momento se trago la rabia y la transformo en pura determinacion. Al salir del ascensor consulto la pantallita para ver quien le habia llamado; el prefijo era de la zona del valle de San Fernando, 818, pero el numero no le sonaba. Inmediatamente se dirigio a una serie de telefonos publicos situados en el patio frente al edificio federal y marco el numero. «Noventa centavos», le informo una voz electronica. Por suerte tenia cambio; echo las monedas por la ranura y, casi al instante, contesto Jerry Edgar.

– Harry -empezo Edgar sin decir «hola»-. Todavia estoy en la Asociacion de Veteranos y me estan mareando. No tienen el expediente de Meadows. Primero me han dicho que tenia que ir a traves de Washington o conseguir una orden judicial. Yo les he contestado que se que tienen un expediente por todo eso que tu me habias contado. Les he dicho: «Mirad, si me obligais a pedir una orden, ?podeis aseguraros al menos de que esta el maldito expediente?» O sea, que han empezado a buscarlo y al final han salido y me han dicho que si, que habia uno pero que ya no esta. Adivina quien se lo llevo con una orden el ano pasado.

– El FBI.

– ?Como lo sabes?

– No he estado precisamente tomando el sol. ?Te han dicho cuando o por que se lo llevo el FBI?

– No lo saben. Solo recuerdan que vino el FBI y se lo llevo. Eso fue en septiembre del ano pasado y todavia no lo han devuelto. No dieron ninguna explicacion. Los muy cabrones no tienen por que darlas.

Bosch reflexiono sobre aquello en silencio. El FBI ya lo sabia. Wish ya estaba al corriente de lo de Meadows y los tuneles y todo lo demas que le habia contado. Todo habia sido una farsa.

– Harry, ?estas ahi?

– Si, oye, ?te han ensenado una copia de los papeles o te han dicho el nombre del agente?

– No, no encontraban el resguardo y nadie recuerda el nombre del agente, excepto que era una mujer.

– Apuntate el numero donde estoy. Vuelve al registro y pideles otro expediente, solo para saber si esta. Pideles el mio.

Bosch le dio a Edgar el numero del telefono publico, su fecha de nacimiento, numero de la seguridad social y el nombre completo, deletreando su verdadero nombre de pila.

– ?Joder! ?Ese es tu nombre de verdad? -pregunto Edgar-. O sea, que lo de Harry es para los amigos. ?Como se le ocurrio eso a tu madre?

– Por un pintor del siglo XV que le gustaba. Pega con el apellido -explico Bosch-. Venga, ve a comprobar lo del expediente y vuelveme a llamar. Yo te espero aqui.

– Es que no puedo ni pronunciarlo, tio. -Pues deletreaselo.

– Vale, lo intentare. Por cierto, ?donde estas?

– En un telefono publico, delante del FBI.

Bosch colgo antes de que su companero le hiciera mas preguntas. Encendio un cigarrillo, se apoyo en la cabina y se quedo observando a un grupito de personas que caminaba en circulos frente al edificio federal. Los manifestantes sostenian pancartas caseras en contra de la concesion de nuevas licencias para extraer petroleo de la bahia de Santa Monica. Bosch leyo varios carteles que decian «No al petroleo», «No mas contaminacion en la bahia», «Estados Unidos de Exxon», etc.

Distinguio la presencia de un par de equipos de television filmando la protesta. Aquello era lo fundamental: la publicidad. Si los medios de comunicacion se presentaban y salia en las noticias de las seis de la tarde, la manifestacion habria sido todo un exito. Bosch vio que el cabecilla de la protesta estaba siendo entrevistado ante la camara por una mujer que Bosch reconocio como presentadora del Canal 4. Tambien le sonaba el portavoz de los manifestantes, pero no estaba seguro de donde lo habia visto. Despues de observar la tranquilidad del hombre ante la camara, Bosch lo reconocio. Era un actor de television que interpretaba el papel de un borracho en una comedia bastante conocida que habia visto una o dos veces y, aunque el programa ya no se emitia, observo que el lio seguia teniendo pinta de alcoholico.

Apoyado en la cabina, Bosch iba por su segundo cigarrillo y empezaba a acusar el calor del mediodia, cuando vio salir a Eleanor Wish por una de las puertas acristaladas del edificio. La agente caminaba cabizbaja, buscando algo en el bolso, y no se habia percatado de su presencia. Bosch se apresuro a ocultarse detras de los telefonos. Wish encontro lo que buscaba, unas gafas de sol, se las puso y paso por delante de los manifestantes sin siquiera mirarlos. Luego camino por Veteran Avenue en direccion a Wilshire Boulevard. Bosch sabia que el aparcamiento del FBI se hallaba en direccion contraria, por lo que dedujo que no iba lejos. Justo en ese momento sono el telefono.

