—Nunca tomo postre. Los kilos, ya sabe.

El se volvio a reir.

—Es usted un encanto. —Solto el cuchillo y tomo otro sorbo de vino—. Sabe, los oficiales siempre delegan su trabajo. Yo soy aficionado a la historia terrestre. Mi siglo favorito es el dieciocho.

—Yo habria supuesto que el catorce. O el veinte.

—Dentro de un dia o dos, le ensenare a no interrumpir. ?Por donde iba? Ah, si. Bueno, en mis lecturas me he encontrado con una escena encantadora en la que cierta gran dama —alzo la copa de vino en un brindis hacia ella— fue violada por un sirviente enfermo, a las ordenes de su amo. Muy picante. Las enfermedades venereas son, ay, cosa del pasado. Pero tengo a mis ordenes a un sirviente enfermo, aunque su enfermedad es mental y no fisica. Un autentico esquizofrenico paranoico.

—De tal amo, tal criado —dijo ella, al azar. No podre soportar esto mucho mas tiempo: el corazon me fallara pronto…

Esto provoco una sonrisa amarga.

—Oye voces, sabe, como Juana de Arco, excepto que el me dice que son demonios, no santos. Tambien tiene alucinaciones visuales, en ocasiones. Y es un hombre muy grande. Lo he utilizado antes, muchas veces. No es el tipo de persona a quien resulta facil, eh, atraer a las mujeres.

En ese momento llamaron a la puerta y Vorrutyer fue a atenderla.

—Ah, pase, sargento. Estaba hablando de usted.

Bothari —jadeo ella.

La alta figura y el familiar rostro de borsoi del soldado de Vorkosigan agacho la cabeza para poder pasar por la puerta. ?Como, como podia el haber detectado su pesadilla personal? Un caleidoscopio de imagenes atraveso su memoria: un bosque oscuro, el chasquido de los disruptores, los rostros de los muertos y los medio muertos, una forma acechante como la sombra de la muerte.

Se concentro en su realidad actual. ?La reconoceria el? Sus ojos no la habian tocado todavia: estaban fijos en Vorrutyer. Demasiado juntos, aquellos ojos, y ni siquiera al mismo nivel. Daban a su rostro un inusitado grado de asimetria que aumentaba su notable fealdad.

La imaginacion desbocada de Cordelia se fijo en su cuerpo. Era de algun modo un error, encogido en su uniforme negro, no como la recta figura que habia visto por ultima vez exigiendole un puesto de honor a Vorkosigan. Algo iba mal, terriblemente mal. Una cabeza mas alto que Vorrutyer, sin embargo parecia casi arrastrarse ante su amo. Tenia la espalda torcida de tension mientras miraba a su… ?su torturador? ?Que haria un violador mental como Vorrutyer con el material presentado por Bothari?, se pregunto ella. Dios, Vorrutyer, ?te imaginas, en tu retorcimiento amoral, en tu monstruosa vanidad, que controlas a este elemental? ?Y te atreves a jugar con esa locura que acecha en sus ojos? Los pensamientos de Cordelia iban al compas de su pulso desbocado. Hay dos victimas en esta habitacion. Hay dos victimas en esta habitacion. Hay dos…

—Aqui tiene, sargento. —Vorrutyer senalo por encima de su hombro a Cordelia, tendida sobre la cama—. Violeme a esta mujer.

Acerco una silla y se dispuso a observar, de cerca y con alegria.

—Vamos, vamos.

Bothari, el rostro tan ilegible como siempre, se desabrocho los pantalones y se acerco al pie de la cama. La miro por primera vez.

—?Alguna palabra mas, «capitana» Naismith? —pregunto Vorrutyer sarcastico—. ?O por fin se ha quedado sin habla?

Ella miro a Bothari, sacudida por una piedad casi amorosa. El parecia casi en trance, lujuria sin placer, expectacion sin esperanza. Pobre diablo, penso Cordelia, que han hecho contigo. Sin deseos de continuar la pugna verbal, rebusco en su corazon palabras no para Vorrutyer, sino para Bothari. Algunas palabras de consuelo, no aumentare su locura… El aire de la habitacion parecia frio y pegajoso, y ella tirito, sintiendose completamente agotada, sin resistencia, triste. El se tumbo sobre ella, pesado y oscuro como el plomo, haciendo que la cama crujiera.

