— ?Donde?

— En casa de Ted. Nos trasladaremos un instante despues de salir del trabajo. Incluso cenaremos alli. Te acogeremos con agrado.

— Esta bien, estupendo. — Entonces me acorde de lo que ellos consideraban como comida -. Ejem, quiza me reuna con vosotros despues de la cena.

Ella sonrio como si pudiese leer mis pensamientos.

— Yo cocinare esta noche, asi que me parece que tu actitud es la mas inteligente.

— No, no me referia a eso… es decir…

— No te preocupes, Jerry. Ni te excuses. No quisiese yo comer tampoco alimentos sinteticos cuando se puede tener un verdadero filete.

— Me parece que me estoy comportando de una manera muy estupida, entonces tuve una idea -. Mira, ?por que no traigo yo la cena? Podria hacer que la preparasen aqui en el hotel y llevaria en platos de plastico. Despues no tendriamos ni que fregar siquiera.

Me miro dudosa.

— Quizas eso sea demasiado elegante para Ted.

— Sera algo sencillo. Y nos ahorrara tiempo y molestias. ?De acuerdo?

— De acuerdo, me has convencido para que no trabaje. Gracias.

Llegue al apartamento de Ted, siguiendo las instrucciones que me diera Barney, sobre las cinco de la tarde. El asiento posterior de mi coche de alquiler estaba lleno de cajas de carton. Llame al numero de Ted en el vestibulo y, por telefono, le pedi que bajase y me ayudara con los paquetes.

Tardo en descender medio minuto. Mirando a los bultos del asiento dijo:

— Las atenciones llegan a Cambridge.

Transportamos las cajas arriba y cenamos. La comida era excelente; incluso Ted parecia complacido.

— Empiezo a darme cuenta de que es una ventaja tener amigos ricos — dijo, tumbandose en el unico sofa de la pequena habitacion -. Sera mejor que tenga cuidado o me ablandaras, Jerry.

— Pense que seria mas facil para Barney comer asi.

— El obtener de ella un trabajo mas util constituye algo interesante. Me parece que no me puedo quejar.

A los pocos minutos de la cena, el apartamento, de una sola habitacion, se habia convertido en un taller de meteorologia. La unica mesa, el sofa-cama, incluso el fregadero y los armaritos de la cocinita estaban cubiertos de papeles: mapas, graficos, calculos, bosquejos, montanas de tiras impresas por los computadores. Ted y Tuli pronto se sumieron en un enigmatico y abreviado dialogo, mientras Barney les proporcionaba hojas de papel para que las leyesen.

— ?En Indianapolis! — grito Ted.

— Setenta y tres, cincuenta y uno, diez, dieciseis, cero, cuatro oeste doce a dieciocho — respondio Tuli en una especie de canturreo.

— Comprobado. ?Memphis!

Barney se acerco a mi silla y susurro:

— Estan comprobando los informes del tiempo de las cinco, emitidos desde las estaciones elegidas en torno al pais que afectan a las predicciones que hizo Ted la semana pasada. Hasta ahora, todo quedaba comprobado y reducido a un minimo porcentaje de error.

— Bueno.

Era mas de medianoche cuando Ted dio media vuelta a la ultima hoja emitida por un computador y dijo, triunfante:

— ?Exactos hasta el ultimo detalle! Muchachos, lo tenemos. ?Lo hemos conseguido!.

— ?Opinas que el doctor Rossman lo creera? — pregunto Barney desde cierta distancia. Estaba hirviendo agua para preparar cafe instantaneo.

— Por fuerza — repuso Ted -. Todos los numeros estan aqui comprobados. No tendra mas remedio que admitirlo.

— ?Podriais hacer lo mismo para una region del centro del Pacifico? — pregunte.

Se volvio hacia mi.

— ?Para las operaciones de dragado Thornton? Claro, ?por que no? No seria tan exacto, porque no hay muchos puestos de observacion alli… pero podemos conseguir una prediccion lo bastante buena para que indique a tus empleados cuando se presentaran tempestades.

— ?Con que anticipacion?

Se encogio de hombros.

— Una semana, o por lo menos diez dias. Quizas hasta dos semanas.

— ?Estupendo!.

— Se necesita mucho trabajo — dijo -. No podemos seguir siempre utilizando de contrabando los computadores.

Thornton puede pagarlo — dije.

— La primera parte del negocio — destaco Tuli -, es conjuntar el resto de las predicciones contra los informes actuales del tiempo para el resto de la semana…

Y luego ponerselo todo bajo la barbara nariz de Rossman — estallo Ted -, y verle como se vuelve verde de sorpresa. El viernes sera el gran dia. Entonces se lo mostrare todo a Rossman.

— ?Todavia se espera lluvia para el fin de semana? — pregunte.

Asintio:

— Eso supongo.

— Entonces no podremos ir a navegar — dije

— No abandones la esperanza. La situacion podria cambiar.

No me di cuenta de lo que queria decir.

— De todos modos vais a venir, ?verdad?

— ?Intenta impedirnoslo!

Transcurrio el jueves; Lei mucho durante aquel tiempo, pero me resultaba dificil. La mayor parte de los libros estaban demasiado llenos de ecuaciones para que yo los comprendiese; los otros estaban escritos por mentes en exceso simples. Ninguno de ellos transportaba la emocion que producia Ted sobre el vivir, respirar la naturaleza del tiempo. El viernes ya habia dejado de leer y pase el dia mirando la pantalla de TV.

Con bastante seguridad, mientras empezaba a conducir el coche hasta el edificio de Climatologia, comenzo a chispear. Jamas vi a un trio mas desanimado como el que formaban ellos cuando cruzaron la zona de aparcamiento bajo la lluvia y subieron a mi coche.

— No os pongais tan tristes. Si no podemos navegar, nos divertiremos mucho en Thornton.

— No es eso — contesto Barney, sentandose a mi lado. ?Que ocurre de malo? — me di cuenta de que estaba a punto de llorar. En el asiento trasero Ted se desplomo disgustado, con la barbilla casi hundida en el pecho. Incluso el normalmente impasible Tuli parecia como abrumado.

Barney dijo:

— Ted enseno sus predicciones al doctor Rossman esta tarde.

— ?Y… ?

— Me ha dicho que son interesantes, gracias — gruno Ted -, pero que es inutil excitarse en lo que posiblemente ha sido un accidente afortunado.

— ?Accidente?

— Empleo esa palabra.

— Pero… ?que quiso decir?

· Nada. Eso es exactamente lo que quiso decir. Le ensenamos como efectuar predicciones exactas con una semana de anticipacion y sigue aferrado a su idea, habiendo metido nuestros proyectos en uno de los cajones para olvidarse de ellos.

V

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