– ?Harry? El FBI tambien tiene tu expediente. ?Que cono esta pasando?

La voz de Edgar denotaba impaciencia y confusion. No le gustaban los lios ni los misterios. El solo queria hacer su trabajo.

– No lo se. No me lo han querido decir -respondio Bosch-. Tu vuelve a la oficina; ya hablaremos alli. Si llegas antes que yo, llama a los del metro. Al Departamento de Personal, a ver si tuvieron a un tal Meadows en plantilla. Prueba tambien con el nombre de Fields. Luego dedicate al informe de la punalada en television, tal como habiamos quedado. Tu cumples tu parte del trato y yo ya me reunire contigo.

– Harry, tu me dijiste que conocias a este tio, a Meadows. Quiza deberiamos informar a Noventa y ocho de que hay un conflicto de intereses y pasar el caso a la central de Robos y Homicidios o a otra persona de la comisaria.

– Ya lo discutiremos luego, Jed. Mientras tanto no hagas nada ni hables con nadie hasta que yo llegue.

Bosch colgo y se encamino hacia Wilshire Boulevard. La agente Wish ya habia girado hacia el este en direccion a Westwood Village. Bosch acorto la distancia entre ellos, cruzo la calle y la siguio, cuidando de no acercarse demasiado para evitar que ella lo viera reflejado en los escaparates. Cuando Wish llego a Westwood Boulevard, cruzo la avenida y paso a la acera de Bosch. El se metio en un banco unos segundos, y cuando volvio a salir a la calle ella habia desaparecido. Despues de mirar a derecha e izquierda, Bosch corrio hasta la esquina y vio a la agente a media manzana de Westwood, caminando en direccion al Village.

Wish aflojo la marcha al pasar delante de unos escaparates y se detuvo ante una tienda de articulos deportivos que exhibia unos maniquies de mujer vestidos con pantalones cortos y camisetas verde lima: la moda del ano pasado a precios rebajados. Despues de contemplar la ropa unos instantes, Wish reanudo su paseo y no paro hasta llegar a la zona donde se hallaban todos los teatros. Una vez alli entro en el Stratton's.

Bosch, que seguia en la otra acera, paso sin mirar por delante del restaurante y llego hasta la esquina. Se detuvo bajo la marquesina del viejo teatro Bruin y miro atras; ella no habia salido. Se pregunto si habria una puerta trasera y consulto su reloj; era un poco temprano para almorzar, pero quizas ella preferia comer antes de que se llenaran los bares. Tal vez preferia comer sola. Bosch cruzo la calle hasta la otra esquina y se aposto delante del teatro Fox. Desde alli divisaba el ventanal del Stratton's, pero no a la agente. A continuacion atraveso un aparcamiento al aire libre y llego a un callejon detras del restaurante. ?Lo habria visto la Wish? ?Habria sido todo un truco para darle el esquinazo? Hacia mucho tiempo que Bosch no seguia a nadie, pero no creia que ella le hubiera descubierto, asi que al final entro en el establecimiento por la puerta de atras.

Eleanor Wish estaba sola en una de las mesas de madera situadas a la derecha del local. Como cualquier policia cuidadoso, se habia sentado de cara a la entrada, por lo que no vio a Bosch hasta que este se sento en la silla frente a ella y cogio la carta que Wish ya habia vuelto a dejar sobre la mesa tras echarle un vistazo.

– Es la primera vez que vengo a este bar. ?Que me recomiendas?

– ?Que es esto? -dijo ella con cara de sorpresa.

– Nada. He pensado que a lo mejor te apetecia un poco de compania.

– ?Me has seguido? -pregunto y al instante se contesto-: Me has seguido.

– Al menos yo no te engano. ?Quieres que te diga una cosa? Creo que te equivocaste alla en tu despacho. Fuiste demasiado seca. Imaginate: entro yo con la unica pista que has tenido en nueve meses y me empiezas a hablar de vias oficiales y todo el rollo. Me oli que habia algo raro, pero no sabia que. Ahora ya lo se.

– ?De que hablas? No, no me lo digas. Prefiero no saberlo.

Wish hizo un ademan de levantarse, pero Bosch alargo la mano y la agarro de la muneca. La agente tenia la piel calida y humeda tras la caminata hasta el restaurante. Ella se detuvo y sus ojos castanos lo fulminaron con una mirada envenenada.

– Sueltame -le ordeno. Su tono, controlado pero amenazador, sugeria que podia perder la paciencia en cualquier momento. Bosch la solto.

– No te vayas, por favor. -Ella titubeo un instante y Bosch lo aprovecho-. No me importa. Comprendo tus motivos, tu frialdad conmigo en la oficina, todo. La verdad es que lo hiciste bien, de eso no hay duda. No te lo

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