fue.

Bosch permanecio inmovil en la cama del hospital durante casi una hora, pensando en dos personas: Eleanor Wish y John Rourke. Con los ojos cerrados, se concentro en la expresion de Rourke al hundirse en el agua negra. «Yo tambien estaria sorprendido -penso Bosch-, pero habia algo mas.» Era algo que no lograba identificar con exactitud; como si Rourke hubiera reconocido o comprendido algo, no referente a su muerte, sino a otra cosa.

Al cabo de un rato, Bosch se levanto y dio unos pasos por la habitacion. Aunque su cuerpo estaba debil, tras aquellas treinta y seis horas de sueno, se sentia inquieto. Despues de orientarse y de que su hombro se adaptara con un cierto dolor a la gravedad, comenzo a caminar junto a la cama. Por suerte, le habian puesto un pijama verde palido, no una de esas batas abiertas por detras que le parecian totalmente humillantes. Bosch paseo por la habitacion con los pies descalzos, parandose a leer las tarjetas que le habian enviado con las flores. La Liga de Proteccion habia enviado uno de los ramos. Los otros eran de un par de policias conocidos, pero no intimos, de la viuda de un antiguo companero, de su abogado y de otro viejo companero que vivia en Ensenada.

Bosch se alejo de las flores y se dirigio a la puerta. Cuando la entorno, confirmo que Galvin Junior seguia ahi sentado, leyendo un catalogo de equipamiento policial. Bosch abrio la puerta. Galvin levanto la cabeza de golpe, cerro la revista y la deslizo en un maletin a sus pies, pero no dijo nada.

– Clifford (espero que no te importe que te llame asi), ?que haces aqui fuera? ?Es que estoy en peligro?

El joven policia continuo sin decir nada. Bosch comprobo que no habia nadie en el pasillo hasta llegar al mostrador de las enfermeras, a unos quince metros de distancia. Luego se fijo en su puerta y descubrio que estaba en la habitacion 313.

– Detective, por favor, vuelva a su cuarto -le rogo Galvin-. Solo estoy aqui para mantener alejada a la prensa. El subdirector cree que seguramente intentaran entrevistarle. Mi trabajo es impedirlo, bueno, evitar que le molesten.

– ?Y si usan el astuto truco de… -Bosch miro exageradamente a ambos lados del pasillo- usar el telefono?

Galvin suspiro profundamente, sin mirar a Bosch en ningun momento.

– Las enfermeras filtran las llamadas. Solo puede recibir llamadas de familiares y, como usted no tiene familia, nada de telefono.

– ?Y como paso esa agente del FBI?

– Irving le dio permiso. Vuelva a su habitacion, por favor.

– Muy bien.

Bosch se sento en la cama e intento repasar el caso mentalmente. Sin embargo, cuantas mas vueltas le daba, mayor era la sensacion de que perdia el tiempo sentado en la cama de un hospital. Sentia que estaba a punto de comprender algo, de solucionar el caso completamente. El trabajo del detective consiste en recorrer el camino dejado por las pruebas, examinar cada una de ellas y meterlas en una cesta. Al final del trayecto, lo que ha recogido es lo que determina la resolucion de la investigacion. En aquel momento Bosch tenia la cesta llena, pero ahora sospechaba que le faltaban piezas. ?Que se le habia pasado por alto? ?Que habia querido decir Rourke al final? No tanto con sus palabras, como con su expresion de sorpresa. Pero ?sorpresa por que? ?Acaso le sorprendio la bala? ?O su procedencia? Podrian haber sido las dos cosas, decidio Bosch. En cualquier caso, ?cual era su significado?

El comentario de Rourke sobre el aumento de su parte debido a las muertes de Meadows, Franklin y Delgado continuaba preocupandole. Bosch intento ponerse en el lugar de Rourke. Si todos sus socios estuvieran muertos y el fuera el unico beneficiario del asalto a la primera camara, ?habria dicho: «Mi parte ha aumentado» o «Ahora todo es mio»? Bosch se inclino por esta ultima opcion, a no ser que existiera alguien mas con quien compartir el botin.

Decidio que tenia que hacer algo. Tenia que salir de aquella habitacion. No estaba bajo arresto domiciliario, pero sabia que si se marchaba Galvin lo seguiria e informaria a Irving. Bosch busco el telefono y comprobo que habia sido conectado, tal como le prometio Irving. No podia recibir llamadas, pero podia telefonear.

Bosch se levanto y miro en el armario. Alli estaba su ropa, o lo que quedaba de ella. Zapatos, calcetines y unos pantalones; nada mas. Los pantalones estaban muy rozados en las rodillas, pero habian sido lavados y planchados en el hospital. Probablemente, habrian tenido que cortarle la cazadora y la camisa en Urgencias y las habrian tirado o guardado como prueba. Cogio la ropa y se vistio, metiendose la chaqueta del pijama por dentro del pantalon como si fuera una camisa. Tenia un aspecto ridiculo, pero cumpliria su funcion hasta que consiguiera otra cosa.

