fracase.

—?Fortaleciendo las defensas de las estaciones?

—Exactamente.

—?Cuanto costara? ?Esta usted seguro de que lo necesitamos?

—Senor, es obvio que los rusos estan preparando algo grande. Ha habido un incidente armado en la Antartida. Uno de nuestros oficiales de Marina fue muerto.

—?Que?

El de Defensa levanto una mano para calmarlo.

—Solo hemos recibido un confuso informe de la Estacion McMurdo. Estan ahora investigando el incidente. Nuestros monitores interceptaron tambien informes similares de la base rusa en Mirnyy. Todo lo que sabemos con seguridad por ahora es que un equipo de americanos y otro de rusos han abierto el fuego uno contra el otro. Un oficial americano ha muerto.

Las manos del presidente estaban temblando.

—?Mataron a uno de nuestros hombres?

—Aparentemente, si. Sabremos mas en poco tiempo.

—Quiero un informe completo tan pronto como haya informacion disponible.

—Por supuesto.

—A cualquier hora del dia o de la noche, ?me oye? Un informe completo.

—Si, senor. Ciertamente.

Con su voz todavia alterada por la impresion, el presidente continuo:

—?Y que tiene que ver esto con las estaciones espaciales?

—Pues… forma parte de un esquema —dijo el de Defensa—. Se estan poniendo violentos en la Antartida. Estan aumentando sus concentraciones de tropas en Siria. Los informes del Servicio de Inteligencia muestran que tienen intencion de reemplazar al actual comandante de Lunagrad, un abogado de la coexistencia, por un general de maxima graduacion y de linea dura, que viene directo del Kremlin. Estan preparando algo realmente grande.

Sin decir una palabra, el presidente tomo una estilografica que habia en un soporte en su escritorio y garabateo su firma en la ultima pagina.

—Gracias, senor presidente.

El de Defensa tomo los papeles del escritorio y salio caminando rapidamente de la oficina.

Afuera, en la antesala, el corpulento hombre con cara de enojo se paseaba de un lado a otro sobre las alfombras afelpadas. Rengueaba un poco, como si sus pies no estuvieran comodos en los zapatos que estaba obligado a usar.

Miro al secretario de Defensa.

—?Firmo?

El murmullo aspero y torturado hizo temblar al de Defensa.

—Si, por supuesto.

—?Se dio cuenta de que el plan incluye preparaciones para un ataque a las estaciones espaciales rusas?

—No. —El de Defensa sacudio la cabeza—. No tocamos ese tema en nuestra conversacion.

El hombre con cara de enojado casi sonrio.

—Pues asi sera. Le podremos explicar el valor del golpe preventivo mas adelante. Gradualmente…, y si el tiempo lo permite.

La reunion de la Comision de Seguridad Interna habia sido larga, amarga y por momentos ruidosa. El Kremlin habia escuchado demasiado a menudo la voz de los mas furiosos y muchas veces esos rencores habian conducido a la violencia.

El Primer Ministro Bercznik estaba decidido a restaurar la armonia.

—?Camaradas! —dijo bruscamente, golpeando con su pesada mano abierta sobre la mesa que estaba delante de el. Los demas dirigieron su atencion hacia el, abandonando sus densos argumentos por un momento—. Camaradas, debemos concentrar nuestras energias en la solucion de este problema. Disputar entre nosotros no dara ningun resultado positivo.

—Pero… ?sus disparos contra nuestra expedicion cientifica han sido una provocacion inexcusable! —grito el general Komenev.

—Pero nosotros matamos a uno de sus hombres —dijo el ministro de Relaciones Exteriores, con su cara redonda enardecida por la pasion—. Hubo disparos por parte de los dos bandos.

—Ellos estan aumentando sus misiones orbitales —repitio el ministro de Inteligencia—. Mas satelites, y mas ataques sobre nuestros satelites.

El primer ministro los miro con desesperada frustracion. A veces le habria gustado tener el empuje de Kruschev. Era el viejo y astuto Nikita quien a menudo llevaba una pistola a esas reuniones.

—Mi padre dio su vida por la Union en Stalingrado —estaba diciendo acaloradamente el general—. Y no voy a permitir que ningun transgresor extranjero destruya aquello por lo que el lucho y murio.

—Pero, ?y los chinos? —pregunto con voz temblorosa alguien, en medio del estrepito general alrededor de la mesa.

—?Que haran ellos?

En el otro extremo de la mesa, el innombrable se puso de pie. Todas las discusiones cesaron bruscamente. No es que no tuviera nombre, por supuesto, pero como el insistia en usar su impronunciable nombre de la tribu tadzhik, los rusos, en broma, lo llamaban el innombrable. Nunca nadie supo que pensaba el de esa broma. No la festejaba ni se quejaba.

Por fin, penso el primer ministro, un poco de claridad mental iluminara la discusion. Me preguntaba cuanto tiempo mas se quedaria en silencio. Sin embargo tuvo que reprimir un escalofrio cuando asintio con la cabeza al innombrable. Era un hombre misterioso, aterrador en el sentido en que es aterradora una serpiente: inspira un terror que va mucho mas alla de la comprension racional.

—Es claro para mi —dijo con su voz fria, tranquila, ligeramente sibilante— que estamos frente a una crisis de voluntades. —El innombrable no era alto, ni tampoco impresionante desde el punto de vista fisico. Su cara era delgada, con un ligero aire oriental en sus brillantes e hipnoticos ojos. Sus orejas eran levemente puntudas y sus manos eran largas, delgadas y se movian con gracia—. Nuestro pueblo necesita urgentemente el carbon que nuestros cientificos han descubierto en la Antartida. Los americanos tambien quieren el carbon. Nuestra estrategia disuasiva es comparable a sus proyectiles. Nuestra red de satelites ABM esta incompleta, al igual que la de ellos. Estamos en un punto muerto, salvo…

Dejo la palabra en suspenso mientras los distintos ministros y oficiales se inclinaban hacia adelante en sus sillas.

—Salvo —continuo— que estemos dispuestos a fortalecernos para el proximo paso.

El general asintio firmemente con la cabeza.

—Poner las bombas en orbita.

—Exactamente —confirmo el innombrable.

—Pero… eso seria una violacion al tratado que nosotros solemnemente…

El primer ministro golpeo sus nudillos sobre el brazo de su sillon.

—Ese tratado fue firmado hace mas de dos decadas. El mundo hoy es muy diferente.

—Si, pero…

—No tenemos otra eleccion —dijo el innombrable, con calma infinita—. Si no estamos dispuestos a evitar que los americanos nos ataquen, lo perderemos todo. Las bombas en orbita seran una amenaza que los americanos, y tambien los chinos, no podran ignorar.

La discusion continuo hasta bien entrada la noche. Por lo menos, penso el primer ministro con agradecimiento, es una discusion y no una pelea.

El innombrable fue quien mas hablo.

En Selene era casi medianoche antes de que Kinsman llegara al hospital. Miro hacia adentro, a Baliagorev, que estaba en la sala de terapia intensiva. Jill Myers estaba alli, y terminaron tomando cafe juntos en la pequena cafeteria automatica del hospital.

El lugar estaba vacio. Obtuvieron sus bebidas calientes del sistema automatico y se sentaron en la mesa

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