia parecia un poco abatida.

—Oh, ahi esta —dijo ella.

No era el apuesto Marco quien habia aparecido ante su vista, sino Fats Wall, que charlaba con Dane Tully delante del quiosco.

Sukhvinder freno en seco, pero Gaia la agarro del brazo.

—Puedes caminar por donde te de la gana —le recordo, tirando de ella suavemente, y entorno sus ojos verdes cuando se acercaron a donde estaban fumando Fats y Dane.

—Que tal, Arf —dijo Fats cuando los vio.

—Fats —respondio Andrew. Y tratando de evitar problemas, en especial que Fats se metiera con Sukhvinder delante de Gaia, anadio—: ?Recibiste mi mensaje?

—?Que mensaje? Ah, si… lo de Simoncete. O sea que te vas, ?no?

Lo dijo con una desdenosa indiferencia que Andrew solo pudo atribuir a la presencia de Dane Tully.

—Si, es posible.

—?Adonde te vas? —quiso saber Gaia.

—A mi padre le han ofrecido un empleo en Reading.

—?Anda, si mi padre vive alli! —exclamo ella con cara de sorpresa—. Cuando vaya a su casa podemos salir por ahi. El festival es alucinante. Bueno, ?quieres un bocadillo, Suks?

Andrew se quedo tan estupefacto que, para cuando consiguio reaccionar, ella ya habia entrado en el quiosco. Por unos instantes, la sucia parada de autobus, el quiosco y hasta Dane Tully, con sus tatuajes y su andrajoso atuendo de camiseta y pantalon de chandal, parecieron irradiar un resplandor celestial.

—Bueno, tengo cosas que hacer —dijo Fats.

Dane solto una risita y Fats se alejo con paso rapido antes de que Andrew pudiera responder u ofrecerse a acompanarlo.

Fats sabia que Andrew se sentiria desconcertado y dolido por su fria actitud, y se alegraba. No se pregunto por que se alegraba, o por que, desde hacia unos dias, el deseo de causar dolor era su principal impulso. Ultimamente habia llegado a la conclusion de que cuestionarse sus propios motivos era poco autentico; se trataba de un refinamiento de su filosofia personal que la volvia mas facil de seguir.

Cuando entraba en los Prados, Fats penso en lo sucedido en su casa la noche anterior, cuando su madre habia subido a su habitacion por primera vez desde que Cuby le habia pegado.

(—Ese mensaje sobre tu padre en la web del concejo parroquial… Tengo que preguntartelo, Stuart, y ojala… Stuart, ?lo escribiste tu?

A su madre le habia llevado unos dias encontrar el valor necesario para acusarlo, y el estaba preparado.

—No —contesto.

Quiza habria sido mas autentico admitir que si, pero prefirio no hacerlo, y no veia por que tenia que justificar su actitud.

—?No fuiste tu? —insistio ella sin cambiar el tono ni la expresion.

—No —repitio el.

—Porque resulta que muy poca gente sabe lo que papa… lo que le preocupa.

—Bueno, pues no fui yo.

—El mensaje se colgo la misma noche en que papa y tu discutisteis, y cuando el te pego…

—Ya te lo he dicho: no fui yo.

—Sabes que esta enfermo, Stuart.

—Ya, no paras de decirmelo.

—?No paro de decirtelo porque es verdad! No puede evitarlo… Tiene una enfermedad mental grave que le provoca una angustia y un sufrimiento indecibles.

El movil de Fats emitio un pitido. Bajo la mirada y vio un SMS de Andrew. Lo leyo, y fue como si le diesen un punetazo en el estomago: Arf se marchaba para siempre.

—Te estoy hablando, Stuart…

—Ya lo se… ?Que?

—Todos esos mensajes, sobre Simon Price, Parminder, papa… son todos de gente que tu conoces. Si estas detras de todo esto…

—Ya te he dicho que no.

—… estaras causando un dano incalculable. Un dano muy grave, horroroso, Stuart, a las vidas de otras personas.

Pero el trataba de imaginar una vida sin Andrew. Se conocian desde los cuatro anos.

—No he sido yo —insistio.)

«Un dano muy grave, horroroso, a las vidas de otras personas.»

«Ellos mismos se han buscado esas vidas», se dijo con desden cuando doblaba la esquina de Foley Road.

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