persona o representado por un doble) acudiera a aquella salvaje ceremonia marciana. Pero no se me habia ocurrido preguntarselo… Quiza sentia un terror subconsciente a conocer la respuesta.
Unos minutos despues me encontraba de nuevo estudiando a Bonforte, tratando de asimilar sus gestos y movimientos, interpretando sus emociones, vocalizando los tonos de su voz, mientras me sentia inmerso en mi mejor esfuerzo creador. Estaba “absorbiendo” al personaje a toda velocidad.
El panico me arranco de mi concentracion cuando la imagen cambio y vi a Bonforte rodeado de marcianos que le tocaban con sus seudomiembros. Estaba tan compenetrado con aquella imagen, que pude sentir como si me tocasen a mi… y el olor era insoportable. Lance un grito de horror y levante los brazos para protegerme.
—?Parelo!—grite.
Las luces se encendieron y la estereoimagen desaparecio. La senorita Russell me miraba sorprendida.
—?Que le pasa ahora?
Trate de recobrar el aliento y reprimir el temblor que me dominaba.
—Senorita Russell… lo siento mucho… por favor… no vuelva a proyectar esa escena. No puedo soportar a los marcianos.
Ella me contemplo como si no creyera lo que estaba oyendo, con una mirada llena de desprecio.
—Ya les dije que este ridiculo proyecto no podia tener exito— pronuncio lentamente, en tono ironico.
—Lo siento muchisimo. No puedo remediarlo.
No me contesto, pero se levanto con esfuerzo del prensa-uvas. No podia caminar tan facilmente bajo dos gravedades como lo habia hecho Dak, pero era evidente que estaba acostumbrada a ello. Salio del camarote sin pronunciar una palabra, cerrando la puerta tras de si.
La muchacha no regreso. En su lugar la puerta fue abierta por un hombre que parecia vivir dentro de unas gigantescas andaderas.
—?Hola, muchacho!— saludo con voz profunda y agradable.
Debia de tener unos sesenta anos, y era grueso y de maneras suaves. No necesite ver sus credenciales para comprender que estaba acostumbrado a tratar con enfermos.
—?Como esta usted, senor? —respondi a su saludo.
—Bastante bien. Pero me sentiria mejor a mas baja aceleracion —lanzo una mirada al curioso aparato sobre el que descansaba todo su cuerpo en sentido vertical—. ?Que le parece este armazon de ruedas? Quiza resulta un tanto ridiculo, pero alivia enormemente a mi cansado corazon. A proposito, debo presentarme. Soy el doctor Capek, medico personal de Bonforte. Ya se quien es usted. Ahora, ?quiere tener la bondad de explicarme ese problema entre usted y los marcianos?
Trate de hacerlo en forma clara y sin permitir que mis emociones se mezclaran en ello.
El doctor Capek asintio.
—El capitan Broadbent debio haberme avisado —dijo—. Habriamos cambiado el orden de su programa de instruccion. El capitan es un joven muy competente a su manera, pero a veces sus musculos corren mas que su cerebro. Tiene una personalidad tan perfectamente extravertida que a veces me asusta. Sin embargo, nada se ha perdido. Senor Smythe, necesito su permiso para proceder a hipnotizarle. Le doy mi palabra de medico que usare la hipnosis unicamente para ayudarle en esta cuestion, y que de ningun modo lo hare para interferir en su integracion personal psiquica.
Saco del bolsillo un anticuado reloj de bolsillo de esos que constituyen el emblema de su profesion y empezo a tomarme el pulso.
—No tengo inconveniente en darle ese permiso, doctor —conteste—; pero me temo que no le servira de nada. No podra dormirme.
Yo habia aprendido las tecnicas hipnoticas durante la epoca en que realizaba mi acto mentalista, pero mis maestros nunca pudieron hipnotizarme. Un poquito de hipnotismo resulta muy util a veces para convencer al publico, especialmente si la policia local no es demasiado exigente en hacer cumplir las leyes con que nos han constrenido las asociaciones medicas.
