—?Pues oyo mal! —grito Parminder con tono cortante.

Todos se quedaron estupefactos, incluida ella misma. El eco de sus palabras reverbero en las antiguas paredes. Apenas era capaz de tragar saliva; se quedo cabizbaja, mirando fijamente el orden del dia, y oyo la voz de John desde una gran distancia.

—Barry habria hecho mejor en hablar de si mismo, no de esa chica. Saco mucho provecho de ir al St. Thomas.

—El problema —intervino otra mujer— es que por cada Barry te encuentras con un monton de gamberros.

—Esa gente es de Yarvil y punto —opino un concejal—; pertenecen a Yarvil.

—Eso no es cierto —repuso Parminder en voz baja, pero todos guardaron silencio para escucharla, a la espera de que volviese a gritar—. No es cierto. Miren a los Weedon. En eso se centraba precisamente el articulo de Barry. Eran una familia de Pagford que llevaba muchisimos anos aqui, pero…

—?Se mudaron a Yarvil! —exclamo Betty.

—Aqui no habia viviendas disponibles —explico Parminder, tratando de contener la rabia—, ninguno de ustedes queria una nueva urbanizacion en las afueras del pueblo.

—Perdone, pero usted no estaba aqui —repuso Betty, sonrojada, apartando ostentosamente la vista de Parminder—. Usted no conoce la historia.

Todos se pusieron a hablar a la vez: la reunion se habia disgregado en grupitos que intercambiaban opiniones entre si, y Parminder no podia formar parte de ninguno. Notaba un nudo en la garganta y no se atrevia a mirar a nadie a los ojos.

—?Les parece que hagamos una votacion a mano alzada? —exclamo Howard desde el extremo de la mesa, y volvio a hacerse el silencio—. Bien. ?A favor de decirle a la Junta Comarcal de Yarvil que Pagford estara encantado de que vuelva a trazarse el limite territorial y los Prados queden fuera de nuestra jurisdiccion?

Parminder apreto los punos en el regazo y las unas se le hincaron en las palmas. En torno a ella hubo un rumor de mangas.

—?Excelente! —exclamo Howard, y el jubilo en su voz reboto contra las vigas con eco triunfal—. Bueno, redactare algo con Tony y Helen, lo distribuiremos para que todos lo vean, y lo mandaremos. ?Excelente!

Un par de concejales aplaudieron. A Parminder se le nublo la vista y parpadeo con fuerza. El orden del dia se emborronaba y volvia a aclararse ante sus ojos. El silencio se prolongo tanto que finalmente levanto la mirada: Howard, presa de la excitacion, habia tenido que recurrir al inhalador, y casi todos los concejales lo observaban con interes.

—Bueno, vamos a ver —resollo Howard con la cara colorada y sonriente, y dejo el inhalador—. A menos que alguien tenga algo que anadir —una pausa infinitesimal—, pasamos al punto nueve. Bellchapel. Aubrey tambien tiene algo que decirnos sobre el tema.

«Barry no habria dejado que ocurriera. El habria peleado. Habria hecho reir a John y conseguido que votara con nosotros. Deberia haber escrito sobre si mismo y no sobre Krystal… Y yo le he fallado.»

—Gracias, Howard —dijo Aubrey, mientras Parminder se hincaba aun mas las unas y la sangre seguia palpitandole en los oidos—. Como ya saben, nos hemos visto obligados a hacer una serie de recortes bastante drasticos a nivel municipal…

«Estaba enamorada de mi, y cuando me veia no podia disimular sus sentimientos…»

—… y uno de los proyectos que tenemos que revisar es el de Bellchapel. Tenia la intencion de comentarles el asunto, porque, como todos ustedes saben, el edificio es propiedad del pueblo…

—… y el contrato de arrendamiento esta a punto de vencer —anadio Howard—. En efecto.

—Pero no hay ningun interesado en ese viejo edificio, ?no? —pregunto un contable retirado desde la otra punta de la mesa—. Por lo que he oido, esta en muy mal estado.

—Oh, estoy seguro de que encontraremos un nuevo inquilino —contesto Howard con toda tranquilidad—, pero esa no es la cuestion. La cuestion es si pensamos que la clinica esta haciendo un buen…

—Esa no es la cuestion en absoluto —lo interrumpio Parminder—. El concejo parroquial no tiene competencia para decidir si la clinica lleva a cabo o no una buena labor. Nosotros no financiamos su trabajo. No son responsabilidad nuestra.