—Creo —dijo ella lentamente por fin—, que los atormentados estan muy cerca de Dios. Lo siento, sargento.

El la miro, su cara a un palmo de la suya, durante tanto tiempo que ella se pregunto si la habia oido. Su aliento no era bueno, pero ella no aparto la cara. Entonces, para su sorpresa, se levanto y se volvio a poner los pantalones, temblando levemente.

—No, senor —dijo con voz grave y monocorde.

—?Que? —Vorrutyer se incorporo en su asiento, sorprendido—. ?Por que no? —exigio.

El sargento busco las palabras.

—Es la prisionera del comodoro Vorkosigan. Senor.

Vorrutyer se quedo mirando, primero aturdido, luego iluminado.

—?Asi que es la betana de Vorkosigan! —Su fria diversion se evaporo con el nombre, con un siseo como el de una gota de agua al caer sobre una parrilla al rojo.

?La betana de Vorkosigan? Una breve esperanza destello en su interior, ante la posibilidad de que el nombre de Vorkosigan pudiera ser una clave para su seguridad, pero murio. La probabilidad de que esa criatura fuera una especie de amigo de el era sin duda bajo cero. Ahora la estaba mirando, pero la atravesaba con la mirada, como si fuera una ventana a un paisaje aun mas maravilloso. ?La betana de Vorkosigan?

—Ahora tengo a ese hijo de puta puritano estirado agarrado por las pelotas —jadeo ferozmente—. Esto podria ser aun mejor que el dia que le conte lo de su esposa.

La expresion de su cara era extrana y preocupante, la mascara de suavidad parecia derretirse y caerse a pedazos. Era como tropezar de pronto en el centro de una caldera. El parecio recordar la mascara y recompuso las piezas, solo a medias.

—Sabe, me ha abrumado. Las posibilidades que ofrece… dieciocho anos no fueron demasiada espera para una venganza tan ideal. Una mujer soldado. ?Ja! El probablemente considero que era la solucion ideal para nuestra mutua… dificultad. Mi guerrero perfecto, mi querido hipocrita, Aral. Apuesto a que tiene usted mucho que aprender de el. Pero sabe, de algun modo estoy seguro de que no le ha hablado de mi.

—Por su nombre no —reconocio ella—. Posiblemente por categoria.

—?Y que categoria era esa?

—Creo que el termino que empleo fue «la escoria del servicio».

El sonrio agriamente.

—Yo no recomendaria hablar asi a una mujer en su posicion.

—Oh, ?entonces encaja en la categoria? —Su respuesta fue automatica, pero su corazon se encogia dentro de ella, dejando un hueco resonante. ?Que esta haciendo Vorkosigan en el centro de la locura de este tipo? Sus ojos se parecen a los de Bothari ahora…

La sonrisa de el se tenso.

—He encajado en muchas cosas en mi vida. Junto con su puritano amante. Deje que su imaginacion reflexione un poco sobre eso, querida mia, mi dulzura, mi mascota. No lo creera viendolo ahora, pero fue todo un viudo alegre, antes de entregarse de manera tan irritante a esos estallidos de caballerosidad.

Se echo a reir.

—Su piel es muy blanca. ?La toco el… asi?

Paso una una por el interior del brazo, y ella se estremecio.

—Y su pelo. Estoy seguro de que debio quedar fascinado por ese pelo salvaje. Tan bonito, y de un color tan poco habitual.

Retorcio un mechon suavemente entre sus dedos.

—Tengo que pensar que puede hacerse con ese pelo. Se podria arrancar el cuero cabelludo por completo, desde luego, pero debe ser algo aun mas creativo. Tal vez me llevare un trocito, y jugare con el, de manera casual, en la reunion de Estado Mayor. Lo dejare deslizarse entre mis dedos… para ver cuanto tiempo tarda en llamarle la atencion. Alimentare la duda, y el creciente temor con, oh, una o dos observaciones casuales. Me pregunto cuanto tiempo tardara en confundir esos informes suyos, tan molestamente perfectos… ?ja! Luego lo enviare durante una semana a cumplir alguna mision lejana, todavia preguntandose, todavia en la duda…

Вы читаете Fragmentos de honor
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату