entre la mierda que nos llevamos. Para estafar a la empresa de seguros. Pero yo sabia que el brazalete de delfines era de verdad. Esa pobre vieja que lloraba, la historia de su marido y toda esa mierda del valor sentimental. Como la entreviste yo mismo, supe que no mentia. Asi descubri que uno de mis hombres se habia guardado el brazalete.

«Que siga hablando -penso Bosch-. Si el sigue hablando, tu saldras andando. Saldras de aqui, de aqui… alguien se acerca… el brazo me duele…» Su delirio le hizo reir y volvio a vomitar. Entretanto, Rourke continuaba con la historia.

– La verdad es que me la jugue con Meadows desde el principio. Cuando estas enganchado al caballo… ya se sabe. En cuanto aparecio el brazalete fui a verlo el primero.

Rourke se quedo en silencio y Bosch hizo mas ruido con las piernas. Ahora era el agua la que le parecia caliente y fria la sangre que le empapaba el costado.

– ?Sabes que? -pregunto Rourke finalmente-. La verdad es que no se si besarte o matarte, Bosch. Nos has costado millones, pero mi parte del botin ha aumentado mucho ahora que tres de mis hombres estan muertos. Probablemente al final quedara compensado.

Bosch no creia que pudiera permanecer consciente mucho tiempo. Se sentia cansado, impotente y resignado. Aquella actitud despierta causada por el dolor se habia evaporado. Incluso cuando logro levantar la mano y golpearse el hombro herido, ya no sintio dolor y no hubo manera de recuperarlo. Bosch se quedo contemplando el agua que fluia lentamente por entre sus piernas. Le parecia tan caliente y el tenia tanto frio… Por una parte queria acostarse y taparse con ella como con una manta, dormir en su lecho; pero por otra, una voz le decia que aguantara. Bosch recordo a Clarke agarrandose la garganta; toda aquella sangre. Miro al haz de luz que sostenia Rourke y volvio a intentarlo una vez mas.

– ?Por que tanto tiempo? -pregunto con un susurro-. Todos esos anos. Tran y Binh. ?Por que ahora?

– Por nada en especial, Bosch. A veces se dan las circunstancias adecuadas, como ese cometa que pasa cada setenta y dos anos o lo que sea. El cometa Halley. A veces coinciden las cosas. Yo les ayude a entrar los diamantes en el pais; se lo prepare todo. Me pagaron bien y no volvi a pensar en ello. Pero un dia la semilla que plante hace tantos anos salio a la superficie. Estaba ahi, a nuestro alcance, y la cogimos. Bueno, ?la cogi yo! Y por eso ha sido ahora.

Rourke esbozo una sonrisa de satisfaccion, mientras bajaba la boca de la pistola y la colocaba en punto frente a la cara de Bosch. El solo podia mirar.

– Se me ha acabado el tiempo, Bosch, y a ti tambien.

Rourke agarro la pistola con las dos manos y separo los pies para alinearlos con los hombros. Por su parte, Bosch cerro los ojos en el momento final y limpio su mente de cualquier otro pensamiento que no fuera el agua. Caliente, como una manta.

Bosch oyo dos disparos, que resonaron como truenos en el tunel de cemento. Pugnando por abrir los ojos, vio a Rourke apoyado contra la pared enfrente de el, con las manos en el aire. En una sostenia la M-16 y en la otra, la linterna de bolsillo. La ametralladora se cayo y restallo contra el suelo del tunel, mientras que la linterna quedo flotando con la bombilla todavia encendida. La luz que proyectaba creaba unas sombras ondulantes en las paredes y el techo, mientras se deslizaba suavemente movida por la corriente.

Rourke no dijo ni una sola palabra. Se desmorono lentamente mientras miraba a la derecha -de donde parecian provenir los tiros- y dejaba un reguero de sangre en la pared. Bajo la luz cada vez mas escasa del tunel, Harry detecto una expresion de sorpresa y luego una mirada de resolucion. Finalmente acabo sentado como Bosch, con el agua circulando por entre las piernas y unos ojos muertos que ya no veian nada.

En ese instante a Bosch se le nublo la vista. Quiso hacer una pregunta, pero no encontro las palabras. A continuacion otra luz ilumino el tunel y Bosch creyo oir una voz, la voz de una mujer, diciendole que no se preocupara. Le parecio ver la cara de Eleanor Wish, enfocandose y desenfocandose, hasta que se hundio en la mas completa oscuridad.

