brillante; eso te pasa por trabajar tanto sentado.
– Vale ya -intervino Pounds-. Bosch y Edgar, sentaos y callaos un momento. Este…
– Teniente, yo no he dicho nada -se lamento Edgar-. Yo…
– ?Callaos, todos! ?Maldita sea! -grito Pounds-. Edgar, para que lo sepas, si es que no lo sabias, estos dos son de Asuntos Internos: los detectives Lewis y Clarke. Esto es un…
– Quiero un abogado -interrumpio Bosch.
– Creo que yo tambien -anadio Edgar.
– ?Ya esta bien, joder! -exclamo Pounds-. Primero vamos a aclarar unas cuantas cosas sin tener que llamar a los de la Liga de Proteccion del Policia, ?de acuerdo? Si quereis un abogado, lo llamais luego. Ahora mismo os vais a sentar, los dos, y vais a responder a unas cuantas preguntas. Y si no, tu, Edgar, vas a pasar de ese traje de ochocientos dolares a un uniforme de patrulla y tu, Bosch, bueno… tu probablemente saldras volando de una patada.
Durante unos segundos reino el silencio en la pequena habitacion, a pesar de que la tension entre los hombres amenazaba con romper los cristales. Pounds miro hacia la oficina, donde una docena de detectives hacian ver que trabajaban, al tiempo que seguian atentamente lo que estaba ocurriendo. Algunos habian intentado leer los labios del teniente a traves del cristal, por lo que este se levanto y bajo las persianas, algo que todos interpretaron como una prueba de que la cosa era grave. Incluso Edgar mostro su preocupacion mediante un gran suspiro. Pounds volvio a sentarse, y empezo a repicar con una una larga sobre la carpeta de plastico azul que yacia cerrada sobre su mesa.
– Vale. Vayamos al grano -empezo-. Para empezar, estais fuera del caso Meadows. Y nada de preguntas; habeis terminado vuestro trabajo y basta. Ahora quiero que nos lo conteis todo.
En ese momento, Lewis saco una grabadora de su maletin, la encendio y la puso sobre la mesa impoluta de Pounds.
Bosch solo llevaba ocho meses con Edgar como companero e ignoraba como reaccionaria ante ese tipo de presion ni si seria capaz de plantar cara a aquellos cabrones. Pero Edgar le caia bien y no queria meterlo en un lio; su unico pecado habia sido querer disponer del domingo libre para vender casas.
– Por ahi no paso -dijo Bosch, senalando a la grabadora.
– Quite eso -le ordeno Pounds a Lewis, aunque la grabadora se hallaba mas cerca de el que del detective de Asuntos Internos. Este se levanto para coger el aparato, lo apago, rebobino y volvio a depositarlo sobre la mesa.
Una vez Lewis se hubo sentado, Pounds empezo a hablar:
– Maldita sea, Bosch, el FBI me llama esta manana y me dice que eras sospechoso de un maldito golpe a un banco. Me dicen que tambien sospechaban de ese tio, Meadows, y que ahora sospechan de ti por asesinato., Con este panorama, ?como quieres que no te hagamos preguntas?
Edgar exhalo aun mas fuerte. Todo aquello le venia de nuevo.
– Hablaremos si no encienden la grabadora -contesto Bosch.
Pounds lo considero un instante y dijo:
– De acuerdo. Habla.
– Para empezar, Edgar no sabe nada de todo esto. Ayer hicimos un trato; yo me ocupaba del caso Meadows y el se iba a casa. A el le tocaba terminar el caso Spivey, el tio de la tele que apunalaron la otra noche. De lo del FBI y el robo al banco no tiene ni puta idea, asi que dejalo ir.
Pounds no quiso mirar a Lewis, a Clarke ni a Edgar; iba a tomar la decision el solo.
En ese momento Bosch sintio un cierto respeto por el; lo vio como una llamita en medio de un huracan de incompetencia. Pounds abrio el cajon de su mesa y saco una regla de madera. Jugueteo con ella un momento y finalmente miro a Edgar.
– ?Es verdad lo que ha dicho Bosch?
Edgar asintio.
– ?Eres consciente de que eso le perjudica, que parece como si el quisiera quedarse el caso y ocultarte informacion?
