sabia, o si Rourke habia llamado a esos idiotas cuando se quedo solo. Casi no la conocia -bueno, no lo conocia de nada-, pero deseo que no le hubiera mentido.
– Empece a escribir los informes esta manana -explico Bosch-. Iba a ponerlos al dia despues de pasar por el FBI, pero obviamente no he tenido ocasion.
– Bueno, te voy ahorrar el trabajo -dijo Pounds-. El caso pasa al FBI.
– ?Que? -exclamo Bosch-. Esto no entra en la jurisdiccion del FBI. Es un caso de asesinato.
– Rourke me dijo que la muerte esta directamente relacionada con el robo al banco y que quieren incluirlo en su investigacion. Ellos llevaran el caso y nosotros nombraremos a nuestro propio oficial para mantener la relacion interdepartamental. Si llega el momento de acusar a alguien de homicidio, el oficial encargado lo entregara al fiscal del distrito para que presente los cargos.
– Joder, Pounds, aqui pasa algo. ?Es que no lo ves?
Pounds devolvio la regla a su sitio y cerro el cajon.
– Si, pasa algo, pero yo no lo veo como tu -respondio Pounds-. Se ha acabado, Bosch. Es una orden. Primero vas a hablar con estos dos hombres y luego vas a quedarte atado a una mesa hasta que Asuntos Internos? acabe su investigacion.
Pounds hizo una pequena pausa antes de proseguir en tono solemne. Estaba claro que no le hacia ninguna gracia lo que tenia que decir.
– ?Sabes que? Cuando te enviaron aqui el ano pasado yo te podria haber metido en cualquier parte. Podria haberte colocado en Robos, haberte enterrado bajo una pila de papeles… Sin embargo, no lo hice. Vi que tenias talento y te puse en Homicidios, tal como creia que querias. El ano pasado me dijeron que eras bueno, pero que no seguias las normas. Ahora veo que tenian razon. No se si esto me afectara, pero ya no me importa tu futuro; hables o no hables con estos hombres, tu y yo hemos terminado. Si al final sobrevives a esto, ya puedes pedir un traslado porque a mi equipo de Homicidios no vas a volver.
Pounds recogio la carpeta azul de la mesa y se puso en pie. Al salir del despacho anadio:
– Tengo que enviar esto al FBI. Ustedes pueden usar el despacho el tiempo que deseen.
Pounds salio y cerro la puerta. Despues de reflexionar un instante, Bosch decidio que no podia culpar a Pounds por lo que habia dicho o hecho, asi que saco un cigarrillo y lo encendio.
– Eh, nada de fumar. Ya lo has oido -le ordeno Lewis.
– Vete a la mierda -replico Bosch.
– Bosch, eres hombre muerto -anuncio Clarke-. Esta vez te vamos a joder de verdad. Ya no eres el heroe que eras; ahora no habra problemas de relaciones publicas porque a nadie le va a importar un pito lo que te pase.
Clarke se levanto y encendio la grabadora. A continuacion recito la fecha, los nombres de los tres hombres presentes y el numero asignado a la investigacion por el Departamento de Asuntos Internos. Bosch se fijo en que la cifra era setecientos numeros mas alta que la de la investigacion que acabo enviandolo a Hollywood nueve meses atras. Solo nueve meses y otros setecientos policias habian pasado por aquella mierda de interrogatorio. Dentro de poco ya no quedaria nadie para cumplir lo que proclamaban todos los coches patrulla: «Servir y proteger.»
– Detective Bosch. -Lewis tomo la palabra con voz suave y tranquila-. Nos gustaria hacerle unas preguntas sobre la investigacion de la muerte de William Meadows. ?Podria contarnos su relacion con el fallecido?
– Me niego a responder a cualquier pregunta sin la presencia de un abogado -contesto Bosch-. Me remito a mi derecho a representacion legal establecido en el Codigo de Derechos del Policia del Estado de California.
– Detective Bosch, la administracion del departamento no reconoce ese aspecto del Codigo de Derechos del Oficial de Policia. Se le ordena que responda a estas preguntas. Si no lo hace, estara sujeto a suspension o posible expulsion del cuerpo. Usted…
– ?Podria aflojarme las esposas, por favor? -interrumpio Bosch.
– ?Que? -exclamo Lewis, perdiendo su tono tranquilo y confiado.
Clarke se levanto, se dirigio hacia la grabadora y se inclino sobre ella.
– El detective Bosch no esta esposado y aqui hay dos personas que pueden atestiguarlo.
– Las dos que me han esposado. Y abofeteado -anadio Bosch-. Esta es una clara violacion de mis derechos civiles. Antes de continuar, solicito que este presente un representante del sindicato y mi abogado.
Clarke rebobino la cinta y apago la grabadora. La metio en el maletin de su companero, con la cara casi morada de rabia. Pasaron unos instantes antes de que cualquiera de los dos pudiera articular una sola palabra.
– Va a ser un placer destruirte, Bosch -amenazo Clarke-. Hoy mismo tendremos listos los papeles de la expulsion para ensenarselos al jefe. Te mandaran a hacer tramites a Asuntos Internos para que te podamos vigilar. Empezaremos por conducta inapropiada en un oficial e iremos subiendo; puede que incluso hasta asesinato. Sea como sea, estas acabado.
Cuando Bosch se levanto, los dos detectives de Asuntos Internos hicieron lo propio. Entonces Bosch dio una ultima calada a su cigarrillo, lo tiro al suelo y lo aplasto sobre el linoleo pulido. Sabia que los detectives lo limpiarian para evitar que Pounds descubriera que no habian controlado ni la entrevista ni al entrevistado. Al abrirse paso entre los dos hombres, Bosch solto una bocanada de humo y abandono el despacho sin decir una sola palabra. Una vez fuera oyo la voz frenetica de Clarke:
– ?Ni se te ocurra continuar con el caso, Bosch!
Rehuyendo las miradas de sus companeros, Bosch atraveso la oficina de la brigada y se dejo caer en su silla junto a la mesa de Homicidios. Entonces miro a Edgar, que estaba sentado al otro lado de la mesa.
– Tranquilo -dijo Bosch-. No te pasara nada. -?Y a ti?
– A mi me han echado del caso y esos dos cabrones me van a denunciar. Solo me queda esta tarde; manana seguramente me llegara la suspension.
– Joder.
El subdirector de Asuntos Internos a cargo del caso tenia que firmar todas las ordenes de suspension definitivas o temporales. Cualquier penalizacion superior debia ser aprobada por un subcomite de la comision policial. Lewis y Clarke optarian por una suspension temporal por conducta inapropiada en un oficial. A partir de ahi buscarian algo mas grave para presentarlo ante la comision. Si el subdirector firmaba una orden de suspension contra Bosch, este tendria que ser notificado segun lo establecia el sindicato, es decir, en persona o mediante conversacion telefonica grabada. Una vez notificado, Bosch podia ser enviado a su casa o a una mesa de Asuntos Internos en el Parker Center hasta que terminara la investigacion. Pero tal como habian prometido, Lewis y Clarke pedirian que lo asignaran a su departamento para exhibirlo como un trofeo.
– ?Necesitas algo para el caso Spivey? -le pregunto a Edgar.
– No, lo tengo todo. Voy a empezar a pasarlo… si es que encuentro una maquina de escribir.
– ?Averiguaste lo que te pedi sobre el trabajo de Meadows en la construccion del metro?
– Harry… -Edgar se arrepintio de lo que iba a decir-. Si, lo averigue. Me dijeron que no habia nadie llamado Meadows. Hay un tal Fields, pero es negro y hoy estaba en su puesto. No creo que Meadows trabajara alli bajo otro nombre porque no hay turno de noche. Aunque parezca increible, dicen que el proyecto va adelantado. -En ese momento Edgar grito-: ?Me pido la Selectric!
– Ni hablar -respondio un detective de Automoviles llamado Minkly-. Me toca a mi.
Edgar registro la oficina con la mirada en busca d otra candidata. A ultima hora del dia, las maquinas de escribir valian su peso en oro. Habia una docena de ellas para treinta y dos detectives; eso si se contaban las manuales y las electricas con tics nerviosos como margenes movedizos y teclas caprichosas.
– De acuerdo -volvio a gritar Edgar-. Pero me la pido detras de ti, Mink. -Edgar se giro hacia Bosch y bajo la voz-: ?Con quien crees que me pondra?
– ?Pounds? No lo se. -Aquello era como adivinar con quien se iba a casar tu mujer despues de que la abandonaras. A Bosch no le interesaba demasiado quien seria el proximo companero de Edgar-. Perdona, tengo que hacer un par de cosas -dijo.
– Si, claro. ?Necesitas que te ayude en algo?
Bosch nego con la cabeza y descolgo el telefono. Primero llamo a su abogado y dejo un mensaje. Siempre tardaba tres mensajes en devolverle las llamadas, asi que se recordo a si mismo que debia llamarlo otra vez. Luego se volvio hacia su agenda, copio un numero y telefoneo al Archivo de las Fuerzas Armadas en San Luis. Alli pidio hablar con quien se encargara de relaciones con la policia y le pasaron a una mujer llamada Jessie St. John.