OCTAVA PARTE

Domingo, 27 de mayo

Bosch sono con la jungla. Estaba Meadows, asi como el resto de soldados de su album de fotos. Los muchachos se habian congregado alrededor de un agujero en una trinchera cubierta de hojas. Sobre el dosel que formaba la vegetacion, caia una neblina gris. El ambiente todavia era tranquilo y calido. Mientras Bosch sacaba fotos de las otras «ratas» con su camara, Meadows anuncio que iba a meterse en el tunel. Pasar del azul al negro. Miro a Bosch a traves de la camara y le dijo:

– Recuerda la promesa, Hieronymus.

Antes de que pudiera aconsejarle que no bajara, Meadows salto por el agujero y se esfumo. Bosch se precipito hacia el borde, pero no vio nada; solo la oscuridad, negra como la pez. De repente comenzaron a perfilarse rostros que tan pronto aparecian como desaparecian: Meadows, Rourke, Lewis, Clarke… Detras de el, oyo una voz conocida, a la que, sin embargo, no logro poner una cara.

– Harry, venga, tio. Tengo que hablar contigo.

Bosch noto un dolor intenso en el hombro que se extendia hasta el codo y el cuello. Alguien le estaba dando unos golpecitos suaves en la mano, por lo que Bosch abrio los ojos. Era Jerry Edgar.

– Asi, muy bien -dijo Edgar-. No tengo mucho tiempo. El tio de la puerta dice que llegaran en cualquier momento y ademas esta a punto de terminar su turno de guardia. Queria hablar contigo antes de que lo hicieran los mandamases. Habria venido ayer, pero este lugar estaba infestado de burocratas. Y me dijeron que estuviste inconsciente casi todo el dia. Delirando.

Bosch simplemente lo miro.

– En estos casos -prosiguio Edgar-, siempre he oido que es mejor decir que no recuerdas nada. Dejales que pongan lo que quieran. Si te han disparado no pueden decir que mientes. La mente desconecta cuando el cuerpo recibe una herida traumatica. Lo he leido en algun sitio.

Para entonces Bosch habia comprendido que se hallaba en la sala de un hospital y comenzo a mirar a su alrededor. Vio cinco o seis jarrones de flores y noto un olor dulzon; empalagoso y desagradable. Tambien se dio cuenta de que estaba amarrado a la cama con unas correas en el pecho y la cintura.

– Estas en el Martin Luther King, Harry. Los medicos dicen que te pondras bien, aunque todavia tienen que curarte el brazo. -Edgar bajo la voz-: Yo me he colado. Me parece que las enfermeras tienen un cambio de turno. Hay un poli en la puerta, de la patrulla de Wilshire. Me ha dejado entrar porque quiere vender su casa y sabe que yo me dedico a eso. Le he prometido que lo haria por un dos por ciento si me dejaba entrar cinco minutos.

Bosch todavia no habia hablado, ya que no estaba seguro de poder hacerlo. Se sentia como si flotara en una nube de aire y le costaba concentrarse en las palabras de Edgar. ?Que era todo aquello de un dos por ciento? ?Y por que estaba en el centro sanitario Martin Luther King, cerca de Watts? El ultimo lugar que recordaba era Beverly Hills. En el tunel. El hospital de la Universidad de California o el Cedars Sinai habrian quedado mucho mas cerca.

– Bueno -continuo Edgar-, como te decia, estoy intentando explicarte todo lo que pueda antes de que lleguen los burocratas e intenten joderte. Rourke ha muerto. Lewis ha muerto. Clarke esta mal, enchufado a la maquina, y segun dicen lo estan manteniendo vivo para aprovechar los organos. En cuanto encuentren a la gente que los necesita, lo desenchufaran. ?Te imaginas acabar con el corazon, el ojo o cualquier cosa de ese imbecil? Bueno, como te decia, tu te recuperaras. De todos modos, con ese brazo, podras jubilarte tranquilamente y cobrar un ochenta por ciento de la paga. «Herido en cumplimiento del deber.» Tienes el futuro asegurado.

Edgar sonrio a Bosch, que lo miro sin decir nada. Harry tenia la garganta seca y, cuando hablo, su voz sono cascada.

– ?Martin Luther King?

Le salio un poco flojo, pero bien. Edgar le sirvio un vaso de agua de una jarra que habia en la mesita de noche y se la paso. Cuando Bosch se aflojo las correas y se incorporo para beber, le invadio una sensacion de nausea. Edgar no lo noto.

– Esto es un club de tiro, tio. Aqui es donde traen a los pandilleros despues de los tiroteos. Es el mejor sitio

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