diciendose firmemente que la inquietud y el rechazo instantaneo eran simples nervios, y espero.

—Identifiquese, betana —gruno el. Eso le produjo una deslavazada sensacion de deja vu.

Cordelia lucho por encontrar el equilibrio; le dirigio un saludo cortante y dijo:

—Capitana Cordelia Naismith, Fuerza Expedicionaria Betana. Somos un grupo militar. Combatientes. —El, naturalmente, no entendio el chiste.

—Ja. Desnudenla y denle la vuelta.

Dio un paso atras, observando. Los dos sonrientes soldados que la custodiaban obedecieron. No me gusta como esta empezando esto… Se obligo a mostrar indiferencia, aferrandose a todas sus fuentes secretas de serenidad. Calma. Calma. Quiere ponerte nerviosa. Lo puedes ver en sus ojos, sus ojos ansiosos. Calma.

—Un poco mayor, pero valdra. La mandare llamar mas tarde.

El guardia le arrojo el pijama. Ella se vistio despacio, para molestarlos, como un striptease inverso, con precisos movimientos adecuados para una ceremonia del te japonesa. Uno gruno, el otro la empujo por la espalda hacia la celda. Ella sonrio agriamente ante este exito, pensando bueno, al menos tengo este grado de control sobre mi destino. ?Debo concederme puntos si puedo molestarlos lo suficiente para que me golpeen?

La empujaron hasta una habitacion de metal pelado y la dejaron alli. Ella continuo el juego, para su propia diversion, y se arrodillo con gracia en el suelo con el mismo tipo de movimientos, el pie derecho cruzado correctamente sobre el izquierdo, las manos inmoviles sobre los muslos. El contacto le recordo la parte de su pierna izquierda que carecia de toda sensacion, calor, frio, dolor, presion, legado de su ultimo encuentro con los ejercitos de Barrayar. Entorno los ojos y dejo que su mente vagara, esperando dar a sus captores la inquietante impresion de profundas meditaciones psiquicas de aspecto peligroso. Fingir agresion era mejor que nada.

Despues de dos horas de inmovilidad, sus musculos desacostumbrados protestaron por la posicion de la forma mas dolorosa. Entonces el guardia regreso.

—El almirante la llama —dijo laconicamente—. Venga.

Ella volvio a tener un guardia a cada lado para el trayecto por la nave. Uno sonrio y la desnudo con los ojos. El otro la miro con piedad, algo mucho mas preocupante. Ella empezo a preguntarse si el tiempo que habia pasado con Vorkosigan no la habia hecho pasar por alto los riesgos de ser capturada. Llegaron a la zona de oficiales, y se detuvieron ante una puerta metalica ovalada, identica a una hilera de otras puertas. El guardia que sonreia llamo, y recibio permiso para entrar.

Las habitaciones del almirante eran muy distintas del austero camarote que Cordelia habia tenido a bordo de la General Vorkraft. Para empezar, habian quitado los tabiques de las dos salas adyacentes, consiguiendo el triple de espacio. La habitacion estaba llena de muebles personales de aspecto lujoso. El almirante Vorrutyer se levanto de un asiento tapizado de terciopelo cuando ella entraba, pero Cordelia no lo confundio con un gesto de cortesia.

La rodeo sibilinamente mientras ella permanecia en silencio, observando la sala.

—Un paso adelante respecto a esa celda, ?eh? —sondeo el.

Para beneficio de los guardias, ella replico:

—Parece un burdel.

El guardia sonriente se atraganto, y el otro solto una carcajada que corto rapidamente una mirada de Vorrutyer. No crei que eso fuera gracioso, penso ella. Algunos de los detalles del decorado empezaron a calar, y advirtio que habia dicho la verdad en mas de un aspecto. Por ejemplo, aquella extrana estatuilla del fondo. Aunque supuso que tenia cierto merito artistico que la redimia.

—Un burdel con clientes muy especiales —anadio.

—Atenla —ordeno Vorrutyer—, y vuelvan a sus puestos. Los llamare cuando termine.

La colocaron de espaldas sobre la ancha cama no reglamentaria, los brazos y piernas en cruz, firmemente sujetos por brazaletes atados a su vez al armazon de la cama por cortas cadenas. Sencillos, helados, imposibles de romper.

