Tomo el cuchillo enjoyado y corto un grueso mechon, que enrosco y guardo cuidadosamente en el bolsillo de su pecho, sin dejar de sonreir en ningun momento.

—Hay que tener cuidado, naturalmente, para no hacer que recurra a la violencia… se vuelve entonces tediosamente inmanejable.

Paso un dedo con un movimiento en forma de L por el lado izquierdo de su barbilla, siguiendo la posicion exacta de la cicatriz de Vorkosigan.

—Es mucho mas facil de empezar que de detener. Aunque ultimamente esta muy comedido. ?Su influencia, cachorrillo mio? ?O es que simplemente se nos esta haciendo viejo?

Arrojo el cuchillo sobre la mesilla de noche, descuidadamente, y luego se froto las manos, solto una carcajada y se acerco a ella para susurrarle amorosamente al oido:

—Y despues de Escobar, cuando ya no necesitemos al perro guardian del emperador, no habra limite a lo que yo pueda hacer. Tantas posibilidades…

Empezo a dar rienda suelta a un monton de planes para torturar a Vorkosigan a traves de ella, repletos de detalles obscenos. Estaba extasiado ante esta vision, con la cara palida y humeda.

—No podra salirse con la suya —dijo ella debilmente. Ahora habia miedo en su cara, y lagrimas que corrian de las comisuras de sus ojos en rastros incandescentes para mojar los mechones de pelo alrededor de sus oidos, pero el apenas se sintio interesado. Cordelia habia pensado que habia caido en el pozo de miedo mas profundo posible, pero ahora ese suelo se abria bajo ella y volvia a caer, interminablemente, girando en el aire.

El parecio recuperar alguna medida de control y rodeo el pie de la cama, mirandola.

—Bien. Que refrescante. Sabe, me siento pletorico. Creo que lo hare yo mismo, despues de todo. Se alegrara. Soy mucho mas agraciado que Bothari.

—No para mi.

El se quito los pantalones y se preparo para subirsele encima.

—?Me perdona tambien, querida?

Ella se sintio helada, y agotada, y enormemente pequena.

—Me temo que tendre que dejar eso a la misericordia infinita, Excede usted mi capacidad.

—Eso lo dejaremos para mas adelante —prometio el, confundiendo su derrota por arrogancia, y claramente excitado por lo que consideraba una nueva muestra de resistencia.

El sargento Bothari habia estado deambulando por la habitacion, moviendo la cabeza de un lado a otro y meneando la estrecha mandibula, como Cordelia lo habia visto hacer antes, un signo de agitacion.

Vorrutyer, concentrado en ella, no presto ninguna atencion a los movimientos a su espalda. Por eso su momento de absoluta sorpresa fue muy breve cuando el sargento lo agarro por el pelo rizado, tiro hacia atras de su cabeza y paso el cuchillo enjoyado con gran maestria por su cuello, cortando las cuatro venas mayores en un rapido movimiento doble. La sangre borboteo sobre Cordelia como un surtidor, horriblemente caliente y viscosa.

Vorrutyer dio una sacudida convulsiva y perdio la conciencia cuando la presion de la sangre en su cerebro se redujo a la nada. El sargento Bothari le solto el pelo, y Vorrutyer cayo entre las piernas de Cordelia y se deslizo hasta perderse de vista por el extremo de la cama.

El sargento permanecio de pie, acechante, respirando de manera entrecortada. Cordelia no podia recordar si habia gritado. No importaba, en cualquier caso era mas que probable que nadie prestara atencion a los gritos que salian de aquella habitacion. Sentia las manos, la cara y los pies congelados y sin sangre; el corazon le martilleaba.

Se aclaro la garganta.

—Uh, gracias, sargento Bothari. Ha sido un gesto, uh, muy caballeroso. ?Cree que podria desatarme tambien? —Su voz temblaba de manera incontrolable, y trago saliva, irritada por ello.

Observo a Bothari con aterrada fascinacion. No habia absolutamente forma alguna de predecir que podria hacer a continuacion. Murmurando para si, con expresion de asombro en el rostro, el desato su muneca izquierda. Rapidamente, envarada, ella se giro y solto la muneca derecha, y luego se sento y se libero los tobillos. Se sento un instante en el centro de la cama, completamente desnuda y cubierta de sangre, frotandose tobillos y munecas y tratando de poner en marcha su paralizado cerebro.