—Pero somos propietarios del edificio —apunto Howard, todavia sonriente y educado—, de manera que me parece natural que consideremos…

—Si vamos a estudiar la informacion sobre el trabajo que realiza la clinica, me parece importantisimo que tengamos una perspectiva completa de la situacion.

—Usted perdone —intervino Shirley desde el otro extremo de la mesa, mirando a Parminder con exagerados parpadeos—, pero ?podria hacer el favor de no interrumpir al presidente, doctora Jawanda? Es tremendamente dificil tomar notas si la gente no para de hablar a la vez. —Y anadio con una sonrisa—: Ahora he sido yo quien ha interrumpido. ?Perdon!

—Supongo que el concejo quiere continuar obteniendo ingresos por el edificio —prosiguio Parminder, ignorando a Shirley—. Y, por lo que se, no tenemos otro arrendatario en perspectiva, de manera que me pregunto por que habriamos de considerar siquiera rescindir el contrato de la clinica.

—No los curan —intervino Betty—. Solo les dan mas drogas. Por mi parte, estaria encantada de verlos fuera de alli.

—En este momento estamos obligados a tomar algunas decisiones muy dificiles a nivel municipal —dijo Aubrey Fawley—. El gobierno pretende que la administracion local lleve a cabo recortes por mas de mil millones. No podemos continuar proporcionando servicios como hasta ahora. He aqui la realidad pura y dura.

Parminder detestaba la forma en que se comportaban los demas concejales en presencia de Aubrey, pendientes de cada palabra que pronunciara con su voz profunda, asintiendo levemente con la cabeza al oirlo hablar. Y estaba al corriente de que algunos de ellos la llamaban «la Pelmaza».

—Los estudios demuestran que el consumo de drogas ilegales se incrementa durante las recesiones — apunto ella.

—La decision es de ellos y de nadie mas —replico Betty—. Nadie los obliga a tomar drogas.

La anciana miro alrededor en busca de apoyo en la mesa. Shirley le sonrio.

—Estamos teniendo que tomar decisiones dificiles —prosiguio Aubrey.

—De manera que se ha aliado con Howard —lo interrumpio Parminder— y han decidido que pueden darle un empujoncito a la clinica echandola del edificio.

—Se me ocurren mejores maneras de gastar el dinero que en un hatajo de delincuentes —comento el contable.

—Si por mi fuese, les quitaria todas las prestaciones —remacho Betty.

—Me han invitado a esta reunion para ilustrarlos sobre lo que esta pasando en el Ayuntamiento de Yarvil —dijo Aubrey con perfecta calma—. Para nada mas, doctora Jawanda.

—Helen —dijo Howard en voz bien alta para darle la palabra a otra concejala que levantaba la mano y trataba de hacerse oir desde hacia rato.

Parminder no escucho lo que dijo la mujer en cuestion. Habia olvidado el fajo de papeles que tenia bajo el orden del dia, a los que Kay Bawden habia dedicado tanto tiempo: las estadisticas, los historiales de casos exitosos, la explicacion de los beneficios de la metadona en comparacion con la heroina; estudios que ilustraban los costes, financieros y sociales, de la adiccion a la heroina. Todo lo que la rodeaba se habia vuelto ligeramente liquido, irreal; sabia que estaba a punto de estallar como nunca, y no habia posibilidad de lamentarlo, ni de impedirlo, ni de hacer otra cosa que presenciar como ocurria; ya era tarde, demasiado tarde…

—… cultura de la ayuda social —iba diciendo Aubrey Fawley—. Son gente que, literalmente, no ha trabajado un solo dia en su vida.

—Y reconozcamoslo —intervino Howard—, se trata de un problema con una solucion bien simple: solo tienen que dejar de tomar drogas. —Se volvio hacia Parminder con una sonrisa conciliadora—. A lo que experimentan entonces lo llaman «el mono», ?verdad, doctora Jawanda?

—O sea que usted cree que deberian hacerse responsables de su adiccion y cambiar de conducta, ?no? — repuso Parminder.

—Pues si, dicho en pocas palabras.

—Antes de que le cuesten mas dinero al Estado.

—Exactam…

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