Lincoln. Tambien me acorde de otra estatua al verle alli tendido con las piernas y su costado paralizado cubierto por una ligera manta: el herido Leon de Lucerna. Poseia la misma fuerza y dignidad impresionantes, aunque estaba indefenso: ?La Guardia muere, pero no se rinde!

Me miro cuando entre, y sonrio con aquella amistosa y tolerante sonrisa que yo habia aprendido a imitar perfectamente e hizo un gesto con su mano sana para que me acercase. Le sonrei con su misma sonrisa y me acerque a su lado. Nos estrechamos las manos y observe que su apreton era firme y fuerte. Luego me dijo:

—Estoy muy satisfecho de conocerle por fin.

Sus palabras fueron ligeramente confusas, y entonces pude ver la flojedad en el otro lado de su cara.

—Es un honor y una satisfaccion para mi el conocerle, senor.

Me miro con una sonrisa y dijo:

—Creo poder decir que usted me conoce bien.

Me mire a mi mismo.

—Lo he hecho lo mejor posible, senor.

—?Lo mejor posible! Ha conseguido un exito. Es una sensacion extrana el contemplarse a si mismo en otra persona.

Comprendi con una repentina y dolorosa simpatia que el no se daba perfecta cuenta de su aspecto actual… Mi persona era la suya… y cualquier cambio que hubiera sufrido en su propio aspecto era simplemente consecuencia de la enfermedad, algo temporal, a lo que no debia darse importancia. Bonforte siguio hablando.

—?Le importaria caminar un poco, senor? Quiero contemplarme… quiero decir a usted… nosotros. Deseo verme por una vez como los demas me ven a mi.

Me enderece, camine por la habitacion y hable a Penny (la pobre muchacha nos miraba a los dos con una expresion confusa, como si estuviese deslumbrada), cogi un papel de encima de la mesa, me rasque el cuello y me frote la barbilla, me quite la varilla marciana de debajo del brazo y juguetee con ella por unos instantes.

El me contemplaba encantado. De manera que anadi un numero extra. Me puse en medio de la sala y pronuncie uno de sus mejores discursos, no palabra por palabra, sino dejandome llevar por la emocion tal como el lo habria hecho… Y termine con sus mismas palabras: “?Ningun esclavo puede ser liberado, a menos que el mismo lo haga! ?Tampoco se puede esclavizar a un hombre libre; todo lo que se puede hacer es matarle!” .

Siguio un maravilloso silencio, y luego una explosion de aplausos. Hasta el mismo Bonforte golpeaba el divan con su mano sana y gritaba:

—?Bravo! ?Bravo!

Fueron los unicos aplausos que escuche en aquellas largas semanas de actuacion. Me parecieron suficientes.

Hizo que acercase una silla y me sentase a su lado. Observe que miraba a la varilla marciana y se la entregue.

—El seguro esta puesto, senor.

—Se como debe usarse.

La miro durante largo rato y luego me la devolvio. Habia pensado que quiza se la quedaria. Ya que no lo hizo decidi que se la entregaria a Dak para que se la diese a su legitimo dueno. Bonforte me pregunto por mi trabajo anterior y me dijo que no recordaba haberme visto nunca en el teatro, pero que habia visto a mi padre en el papel de Cyrano de Bergerac. Hacia grandes esfuerzos por controlar los musculos de su boca y sus palabras eran claras pero lentas.

Luego me pregunto que es lo que pensaba hacer en el futuro. Le dije que aun no tenia planes definidos. Asintio y dijo:

—Ya veremos. Hay un lugar para usted aqui. Tendremos mucho trabajo.

No hablo de mis honorarios, lo cual me hizo sentirme orgulloso.

Los resultados empezaban a llegar y Bonforte dedico su atencion a la pantalla de la estereovision. Los resultados parciales habian estado llegando, desde luego, durante las ultimas cuarenta y ocho horas, ya que los mundos exteriores y los grupos electorales sin distrito asignado votan antes que la Tierra e inclusive en la Tierra un dia de eleccion dura mas de treinta horas, girando con el globo. Pero ahora empezaban a llegar los resultados de las grandes masas humanas de la Tierra. Habiamos trabajado el dia anterior con los resultados de los planetas y Roger me habia explicado que estos no significaban nada; los Expansionistas tenian asegurados los Mundos exteriores. Lo que pensaban los miles de millones de seres en la Tierra que nunca habian estado en el espacio y nunca lo estarian, eso era lo importante.