—Ropa. Ropa —murmuro para si. Se asomo al borde de la cama y vio la forma desmoronada del almirante Vorrutyer, los pantalones en los talones y su ultima expresion de sorpresa congelada en el rostro. Los grandes ojos marrones habian perdido su brillo liquido y empezaban a vidriarse.

Cordelia bajo de la cama por el lado de Bothari y empezo a buscar freneticamente por los cajones de metal y los armarios de la habitacion. Un par de cajones contenian su coleccion de juguetitos, y los cerro rapidamente, asqueada, comprendiendo por fin lo que quiso decir el con sus ultimas palabras. El gusto de aquel hombre en perversiones tenia desde luego una variedad notable. Algunos uniformes, todos con demasiadas insignias amarillas. Se limpio la sangre del cuerpo con una suave bata, y la tiro.

Mientras tanto, el sargento Bothari se habia sentado en el suelo, enroscado y con la cabeza apoyada en las rodillas, hablando entre dientes. Ella se arrodillo a su lado. ?Estaba empezando a alucinar? Tenia que ponerlo en pie y salir de alli. No podian contar con que no fueran a descubrirlos de un momento a otro. Sin embargo, ?donde podrian esconderse? ?O era la adrenalina, y no la razon, la que exigia huir? ?Habia una opcion mejor?

Mientras ella vacilaba, la puerta se abrio de golpe. Dejo escapar un grito por primera vez. Pero el hombre que habia en el umbral, la cara blanca y el arco de plasma en la mano, era Vorkosigan.

8

Cordelia suspiro temblorosa al verlo, y el panico paralizador parecio escapar de ella con aquella explosion de aliento.

—Dios mio, casi me da un ataque al corazon —consiguio decir con voz tensa—. Pase y cierre la puerta.

Los labios de el formaron en silencio su nombre, y entro, el subito panico de su rostro casi igual que el de ella. Entonces Cordelia vio que lo seguia otro oficial, un teniente de pelo castano y rostro blando y regordete. Asi que no se abalanzo sobre Vorkosigan y le lloriqueo al hombro, como apasionadamente deseaba, sino que dijo en cambio, con cautela:

—Ha habido un accidente.

—Cierra la puerta, Illyan —le dijo Vorkosigan al teniente. Sus rasgos se volvieron tensos y controlados mientras el joven le obedecia—. Vas a tener que ser testigo de esto con la mayor atencion.

Con los labios convertidos en una rendija blanca, Vorkosigan recorrio lentamente la habitacion, anotando los detalles, algunos de los cuales senalo en silencio a su companero. El teniente dijo «Er, ah» al primer gesto, que fue con el arco de plasma. Vorkosigan se detuvo ante el cadaver, miro el arma que tenia en la mano como si la viera por primera vez y la guardo en su funda.

—Leyendo otra vez al Marques, ?eh? —le dijo al cadaver con un suspiro. Le dio la vuelta con la puntera de la bota, y un poco mas de sangre broto del corte carnoso de su cuello—. Aprender ciertas cosas es peligroso. — Miro a Cordelia—. ?A quien debo felicitar?

Ella se humedecio los labios.

—No estoy segura. ?Cuanto se va a molestar la gente al respecto?

El teniente estaba examinando los cajones y armarios de Vorrutyer, usando un panuelo para abrirlos, y por su expresion al hallar aquello quedo claro que su educacion cosmopolita no era tan completa como habia supuesto.

Se quedo mirando largo rato el cajon que Cordelia habia cerrado tan presurosamente.

—El emperador, para empezar, estara encantado —dijo Vorkosigan—. Pero estrictamente en privado.

—De hecho, yo estuve atada todo el tiempo. El sargento Bothari, ejem, hizo los honores.

Vorkosigan miro a Bothari, todavia sentado en el suelo, hecho un ovillo.

—Mm.

Contemplo la habitacion una vez mas.

—Hay algo en esto que me recuerda cierta escena notable cuando irrumpimos en mi sala de maquinas. Tiene su firma personal. Mi abuela tenia una frase para ello… algo referido a llegar tarde y un dolar…

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