Kinsman arqueo las cejas.
Unos minutos antes de las diez, Ted Marrett irrumpio en la habitacion sin anunciarse. Venia con Tuli Noyon.
—El mejor meteorologo que jamas haya producido Mongolia —dijo a modo de presentacion.
—Para su informacion —dijo Noyon quedamente, mientras le daba la mano a Kinsman que permanecio sentado—, Mongolia produce muy pocos meteorologos. Y ademas, mis estudios fueron en dinamica de los fluidos.
—Bien, entonces el mejor de Asia —se corrigio Marrett—. ?Han visto las noticias de la manana? Esa actuacion suya de ayer en el garage esta teniendo gran difusion.
Sin consultar a nadie, cruzo la habitacion en pocos pasos y toco un pequeno panel en la pared. Instantaneamente desaparecio una reproduccion bidimensional de un Monet, y aparecio una imagen tridimensional de una mujer mientras era transportada a traves del corredor de un hospital.
—Malditas telenovelas —gruno Marrett, mientras volvia a tocar el panel.
Kinsman se echo hacia atras en su silla especial y de inmediato vio una imagen de si mismo en dos dimensiones arrastrandose penosamente hacia la muchedumbre frente al garage de las Naciones Unidas. La camara estaba en algun lugar entre la gente, ya que constantemente se interponian cabezas y pancartas; mientras, la extrana figura de esqueleto metalico trepaba la rampa.
La voz del periodista decia cosas como:
—Apariencia extraterrestre… tremendo esfuerzo fisico en gravedad normal… mensaje de paz y amistad…
Marretthizo desaparecer la imagen abruptamente.
—El gobierno se esta comiendo los codos —dijo, con una amplia sonrisa—. Tenian todo perfectamente organizado: ningun periodista en el aeropuerto, nadie podia acercarse a ustedes…
—Pero resulta que habia un camarografo entre la gente.
—?Seguro! La mitad de ellos eran pagados por el gobierno. Estaban ahi para registrar los desordenes.
—?Estaba previsto que hubiera desordenes?
—Es una vieja tactica —dijo Landau—. El gobierno infiltra agitadores entre la muchedumbre, los lideres naturales aprovechan la oportunidad para alentar sus pasiones, y comienza el desorden. Asi los lideres naturales se identifican a si mismos. Pueden ser prendidos por la policia durante los desordenes o si eso no es posible, por lo menos quedan registradas sus fotografias. Pueden ser detenidos despues.
—Y al mismo tiempo —agrego Marrett—, muestran al publico americano, avido de noticias, que realmente el pueblo esta en tu contra. Es lo que se llama “preparacion de un clima de opinion”.
—Es un viejo truco —asintio tranquilamente Noyon.
—Me pregunto de quienes lo habran aprendido —murmuro Harriman.
El secretario general llego precisamente a las diez. Venia solo, sin ayudantes ni anunciadores. Simplemente golpeo la puerta una vez y la abrio. Cuando entro, los cinco hombres presentes se pusieron de pie, Kinsman ignorando los quejidos de los motores.
—Por favor… sientense —dijo el secretario general—. Insisto. —Mientras todos tomaban asiento agrego—: Y ya que esta es una reunion informal, dejemos de lado los titulos. Mi nombre es Emanuel De Paolo. Sus nombres ya los conozco: senor Kinsman, senor Harriman, doctor Landau; de modo que pongamonos comodos y hablemos con libertad. Puedo asegurarles que hace apenas una hora esta habitacion ha sido cuidadosamente inspeccionada para confirmar que no hubiera microfonos ocultos.
Kinsman se dio cuenta inmediatamente de que le gustaba ese hombre delgado, de cara bronceada y oscuros ojos tristes. De Paolo tomo una silla para si y la acerco a Kinsman. Marrett retiro la mesa del desayuno. La luz del sol matutino se esforzaba por atravesar la oscura neblina de la ciudad para que la habitacion pareciera tibia y luminosa.
—Muy bien, Senor Kinsman —dijo De Paolo—, usted ha demostrado tener bastante coraje y habilidad. Se ha convertido de la noche a la manana en un heroe para el publico americano. Sin embargo no es posible decir cuanto durara esa popularidad. Honestamente, muchos americanos, tal vez la mayoria, lo consideran un traidor.
—Estoy seguro que la mayoria de los ingleses considero que George Washington era un traidor —respondio Kinsman.
De Paolo se encogio de hombros.
—Si, por supuesto. Ehm… Usted ha venido hasta aqui para obtener el reconocimiento de su nueva nacion, ?verdad?
—Si. Queremos crear una situacion politica en la que Selene se vea liberada de la amenaza de un ataque por parte de los Estados Unidos o de Rusia. A cambio de esto, podemos ofrece a las naciones del mundo proteccion contra los ataques de proyectiles intercontinentales y la guerra atomica.
De Paolo arrugo los labios.
—Ustedes nos ofrecen mucho mas que eso.
Kinsman miro a Marrett y dijo:
—Ah, si. Se refiere al control del clima…
—Quiero decir
Kinsman se inclino hacia adelante en su silla. El respaldo acompano este movimiento.
—No comprendo.
Con una sonrisa que mostraba mas tristeza que alegria, De Paolo dijo:
—Permitame que se lo explique en pocas palabras… —Hizo una breve pausa. Luego continuo—: ?Cual es la causa de la guerra? Uno podria decir “diferencias politicas”, o “conflictos territoriales” o incluso “necesidad de recursos naturales”. Pero ninguna de estas respuestas es totalmente correcta. El origen de la guerra son las naciones. Los gobiernos nacionales deciden que pueden obtener por la fuerza lo que desean, y que no puede obtenerse de otro modo. Una vez que han decidido usar la fuerza, no hay manera de impedir la lucha.
—Continue —dijo Kinsman.
—Nuestro mundo, la Tierra , se enfrenta con infinidad de problemas gravisimos. La guerra es tan solo uno de ellos. Hay mucha hambre, en mi tierra natal, en la mayor parte del hemisferio austral y hasta en partes de las naciones mas ricas. Hay luchas para obtener recursos naturales. Hay superpoblacion, escasez de combustibles, contaminacion a escala mundial. Estos son problemas que abarcan todo el planeta.
—?Aaah!… —exclamo Harriman.
—Usted comienza a comprender —De Paolo le sonrio—. Las naciones del globo no pueden, o no quieren resolver esos problemas mundiales porque el problema fundamental, el que esta en la base de todos los demas, es el problema del nacionalismo. —Su voz se endurecio repentinamente—. Cada nacion se considera soberana y autonoma, y no acepta una autoridad superior que limite sus acciones. Todas las naciones, hasta las mas jovenes del Africa y de Asia, exigen completa autoridad para hacer lo que desean dentro de sus territorios. ?Lo que se logra con esto es la estupidez total! Crisis de poblacion, escasez de alimentos, injusticias raciales. Y eventualmente e inevitablemente, aparece la guerra.
—Tambien nosotros somos una nacion nueva —dijo Kinsman—, y tambien queremos nuestra soberania.
—Si, por supuesto. Pero, ?por que han venido hasta aqui? Creo que es porque se han dado cuenta de que ninguna nacion es, de hecho, completamente soberana. Siempre hay limites, realidades politicas que no pueden ser ignoradas; siempre existe la necesidad de cooperar cuando no se puede ejercer la fuerza. La ironia de todo esto es que ustedes, que viven en la Luna , se dan cuenta de que deben cooperar con las naciones de la Tierra para poder sobrevivir. Ojala las de aqui tuvieran la misma lucidez.
Kinsman asintio con la cabeza, y el zumbido de los motores electricos le hizo fruncir el ceno ante un incipiente dolor de cabeza.
—Su compatriota Alexander Hamilton ya conocia el problema cuando escribio: “No hay que esperar que las naciones tomen iniciativas que limiten su campo de accion”. No. Las naciones del mundo no resolveran el problema del nacionalismo. No