Pero nos eran necesarios todos los votos del exterior que pudieramos conseguir. El Partido Agrario en Ganimedes habia ganado en cinco de los seis distritos, formaban parte de nuestra coalicion y el Partido Expansionista como tal no habia presentado sus propios candidatos. La situacion en Venus era mucho mas dificil, con los venusianos divididos en docenas de facciones politicas por cuestiones de teologia que resultaban imposibles de comprender para un humano. Sin embargo, teniamos confianza en el voto nativo, bien directamente o por medio de alianzas posteriores, y teniamos a nuestro lado practicamente a todos los humanos en Venus. La Ley imperial de que los nativos debian elegir seres humanos para representarles en la Asamblea Interplanetaria era algo que Bonforte habia jurado destruir; aquello nos haria ganar muchos votos en Venus, pero no sabia cuantos nos haria perder en la Tierra.

Ya que los nidos solo enviaban observadores a la Asamblea, el unico voto que nos preocupaba era el de los humanos residentes en Marte. Nosotros contabamos con el apoyo popular; nuestros enemigos disfrutaban del favor oficial. Pero con una eleccion honrada no habia duda de que saldriamos vencedores.

Dak estaba ocupado con una regla de calculo al lado de Roger; este tenia una gran hoja de papel llena de formulas complicadas con las que seguia el progreso de la eleccion. Una docena o mas de los gigantescos cerebros electronicos en distintos mundos del Sistema estaban realizando el mismo trabajo, pero Roger preferia seguir sus propios calculos. Me dijo una vez que podia atravesar un distrito, “oliendo” el aire y acertar el resultado con un dos por ciento de error. Creo que podia hacerlo.

El doctor Capek estaba comodamente sentado en un sillon, tan tranquilo como un gato. Penny se movia sin cesar por la habitacion colocando torcidas las cosas que estaban derechas y al reves. Nos servia bebidas sin que se lo pidieramos y nunca parecio mirar directamente al rostro de Bonforte ni al mio.

Nunca habia asistido a una reunion politica en una noche de elecciones; no se parecen a nada en el mundo. Hay una agradable y caliente sensacion de cansancio. En realidad no importa mucho lo que el pueblo pueda decidir; uno ha hecho cuanto podia, se encuentra junto a sus amigos y camaradas y durante aquellos instantes no se experimenta preocupacion ni tension a pesar de la constante excitacion, como el toque final en una tarta de cumpleanos, de los resultados que llegan continuamente.

Creo que nunca pase mejores momentos en mi vida.

Roger levanto la vista, me miro y luego se dirigio a Bonforte:

—El continente esta dividido. Las Americas estan probando el agua con un pie antes de decidirse a colocarse a nuestro lado. La unica pregunta es ?cuando se lanzaran de cabeza?

—?No puede hacer una estimacion, Roger?

—Todavia no ?oh! Contamos con el voto popular, pero en la Asamblea la cosa puede decidirse por cuestion de media docena de puestos —se puso en pie—. Creo que voy a marcharme a ver como van las cosas por la ciudad.

En realidad, yo era el que debia ir, como Bonforte. El Jefe del Partido debe aparecer en la Central del Partido durante la noche de las elecciones. Pero yo nunca habia estado en la Central, ya que se trataba de un lugar donde mi suplantacion podia facilmente ser descubierta. Mi “enfermedad” me habia excusado de ello durante la campana; aquella noche ya no valia el posible riesgo, de manera que Roger iria en mi lugar para estrechar la mano de los presentes y dejar que las cansadas muchachas que habian realizado el duro e interminable trabajo de papeleo de echasen los brazos al cuello llorando de emocion.

—Volvere dentro de una hora.

Inclusive nuestra pequena reunion debia de haberse realizado en las oficinas inferiores, incluyendo todo el personal al servicio de Bonforte, especialmente Jimmy Washington. Pero aquello no era posible, a menos que dejasemos al enfermo solo y sin compania en aquella noche. Ellos celebraban tambien su propia reunion, desde luego. Me puse en pie.

—Roger, yo ire con usted para decirles buenas noches al haren de Jimmy.

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