– Claro que si, Diane. Si es eso lo que quieres. Pero dudo de que pueda averiguar algo que no averigue la Junta.

Diane asiente, pero le aferra el brazo con insistencia.

– Pero ?lo intentaras?

– Si -afirma Baedecker.

Diane se toca la mejilla y mira hacia abajo como mareada.

– Hay tantos detalles -dice.

– ?A que te refieres?

– Cosas que no entiendo. Dave llevo el helicoptero a Lonerock. ?Lo sabias?

– No.

– El tiempo empeoro, asi que regreso en el coche que habiamos dejado alla -dice Diane-. Pero ?para que fue a Lonerock?

– Pensaba que trabajaba en su libro -dice Baedecker.

– Se suponia que debia parar en Salem, una noche despues de la reunion, para recaudar fondos de Portland -explica Diane-. Sin embargo, volo a Lonerock cuando la casa estaba totalmente cerrada. No pensabamos ir hasta semanas despues del nacimiento del bebe.

Baedecker le toca el brazo, lo aprieta con dulzura.

– Richard -dice Diane-, ?sabias que el cancer de Dave habia reaparecido? No creia que se lo hubiera dicho a nadie, pero pensaba que tal vez habria llamado…

– Yo no tenia telefono donde estaba, Diane, ?lo recuerdas? Tuviste que enviarme ese telegrama.

– Si, lo recuerdo -dice Diane, la voz quebrada de agotamiento-. Solo pensaba… No me dijo nada, Richard. Su medico de Washington es amigo… Llamo al dia siguiente del accidente. La enfermedad se habia extendido al higado y a la medula osea. En primavera, querian hacerle un tratamiento completo de quimioterapia utilizando una combinacion de drogas llamada MOPP. Dave se habia negado. Esa clase de quimioterapia causa esterilidad en la mayoria de casos. A Dave le habian hecho algo de radiacion y la laparotomia, yo lo sabia. Pero no sabia nada sobre lo demas…

– En octubre, Dave me dijo que estaban bastante seguros de haberlo detenido -explica Baedecker.

– Si, lo encontraron de nuevo antes de Navidad. Dave no me lo comento. Debia someterse a un examen fisico de piloto la semana entrante. Jamas lo habria aprobado.

– ?Richard! -llama la voz de Katie por la escalera-. ?Telefono!

– Ya voy -responde Baedecker. Coge de nuevo la mano de Diane-. ?Que piensas, Diane?

Ella lo mira directamente. A pesar de la fatiga y la prenez, no parece vulnerable, solo bella y resuelta.

– Quiero saber por que fue a Lonerock sin necesidad. Quiero saber por que piloto ese T-38 en solitario cuando podia haber esperado unas horas para un vuelo comercial. Quiero saber por que se quedo en el avion cuando sin duda sabia que estaba cayendo. -Diane inhala profundamente y se alisa la bata. Le estruja la mano casi hasta hacerle dano-. Richard, quiero saber por que David esta muerto y no aqui conmigo esperando el nacimiento de nuestro hijo.

Baedecker se pone de pie.

– Prometo que hare todo lo posible -dice. Besa la frente de Diane y la ayuda a levantarse-. Ahora ven, acuestate y duerme. Manana tendras invitados a desayunar, yo quiza salga temprano, pero te llamare antes de regresar.

Diane lo mira cuando el se detiene en la puerta.

– Buenas noches, Richard.

– Buenas noches, Diane.

Abajo lo espera Katie.

– Es conferencia, Richard. Le he dicho que llamara de nuevo, pero espera.

Baedecker entra en la cocina para coger el telefono.

– Gracias, Katie -dice-. ?Sabes quien es?

– Una tal Maggie -responde Katie-. Maggie Brown. Dice que es importante.

Dave aterrizo con el Huey en un rancho, a un kilometro de Lonerock. Habia una pista corta y herbosa, una veleta con forma de manga colgando de la cupula de un viejo cobertizo y un viejo Stearman de dos plazas atado entre el cobertizo y el rancho.

– Bienvenidos al aeropuerto internacional de Lonerock -dijo Dave mientras apagaba el ultimo interruptor-. Por favor, permanezcan en sus asientos hasta que la aeronave haya parado frente a la terminal.