El hombro le dolia menos cuando colocaba el brazo sobre el pecho, asi que comenzo a ponerse el cinturon alrededor de los hombros a modo de cabestrillo. Pero decidio que aquello llamaria demasiado la atencion y volvio a pasar el cinturon por las trabillas del pantalon. Finalmente registro el cajon de la mesilla de noche, donde encontro su cartera y su placa, pero no su pistola.

Cuando estuvo listo, cogio el telefono y pidio por el mostrador de enfermeras de la tercera planta. Le contesto una voz de mujer, tras lo cual Bosch se identifico como el subdirector Irvin Irving.

– ?Se puede poner mi detective, el hombre sentado en el pasillo? Tengo que hablar con el.

Bosch deposito el auricular en la cama y se dirigio sigilosamente hasta la puerta, que entreabrio lo suficiente para atisbar a Galvin sentado leyendo el catalogo. En ese instante la enfermera lo llamo al telefono y Galvin se levanto. Bosch espero diez segundos antes de asomarse. Galvin caminaba hacia el mostrador de las enfermeras, momento que Bosch aprovecho para salir de la habitacion y echar a andar en direccion contraria.

Al llegar a una interseccion de pasillos, giro a la izquierda. Aquel corredor le llevo a un ascensor con un rotulo que decia: «Para uso exclusivo del personal hospitalario.» Bosch lo llamo y, cuando las puertas se abrieron, se encontro en una cabina con puertas en ambos extremos y capacidad para dos camillas. Bosch pulso el boton de la planta baja y la puerta de acero inoxidable? imitacion de madera se cerro. Su tratamiento habia terminado.

El ascensor dejo a Bosch en la sala de urgencias. El detective la atraveso y se interno en la noche. De camino a la comisaria de Hollywood, le pidio al taxista que se detuviera delante de su banco, donde saco dinero del cajero automatico, y frente a un supermercado, donde compro una camisa deportiva barata, un carton de cigarrillos, un mechero (ya que no podia encender cerillas), algodon, vendas y un cabestrillo azul marino; perfecto para un funeral.

Al llegar a la comisaria de Wilcox, Bosch pago al taxista y entro por la puerta de delante, donde sabia que habria menos posibilidades de que lo reconocieran o hablaran con el. En la recepcion habia un novato con la misma cara de boy scout, cubierta de granos, que el chico que le habia llevado la pizza a Tiburon. Bosch le mostro su placa y paso sin decir una palabra. La oficina de detectives estaba oscura y totalmente vacia, como la mayoria de domingos por la noche, a pesar de tratarse de Hollywood. Bosch tenia un flexo en la mesa de Homicidios y lo uso para no encender las lamparas del techo, que podrian atraer a agentes curiosos de la oficina de guardia. A Harry no le apetecia contestar preguntas, aunque fueran bienintencionadas y vinieran de las tropas de uniforme.

Primero se dirigio al fondo de la sala y encendio la cafetera. Luego se metio en una de las salas de interrogatorios para ponerse la camisa nueva. Cuando se quito el pijama del hospital, un fogonazo le recorrio el pecho y el brazo. Bosch se sento en una de las sillas de la sala para examinar el vendaje. Buscaba rastros de sangre, pero no habia nada. Con cuidado, y con mucho menos dolor, se puso la nueva camisa, de talla grande. El bolsillo del pecho izquierdo estaba decorado con un pequeno dibujo de una montana, un sol, el mar y las palabras «Ciudad de Angeles». Bosch se lo tapo con el cabestrillo, que ajusto para que le aguantara firmemente el brazo contra el pecho.

Cuando termino de cambiarse, el cafe estaba listo. Bosch se llevo la taza de liquido hirviendo hasta la mesa de Homicidios, encendio un cigarrillo y saco del archivador la carpeta del asesinato de Meadows y otros documentos relacionados con el caso. Hojeo la pila de papeles sin saber por donde empezar ni que buscaba. Al final decidio releerlo todo, esperando que algo le llamara la atencion. Buscaba cualquier cosa: un nombre nuevo, una discrepancia en la declaracion de alguien, algo que hubieran considerado irrelevante, pero que ahora hubiera adquirido un nuevo significado.

Bosch leyo por encima sus propios informes porque recordaba casi toda la informacion. Entonces releyo el expediente militar de Meadows. Era la version abreviada, la del FBI. No tenia ni idea de lo que le habia ocurrido al archivo mas detallado que le habian enviado de San

Luis y que dejo en el coche cuando salio corriendo hacia la camara acorazada. En ese momento cayo en la

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