—?De veras? Bien, entonces no nos quedara otro remedio que hacer todo lo posible para amortiguar esa repulsion hacia los marcianos. Vamos a ver, trate de ponerse comodo, relaje los musculos y hablaremos un poco sobre su problema.
Mantenia el reloj en la mano, retorciendo la cadena de plata y haciendo que el reloj girase rapidamente, primero en un sentido, luego en el otro. Estuve a punto de decirle que me molestaba, ya que la luz de la lampara colocada a mi cabecera se reflejaba en el reloj, que ahora centelleaba, pero pense que probablemente se trataba de una costumbre del doctor de la que quiza no era consciente y que, en realidad, era una cuestion poco importante para tener que llamar la atencion de un desconocido.
—Me siento tranquilo —le asegure—. Pregunteme lo que quiera. O si lo prefiere, yo le explicare lo que siento.
—No se preocupe. Flote tranquilamente en ese tanque hidraulico —dijo en voz baja. Dos gravedades le hacen a uno sentirse pesado, ?no es cierto? Hacen que la sangre descienda del cerebro, producen somnolencia. Han vuelto a acelerar de nuevo. Todos tendremos que dormir… Nos sentiremos cansados… Tendremos que dormir…
Quise decirle que seria mejor que se guardase aquel reloj o, de lo contrario, se le caeria de la mano, pero en vez de decirle nada me quede dormido.
Cuando me desperte, la otra litera estaba ocupada por el doctor Capek.
—Hola, amigo —me saludo—. Me canse de seguir metido en aquel juguete y decidi tenderme aqui a descansar un poco.
—?Ah!, ?volvemos a estar bajo dos gravedades?
—Desde luego. La aceleracion es igual a dos gravedades.
—Lamento haber perdido el conocimiento. ?Cuanto tiempo he estado dormido?
—?Oh, no mucho! ?Se siente bien?
—Muy bien. En realidad, fresco y descansado como nunca.
—A menudo produce ese efecto. Me refiero a la alta aceleracion, desde luego. ?Le gustaria ver otras peliculas?
—Por supuesto, doctor, si usted lo desea.
—Bien.
Estiro el brazo y el camarote volvio a quedar a oscuras. Me senti fortalecido ante la idea de que fuera a mostrarme mas imagenes de los marcianos; decidi que esta vez no iba adejarme arrastrar por el panico. Despues de todo, en muchas ocasiones me habia visto obligado a figurarme que no estaban cerca de mi. No tenian por que causarme ningun efecto en pelicula; si antes lo habian hecho era porque me cogieron desprevenido.
No tardaron en llegar las estereoimagenes de los marcianos, tanto con Bonforte como solos. Descubri que me era posible estudiarlos sin sentir ninguna emocion, terror o disgusto.
?De repente comprendi que me gustaba verlos!
Lance una exclamacion incoherente y Capek detuvo el proyector.
—?Le sucede algo?—pregunto.
—Doctor… ?usted me ha hipnotizado!
—Me dijo que podia hacerlo.
—Pero si no es posible… nadie puede hipnotizarme.
—Lamento enterarme de eso… ahora.
—?Ah! De modo que lo consiguio. No soy tan estupido como para no comprenderlo —luego continue—: Vamos a proyectar esas peliculas de nuevo. Casi no puedo creerlo.
El doctor hizo funcionar el proyector y yo contemple las imagenes en tres dimensiones, maravillado. Los marcianos no eran desagradables, si uno los miraba sin prejuicios; ni siquiera resultaban feos. En realidad, poseian la misma gracia exotica de una pagoda china. Es cierto que no tenian forma humana, pero tampoco la tiene un ave del paraiso… y las aves del paraiso son los seres mas hermosos del Universo.
Empece a comprender tambien que sus seudomiembros podian resultar muy expresivos; sus torpes movimientos guardaban cierto parecido con los amistosos retozos de los perritos. Me di cuenta de que durante toda mi vida habia visto a los marcianos a traves de los negros cristales del odio y el miedo.
Sin embargo, pense que me costaria tiempo acostumbrarme a su horrible olor, pero… luego me di cuenta de que estaba oliendo el inconfundible aroma… y que no me molestaba en absoluto. Hasta me resultaba