El guardia que se habia apiadado de ella le susurro entre dientes mientras le sujetaba las munecas, con un suspiro casi inaudible:

—Lo siento.

—No importa —susurro ella. Se miraron a los ojos, ocultando el secreto intercambio a Vorrutyer, que observaba.

—Ja. Eso es lo que cree ahora —murmuro el otro entre dientes, mientras aseguraba la otra correa.

—Callate —murmuro el primero, y le dirigio una mirada feroz. Un silencio sucio lleno la habitacion hasta que los guardias se marcharon.

—Parece una instalacion permanente —le comento ella a Vorrutyer, horriblemente fascinada. Era como una broma enfermiza que cobrara vida—. ?Que hace cuando no puede capturar betanos? ?Pide voluntarios?

El fruncio levemente el ceno, pero luego suavizo su expresion.

—Siga asi —la animo—. Me divierte. Eso hara que las ultimas palabras sean aun mas interesantes.

Se aflojo el cuello del uniforme, se sirvio un vaso de vino de un bar portatil situado en un rincon, algo que tampoco casaba con las normas, y se sento en la cama junto a ella con el aire coloquial del hombre que visita a un amigo enfermo. La observo minuciosamente, sus hermosos ojos marrones estaban humedos de expectacion.

Ella trato de consolarse: tal vez sea solo un violador. Tal vez fuera posible manejar a un simple violador. Eran almas directas e infantiles, apenas ofensivas. Incluso la vileza tiene una gama relativa…

—No conozco ningun secreto militar que valga nada —dijo—. No merezco su atencion ni su tiempo.

—No lo esperaba —respondio el tranquilamente—. Aunque sin duda insistira en decirme todo lo que sabe en las proximas semanas. Bastante tedioso, y nada interesante. Si quisiera informacion, mi medico personal se la extraeria en un santiamen. —Sorbio su vino— Aunque es curioso que saque usted el tema… quizas la envie a la enfermeria, despues.

Ella sintio un nudo en el estomago. Tonta, se reprimio por dentro ?acabas de cargarte una oportunidad para evitar ser interrogada? Pero no, tenia que ser el procedimiento estandar. Te esta confundiendo. Sutil. Tranquilo…

El volvio a beber.

—?Sabe? Creo que disfrutare teniendo una mujer mayor para variar. Las jovenes puede que sean bonitas, pero son demasiado faciles. No hay diversion. Ya veo que usted si que va a ser una gran diversion. Una caida muy grande requiere una altura muy grande, ?verdad?

Ella suspiro y miro al techo.

—Bueno, estoy segura de que sera educativo.

Trato de recordar como habia ocupado su mente durante las sesiones de sexo con su antiguo amante en las malas epocas antes de que finalmente lo dejara. Tal vez esto no fuera peor…

Vorrutyer, sonriendo, deposito la copa de vino sobre una mesilla de noche y saco del cajon un cuchillo pequeno, afilado como un anticuado escalpelo, con un mango enjoyado que chispeo antes de que su mano lo eclipsara. De manera caprichosa, empezo a rasgar el pijama naranja, apartandolo de ella como si fuera la piel de una fruta.

—?No es eso propiedad del Gobierno? —pregunto ella, pero lamento haber hablado, pues el temblor hizo que la palabra «Gobierno» sonara vacilante. Era como lanzar una minucia a un perro hambriento, con lo que solo conseguiria que saltara mas alto.

El se echo a reir, complacido.

—Oops.

Deliberadamente, dejo que el cuchillo resbalara. Se clavo un centimetro en su muslo. Observo el rostro de Cordelia, avido de reaccion. Fue en la zona insensible: ella ni siquiera noto el humedo hilillo de sangre que mano de la herida. Los ojos de Vorrutyer se entornaron, llenos de decepcion. Ella ni siquiera miro hacia abajo. Deseo haber estudiado mas sobre los estados de trance.

—No voy a violarla hoy —dijo el, desenfadadamente—, si eso es lo que ha estado pensando.

—Se me habia pasado por la cabeza. No imagino en que se nota.

—Apenas hay tiempo —sugirio—. Hoy es, como si dijeramos, el entremes del banquete, o una sopita sencilla, clarita. Todas las cosas complicadas las reservo para el postre, dentro de unas pocas semanas.

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