– El me dijo que conocia a Meadows; no me lo, oculto en ningun momento. Era domingo y no ibamos a encontrar a nadie que viniera a relevarnos solo porque Bosch hubiera conocido a la victima hace veinte anos. Al fin y al cabo, la policia conoce a casi toda la gente que aparece muerta en Hollywood. El asunto del banco debio de descubrirlo cuando yo me marche. Es la primera noticia que tengo.
– De acuerdo -dijo Pounds-. ?Tienes algun informe sobre este caso?
Edgar nego con la cabeza.
– Vale, acaba lo que tengas sobre… ?como se llama?… si, el caso Spivey. Te voy a asignar un nuevo companero. No se quien, pero ya te lo dire. Venga, vete.
Edgar solto otra fuerte exhalacion y se puso en pie.
Harvey Pounds dejo que las cosas se calmaran un poco despues de que Edgar se hubiera ido. Bosch ansiaba desesperadamente fumarse un cigarrillo, o como minimo tenerlo en los labios; pero no iba a mostrarles semejante senal de debilidad.
– De acuerdo, Bosch -repitio Pounds-. ?Tienes algo que decir sobre todo esto?
– Si, que todo es mentira.
Clarke sonrio con suficiencia, pero Bosch no le presto atencion. En cambio, Pounds dirigio una mirada de reprobacion al de Asuntos Internos que aumento aun mas el respeto que Bosch sentia por el teniente.
– El FBI me ha confirmado esta manana que no es-my bajo sospecha -explico Bosch-. Me investigaron hace nueve meses, lo mismo que al resto de soldados de los tuneles. Debieron de encontrar algo que conectaba el lobo con Vietnam. Fue un trabajo a fondo; tenian que mirar a todo dios, asi que me investigaron y luego me dieron el visto bueno. ?No ves que yo estaba en Mexico cuando ocurrio el robo? Cortesia de estos dos payasos, por cierto.
– Supuestamente -intervino Clarke.
– Vete a la mierda, Clarke. Tu lo que quieres es tomarte unas vacaciones en Mexico a costa del contribuyente. Si quieres verificarlo, llama al FBI y nos ahorraras el dinero.
Dicho esto, Bosch se volvio de nuevo hacia Pounds y giro la silla para darle la espalda a los detectives del Departamento de Asuntos Internos. Cuando comenzo a hablar lo hizo en voz baja, dejando claro que se dirigia a Pounds, no a ellos.
– El FBI no me quiere en el caso porque, primero, les entro el panico cuando me presente alli hoy para preguntar sobre el robo al banco. Yo era un nombre del pasado, se pusieron nerviosos y te llamaron inmediatamente. Y segundo, me quieren fuera porque seguramente la cagaron al soltar a Meadows el ano pasado. Dejaron escapar la unica pista que han tenido y no les hace ninguna gracia que otro departamento entre y resuelva lo que ellos no lograron resolver en nueve meses.
– Eso si que es mentira -corrigio Pounds-. Esta manana recibi una peticion formal del agente especial a cargo de la brigada de bancos, un tal…
– Rourke.
– Veo que lo conoces. Bueno, el me pidio…
– Que me sacaras del caso Meadows inmediatamente. Te dijo que yo conocia a Meadows, el principal sospechoso del robo al banco. A el lo matan y yo llevo la investigacion… ?casualidad? El no lo cree y, francamente, yo tampoco estoy muy seguro.
– Si, eso me dijo, asi que empecemos por ahi. Explicanos todo lo que sabes sobre Meadows, como y cuando lo conociste; con pelos y senales.
Bosch paso la siguiente hora contandole a Pounds lodo lo que sabia sobre Meadows; le hablo de los tuneles y de la vez que Meadows le llamo despues de veinte anos y el lo ayudo a entrar en el programa para veteranos de Sepulveda, sin verlo siquiera, solo a traves de llamadas. Durante la conversacion, Bosch no se dirigio a los detectives ni una sola vez, como si ellos no estuvieran en el despacho.
– Yo no oculte que lo conocia -concluyo-. Se lo dije a Edgar. Fui al FBI y se lo conte directamente. ?Crees que yo habria hecho eso si hubiera matado a Meadows? Ni siquiera Lewis y Clarke son tan tontos.
– Entonces, ?por que cono no me lo dijiste? -grito Pounds-. ?Por que no esta en los informes? ?Por que tengo que enterarme por el FBI? ?Por que Asuntos Internos tiene que enterarse por el FBI?
Asi que Pounds no habia llamado a Asuntos Internos; habia sido Rourke. Bosch se pregunto si Eleanor Wish lo