Se interrumpio al ver lo que estaba haciendo. Se quedo plantada en el umbral con un impermeable goteante y aparto de su frente un rizo de brillante cabello negro.
— ?Te marchas?
SI — conteste, siguiendo con el equipaje.
— Por causa de Ted.
— Volviste a acertar.
Entre en el cuarto de bano para abrir el armarito. Estaba vacio.
— ?Cuando te vas?
— En la primera maquina de volar que se encamine a Hawai.
— Supongo que no debo censurartelo — dijo.
— Eres muy generosa.
— Jerry, no seas sarcastico.
— ?Por que no? Crei que te gustaban los muchachos sarcasticos y duros y que exhibian su mal genio con frecuencia.
— No me gusta la gente que huye.
Cerre mi maleta.
— ?Y que esperabas que hiciese? ?Que me sentara ante mi escritorio y contase el dinero mientras tu y Ted os emparejabais en las nuevas alturas de las maravillas cientificas? ?Que me queda a mi por hacer aqui? Nada. Ted tiene lo que deseaba y tu lo que querias. Asi que volvere a mi casa y tratare de olvidar todo este asunto.
— ?Que quieres decir con que ya tengo lo que deseaba?
— Ted ha vuelto contigo, ?no? Ahora estais juntos cada dia, trabajando uno junto a otro en bien de la dulce ciencia. Solos vosotros dos, con vuestro lacayo asiatico. El pequeno muchacho rico de las islas ya no os es util para nada.
— ?Es eso lo que piensas?
— Le salve el cuello cuando estaba preparado para arrojar la toalla. Ahora no me necesita mas. Y mientras este contigo, tu tampoco me necesitas. ?Para que debo quedarme? ?Solo para ver llover?
— Si eso es cierto, Jerry — dijo -, ?entonces por que vine yo aqui?
No obtuvo respuesta a esa pregunta.
— Si eres capaz de hablar tranquilo durante unos minutos — dijo, yendo hacia el sofa -, quiza pueda demostrarte lo equivocado que estas.
— ?Que estoy equivocado?
— Ted es un gusano imperdonable ~ eso no admite la menor discusion. El modo en que te trato fue vergonzoso. Pero, si quieres escucharme un minuto, me parece que comprenderas por que es asi.
— No me hace falta que una aficionada me psicoanalice a un joven genio — repuse.
— No; prefieres correr a tu casa y esconderte tras tu padre.
Su voz de pronto sono fuerte, aguda, con verdadera colera. Jamas la habia visto enfadada.
— Ted te trato de manera horrible, en eso no tiene excusa. Yo esperaba que te mostrases ofendido y furioso contra el. Pero no crei que te compadecieras de ti mismo.
— Esta bien — dije -. ?Por que viniste?
— Porque Ted te debe una excusa, pero nunca te la dara. Asi que crei que deberia yo…
— ?Como su representante?
— Otra vez vuelves a ponerte sarcastico — dijo Barney.
Me sente junto a ella.
— Ted opera en un mundo propio — continuo Barney -. He pasado horas reprendiendole por el modo en que te ha tratado, pero eso no le impresiona. No podria excusarse aunque quisiera; es demasiado tozudo. Y, ademas, esta convencido de haber obrado de la mejor manera…
— ?La mejor manera?
— Deseaba cortar la sequia. Volver a Climatologia era la unica manera de hacerlo. ?Tu crees que le gusto? ?Tienes idea de lo que le costo pedir al doctor Rossman que le volviese a admitir? ?Ofrecer aceptar toda la responsabilidad 5 los experimentos fracasaban, hacerse a un lado y olvidarse de la gloria si daban resultado? Yo no hubiera podido; ninguno de nosotros. Pero Ted lo hizo. Sin parpadear.
— Es un loco — murmure.
— Esta venciendo a la sequia, no importa quien se lleve los honores. Y esta convencido de que obro bien. Cree que si estas enfadado, es porque eres tozudo y corto de vista.
— Una manera muy conveniente de considerarlo.
— No, lo cree en realidad. Nada hay mas importante para Ted que efectuar su trabajo… y hacerlo bien. Cualquier cosa que se le interponga… no tendra paciencia para soportarla.
Mire mas alla del rostro de Barney, a la goteante ventana.
— De acuerdo; creo que cumplira su mision.
Parecio relajarse un poco.
— Quise venir a verte antes, pero hemos estado literalmente encerrados en el edificio durante casi diez dias. Ha sido un tiempo imposible. Ya sabes lo negrero que es.
Tuve que sonreir.
— Pareces cansada.
Asintio.
— ?Te gustaria cenar un poco?
— Si, seria estupendo.
— Hare que nos la suban.
Marque la seleccion del menu en el tablero y a los pocos minutos la cena salia del receptaculo de la pared y se colocaba en la mesa. Empuje la mesa con ruedas hasta el sofa.
— ?Todavia piensas marcharte? — me pregunto Barney mientras comiamos.
— No lo se — repuse.
— Ojala no te vayas.
— 'Y ojala lo dijeses de veras', pense para mi.
Despues de cenar y mientras yo colocaba la bandeja otra vez en el receptaculo de la pared, me pregunto:
— ?Jerry, te vas a marchar o aguantaras?
Vi como la bandeja desaparecia en la ranura de la pared, llevandose los platos.
— ?Importa eso mucho? — pregunte a mi vez.
— Claro que si.
— ?Por que?
— Te necesitamos, Jerry. Ted te necesita; nos necesita a todos, a las personas de su confianza. Ahora mas que nunca.
— Entonces, es por Ted.
— Y por mi tambien, Jerry. No quiero que te marches. Ya te lo he dicho.
— Si, me lo dijiste.
Se me acerco mas.
— Lo digo de veras, Jerry. Por favor, no te vayas.
La atraje hacia mi y la bese. Estuvimos abrazados un momento y luego, con mucha suavidad, se me aparto.
— Jerry, yo no estaba segura de nada excepto de Ted. Ahora ni siquiera estoy segura de el.
Sonrei.
— Eso es lo malo de ser un simple mortal. Claro que si fuesemos superhombres, como quien tu sabes, jamas dudariamos de nada.
— No estes tan convencido — me contesto muy seria -. Se que Ted atropella a cualquiera que se le interponga… pero tiene sus dudas; sobre ~l mismo, sobre el trabajo que desea hacer. Solo el que no permita que nadie las vea no quiere decir que no existan.
— Ya imagino que tienes razon. Sin embargo, ha alzado un buen frente para protegerse.
Barney se volvio hacia la puerta.