mancillara. Como amigo, tal vez debiera decirle algo, pero ?como? Y, ademas, Grace sabia -pero no queria reconocerselo a si mismo- que a veces sentia celos del estilo de vida de Gary Weston, de su adorable familia, de sus modales naturales, de su ascenso fluido de rango a rango. Intentaba recordar quien habia dicho que «Cada vez que un amigo mio triunfa, muere algo dentro de mi». Porque, lamentablemente, era verdad.

Por fin, Dennis Ponds se fue. Cuando la puerta se cerro, Grace cogio la revista y comenzo a hojearla. Al cabo de unos minutos, regreso el pesimismo. Habia veinte looks distintos en veinte paginas diferentes. ?Cual le daria un aspecto moderno y elegante para la cita? ?Y cual le haria parecer un perdedor?

Solo habia un modo de averiguarlo, penso, resignandose a un grave desprestigio.

Capitulo 14

Grace se marcho del despacho y paso por el area de las ayudantes de apoyo a la gestion, donde Eleanor estaba instalada junto a otras tres AAG. Juntas, esas cuatro mujeres proporcionaban el refuerzo necesario a todos los jefes del Departamento de Investigacion Criminal, a excepcion de Gary Weston, que tenia su propia ayudante a tiempo completo.

Una de las cosas que no le gustaban del edificio era su uniformidad impersonal. Quizas era simplemente porque lo habian reformado hacia poco o quiza porque estaba lejos de la ciudad, pero el edificio parecia esteril. No tenia agujeros en las paredes a causa de las refriegas con los maleantes o con alguien que tuviera prisa con un objeto metalico; por su parte, las moquetas no estaban raidas ni los techos manchados de nicotina, como pasaba en la mayoria de las comisarias de policia. Las ventanas no tenian los cristales agrietados, no habia sillas rotas ni mesas inestables -toda la patina del uso que daba caracter a un lugar-, aunque no fuera siempre un caracter grato, habia que reconocerlo.

Eleanor tenia un ramillete de violetas sobre su mesa en un gracioso jarron de porcelana, una fotografia de sus cuatro hijos, pero, curiosamente, ninguna de su marido, un sudoku a medias, arrancado de un periodico, y su fiambrera de plastico.

Alzo la vista con su sonrisa nerviosa habitual, una rebeca colgada pulcramente del respaldo de su silla. Despues de varios anos trabajando juntos, habia ciertas cosas que Eleanor sabia hacer automaticamente. Una era despejar su agenda cuando era el investigador jefe de un caso importante.

Le informo brevemente de las tres reuniones de comite cuya asistencia habia cancelado: una en procedimientos internos, otra en la junta de revision de casos sin resolver de los cuerpos policiales combinados del Reino Unido y una tercera en el programa de encuentros del equipo de rugby de la policia de Sussex.

Luego, Grace recibio una llamada en el movil de Emily Gaylor, de la Unidad de Juicios de Brighton, la administradora de la acusacion en el juicio contra Suresh Hossain, para decirle que definitivamente no iban a necesitarle hoy en el juzgado. Hossain era un delincuente inmobiliario acusado de asesinar a un competidor.

Cogio su maletin con la revista FHM bien guardada dentro y cruzo la zona abierta, con su moqueta verde flanqueada de mesas que albergaban al personal de apoyo de los jefes del Departamento de Investigacion Criminal. A su izquierda, a traves de una ancha extension de cristal, podia ver el interior del impresionante despacho del inspector jefe Gary Weston. Por una vez, Gary estaba dentro, dictandole algo a su ayudante.

Cuando alcanzo la puerta al fondo de la sala, Grace acerco su tarjeta de seguridad al ojo gris Interflex, luego empujo la puerta para abrirla y entro en un pasillo silencioso con moqueta gris que olia a recien pintado. Paso por delante de un tablon de anuncios de fieltro rojo, en el que se leia «Operacion Lisboa»; debajo habia una fotografia de un hombre oriental, con barba rala, rodeada de varias fotos, cada una con un circulo rojo, en la playa rocosa al pie de los altos acantilados de Beachy Head, un lugar emblematico de la ciudad. Habian hallado al hombre sin identificar al pie del acantilado hacia cuatro semanas. Al principio, supusieron que se trataba de otro suicida, hasta que la autopsia revelo que ya estaba muerto cuando cayo.

Grace dejo a su izquierda el despacho del equipo de investigacion externo, donde los detectives requeridos para casos importantes montaban su base de operaciones mientras duraban las pesquisas, luego una puerta a la izquierda, con la placa «Investigador Jefe», que seria el despacho temporal al que se trasladaria para esta investigacion. Justo enfrente, habia una puerta con la placa «MIR Uno» y la cruzo.

