trafico, tanto rodado como peatonal, no parecia prestarnos ninguna atencion o, al menos, si alguien mostraba algun interes era mas por la joven y guapa muchacha que por mi persona. Sin embargo, me sentia intranquilo.
—?Que sucede, Jefe?
—?Eh? Eso es lo que sucede.
—?Senor?
—Que no me comporto como el Jefe. No es propio de el marcharse a hurtadillas, de este modo. Regresemos, Penny.
La muchacha no discutio y me siguio de nuevo hasta el coche. Esta vez me sente en la parte de atras con aspecto majestuoso, y deje que ella me sirviera de chofer hasta la entrada numero 3.
No era la misma entrada que habiamos empleado al llegar. Creo que Dak la habia escogido porque era menos frecuentada por los pasajeros, siendo utilizada principalmente para la carga. Penny no presto ninguna atencion a las senales de trafico y llevo el enorme Rolls justo hasta la puerta de entrada al campo. Un guarda de la terminal trato de detenerla, pero ella dijo friamente:
—Es el coche del senor Bonforte. ?Quiere usted enviar aviso al despacho del Comisionado para que vengan a buscarlo aqui?
El policia parecio confuso, miro al compartimento trasero, parecio reconocerme, saludo y no insistio. Le conteste con un gesto amistoso y el policia me abrio la puerta.
—El teniente insiste mucho en que se mantenga la entrada libre de coches, senor Bonforte —se excuso—; pero creo que con el suyo puedo hacer una excepcion.
—Puede usted hacer que se lleven el coche cuando quiera —conteste—. Mi secretaria y yo nos marchamos en seguida. ?Sabe si ha llegado otro coche a buscarme?
—Preguntare en la puerta, senor —respondio, y salio corriendo.
Era precisamente la clase de publico que yo necesitaba, lo suficiente para atestiguar que el senor Bonforte habia llegado al espaciopuerto en un coche oficial y que se habia dirigido en el acto hacia su yate espacial. Me coloque mi varilla marciana bajo el brazo, en un gesto que recordaba a Napoleon, y cojee tras el guarda; Penny me seguia. El policia hablo con el guarda de la puerta y luego se apresuro a salirnos al encuentro, sonriendo.
—Su coche le esta esperando, senor.
—Muchas gracias.
El policia parecia excitado y anadio con premura, en voz baja:
—Yo tambien pertenezco al Partido Expansionista, senor. Creo que hoy ha realizado usted un buen trabajo.
Miro la varilla marciana con un destello de admiracion.
Yo sabia con exactitud cual seria la reaccion de Bonforte en una situacion parecida.
—Hombre, muchas gracias. Espero que sea usted casado y que tenga muchos hijos. Necesitamos formar una mayoria solida.
Rio mas de lo que el chiste merecia.
—?Eso es muy bueno! ?Ah! ?No le molesta que se lo cuente a mis amigos?
—Nada de eso.
Estabamos ya cruzando la puerta, cuando el guarda de la entrada me toco en el brazo.
—?Ejem!… su pasaporte, senor Bonforte.
Creo que no permiti que mi expresion se alterase.
—Los pasaportes, Penny.
Ella contemplo con una mirada glacial al funcionario.
—El capitan Broadbent se ocupa de toda la documentacion.
El oficial me miro y luego dirigio la mirada hacia lo lejos.
—Supongo que no habra inconveniente. Pero tengo la obligacion de comprobar los pasaportes y anotar los numeros de serie.
—Desde luego —conteste—. Bien, creo que tendremos que llamar al capitan Broadbent para que se presente en esta entrada. ?Sabe usted si a mi cohete de enlace se le ha asignado un horario de partida? Quiza sea conveniente que avise a la torre de control para que lo tengan en “espera”.
Penny parecio enfurecida de repente.
—Senor Bonforte, ?esto es ridiculo! En ninguna parte nos han puesto tantos impedimentos… y, desde luego, ?nunca nos ha sucedido nada igual en Marte!
El policia de la terminal exclamo:
—Estoy seguro de que no habra inconvenientes, Hans. Al fin y al cabo, se trata del senor Bonforte.
—Desde luego, pero…
Le interrumpi con una sonrisa.
—Creo que hay una solucion sencilla. Si usted… ?como se llama, senor?
—Haslwanter. Hans Haslwanter —contesto de mala gana.
—Senor Haslwanter, si quiere usted llamar al Comisionado Doothroyd, yo hablare con el y asi ahorraremos a mi piloto un viaje hasta esta entrada… y yo me ahorrare una espera de una hora o mas.
—?Oh, no quisiera molestar al senor Comisionado! Pero podriamos llamar a la oficina del capitan del puerto… —sugirio con esperanza.
—Solo le pido que me de el numero del senor Boothroyd. Yo le llamare.
Esta vez use un tono mas bien relajado, la actitud adecuada en un personaje muy ocupado e importante que desea ser democratico con todo el mundo, pero que ya se ha visto molestado por inferiores hasta el limite de su paciencia.
Aquello termino con sus dudas. El funcionario hablo con rapidez:
—Creo que no hace falta, senor Bonforte. Son solo las ordenanzas, comprendalo.
—Claro, desde luego. Muchas gracias.
Empece a caminar hacia el coche de transito.
—?Un momento, senor Bonforte! ?Mire hacia aqui!
Mire a mis espaldas. Aquel meticuloso funcionario nos habia hecho esperar lo suficiente para que llegasen los chicos de la prensa. Uno de ellos estaba arrodillado y me apuntaba con una camara estereoscopica:
—Sostenga la varilla marciana en un lugar donde se pueda ver claramente, por favor.
Otros periodistas, provistos de equipos de distintas clases, se agrupaban ya a nuestro alrededor; uno de ellos se habia subido al techo del Rolls. Alguien me colocaba un microfono delante; otro tenia un micro direccional apuntado como una escopeta.
Me senti tan furioso como una primera actriz cuyo nombre apareciese en la cartelera con letra pequena, pero recorde a tiempo la persona a quien representaba. Sonrei y me movi lentamente. Bonforte sabia perfectamente que los movimientos parecen mucho mas rapidos en los informativos; yo tenia que actuar del mismo modo.
—Senor Bonforte, ?por que ha anulado la conferencia de prensa?
—Senor Bonforte, se asegura que tiene la intencion de pedir que la Asamblea Interplanetaria conceda la ciudadania imperial a los marcianos, ?quiere hacer algun comentario al respecto?
—Senor Bonforte, ?cuando va a exigir un voto de confianza para el Gobierno actual?
Levante la mano con la varilla y sonrei:
—De uno en uno, por favor. Vamos a ver, ?cual era la primera pregunta?
Todos contestaron al mismo tiempo, desde luego; cuando se hubieron puesto de acuerdo sobre la cuestion de la precedencia, yo ya habia conseguido hacerles perder varios minutos sin tener que darles ninguna respuesta. Bill Corpsman llego corriendo en aquel momento.
—No teneis corazon, chicos. El Jefe ha tenido un dia agotador. Ya os he dado toda la informacion que necesitais.
Le contuve con un gesto.
—Puedo concederles un par de minutos, Bill. Caballeros, estoy a punto de partir para la Tierra, pero antes tratare de contestar a las preguntas mas importantes. No tengo conocimiento de que el Gobierno piense modificar la situacion actual de nuestras relaciones con los marcianos. Dado que no tengo ningun cargo oficial, mi opinion particular no tiene mucha importancia. Les sugiero que se dirijan ustedes al senor Quiroga. En cuanto al momento