Los rotores giraron cada vez mas despacio hasta detenerse.

– ?Todos los pueblos fantasma tienen aeropuerto? -pregunto Baedecker. Se quito los auriculares y la gorra, se paso los dedos por el pelo ralo y meneo la cabeza. El rugido de la turbina aun le zumbaba en los oidos.

– Solo donde los fantasmas son pilotos -contesto Dave.

Un hombre salio del cobertizo para saludarlos. Era mas joven que Muldorff o Baedecker, pero anos de trabajar al sol le habian curtido la cara. Llevaba botas de vaquero, vaqueros destenidos, gorra negra y una hebilla con una turquesa india. La manga izquierda de la camisa a cuadros estaba sujeta al hombro.

– Hola, Dave -saludo-. Me preguntaba si vendrias este fin de semana.

– Buenas noches, Kink -dijo Dave-. Te presento a Richard Baedecker, amigo de los viejos tiempos.

– Tanto gusto -dijo Baedecker al estrechar la mano de Kink. Le gusto la fuerza contenida del apreton del hombre y las arrugas que le rodeaban los ojos azules.

– Kink Weltner cumplio tres turnos como jefe de helicopteros en Vietnam -dijo Dave-. De vez en cuando me deja aparcar mi pajaro aqui. De alguna manera se apropio de un enorme tanque clandestino de queroseno para aviones.

El ranchero se les acerco y acaricio con afecto la cubierta del motor del Huey.

– No puedo creer que esta chatarra oxidada aun este volando. ?Chico reemplazo esa valvula?

– Si -respondio Dave-, pero quizas quieras echar una ojeada en el interior.

– Ajustare la tapa cuando le eche combustible -comento Kink.

– Nos vemos -dijo Dave, caminando hacia el granero. Hacia fresco en el valle. Baedecker llevaba la cazadora en una mano y la bolsa de vuelo en la otra. Las ultimas franjas de luz solar rebotaban en las colinas del este. Las crepitantes hojas de alamo se perfilaban contra el fragil cielo azul. Habia un jeep aparcado cerca del granero, las llaves en el contacto. Dave arrojo sus bartulos en el asiento trasero y salto adentro. Baedecker lo imito, aferrando la agarradera mientras Dave arrancaba a toda velocidad.

– Es bueno tener un tecnico en este lugar -dijo Baedecker-. ?Lo conociste en Vietnam?

– No. Lo conoci cuando Diane y yo compramos la casa aqui en el 76.

– ?Perdio el brazo en la guerra?

Dave meneo la cabeza.

– Alla no sufrio ni un rasguno. Tres meses despues de la baja, se embriago y se desbarranco con una camioneta en los Dalles.

Dejaron atras el penasco con forma de diente mellado y la iglesia cerrada y entraron en Lonerock. En el valle, el camino que habian seguido desde Condon era una linea blanca en la pared sombreada del macizo. Baedecker vio varias casas abandonadas entre malezas a lo largo de la calle, la vieja escuela a la derecha entre los arboles. Dave paro frente a una vieja casa blanca con techo de hojalata y una cerca baja en el frente. El cesped estaba bien cuidado; a un lado habia un patio de losas, y un comedero para colibries colgaba de un joven arbol de lilas.

– La mansion Muldorff -anuncio Dave, bajando la bolsa de Baedecker del jeep.

El cuarto de invitados estaba en el segundo piso, bajo los aleros. Baedecker imagino el repiqueteo de la lluvia en el techo de hojalata. Sintio respeto por el trabajo que se habia hecho en esa vieja estructura. Dave y Diane habian arrancado paredes, reforzado suelos, anadido una chimenea en la sala y una estufa en la cocina, habian reparado los cimientos, anadido cables electricos y canerias, remodelado la cocina, y habian transformado un altillo bajo en un pequeno pero comodo segundo piso. «Al margen de eso, la casa era bonita tal como la encontramos», habia dicho Dave. En los dias en que el Camino de Oregon era un recuerdo reciente, la casa funcionaba como oficina de correos, luego como oficina del sheriff, incluso como morgue durante un tiempo, antes de decaer con el resto del pueblo. Ahora las paredes del dormitorio de invitados eran blancas, con cortinas

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