El MIR Uno y el MIR Dos eran los centros neuralgicos de los casos importantes. A pesar de las ventanas opacas demasiado altas para asomarse, el Uno, con sus paredes blancas recien pintadas, era espacioso, tenia luz y transmitia energia positiva. Era su sala preferida en todo el edificio. Si bien en otras partes de Sussex House echaba de menos el bullicio caotico de los centros de investigaciones con el que habia crecido, esta sala parecia una central electrica.

Tenia un aire casi futurista, como si pudiera albergar tranquilamente el Centro de Control de Misiones de la NASA en Houston. Era una habitacion en forma de «L» dividida en tres areas de trabajo principales, cada una con una mesa larga y curva para ocho personas, con pizarras blancas enormes; una, «Operacion Cormoran»; otra «Operacion Lisboa», otra «Operacion Ventisca», cada una cubierta con fotografias de la escena del crimen y graficos de las evoluciones. Habia una pizarra nueva, de ayer por la tarde: «Operacion Ruisenor», el nombre al azar que el ordenador de la policia de Sussex habia elegido para la investigacion sobre el torso desmembrado.

A diferencia de las areas de trabajo del resto del edificio, en esta sala no habia rastro de objetos personales sobre las mesas o en las paredes. Ni fotos de familiares o de futbolistas, ni programas de encuentros ni tiras comicas. Todos y cada uno de los objetos de la sala, aparte de los muebles y del hardware, estaban relacionados con los casos que se investigaban. Tampoco se hacian bromas. Solo campaba el silencio de la concentracion intensa, el timbre sordo de los telefonos, el clac, clac, clac del papel que salia de las impresoras laser.

Cada una de las areas de trabajo estaba operada por un equipo minimo integrado por un director, que normalmente era un sargento o un inspector, un supervisor de sistemas, un analista, un indexador y un mecanografo. Grace conocia la mayoria de las caras, pero todos estaban demasiado ocupados como para distraerlos con los detalles de los saludos.

Nadie levanto la vista mientras cruzaba la sala en direccion a su equipo, salvo el sargento Glenn Branson, metro noventa, negro y calvo como una bola de billar, quien lo saludo levantando la mano. Llevaba puesto uno de sus habituales trajes elegantes, hoy uno marron de raya diplomatica que hacia que pareciera mas un prospero traficante de drogas que un policia, una camisa blanca con el cuello almidonado y una corbata que parecia disenada por un chimpance daltonico drogado.

– ?Eh, viejo! -dijo Glenn Branson, tan fuerte que todos los de la sala levantaron la vista un momento.

Grace miro al resto de los ocho miembros centrales de su equipo con una breve sonrisa. Habia cogido a la mayoria directamente de su ultimo caso, lo que significaba que no habian podido descansar demasiado, por no decir nada, pero era un buen grupo y habian trabajado bien juntos. Gracias a anos de experiencia, habia aprendido que si tenias un buen equipo, valia la pena no tocarlo, si era posible.

El miembro mas antiguo era la sargento Bella Moy de rostro alegre y cabello castano rojizo, que tenia un paquete abierto de Maltesers, como siempre, a unos centimetros de su teclado. La observo tecleando muy concentrada, cada pocos momentos alejaba la mano derecha del teclado, como si fuera una criatura con vida propia, para coger una pastilla de chocolate y llevarsela a la boca. Era una mujer esbelta y, sin embargo, comia mas que cualquier ser humano con el que Grace se hubiera tropezado nunca.

A su lado, estaba sentado el detective Nick Nicholl, de casi treinta anos, pelo corto y alto como un pino. Era un policia entusiasta y un delantero de futbol rapido a quien Grace animaba para pasarse al rugby, puesto que pensaba que seria perfecto para jugar en el equipo de la policia del que le habian pedido que fuera el presidente el proximo otono.

Delante de el, leyendo un grueso listado de ordenador, estaba la agente novata Emma-Jane Boutwood. Era una joven hermosa de largo pelo rubio y figura perfecta. Al principio, cuando se habia unido al equipo en el ultimo caso, Grace creyo que era una policia de poca monta, pero pronto habia demostrado ser una agente batalladora. El comisario le auguraba un futuro brillante en el cuerpo, si permanecia en el.

– ?Y bien? -dijo Glenn Branson-. He cambiado de corazonada. ?Como te convenzo de que mi nueva corazonada es la acertada? Teresa Wallington.

– ?Quien es? -pregunto Grace.

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