un precio? Los necesito deprisa. Para mediados de la semana que viene.

Tom intento no mostrar sorpresa, sobre todo despues de que Spacks le hubiera dicho que no queria nada lujoso. Ahora hablaba de relojes que costaban miles de libras cada uno. Entonces volvio a sonar el telefono.

Era Kellie otra vez, y Tom se preocupo; normalmente, habria dejado un mensaje. ?Quizas uno de los ninos estaba enfermo?

– ?Le importa que conteste? -le dijo a Spacks-. Es mi mujer.

– Hay que contestar a la que hay que obedecer. El Oyster… Es el Rolex clasico, ?verdad?

– Si, eso es -contesto Tom, que sabia tanto del mundo de los Rolex de oro como de la cria de pollos en los Andes. Luego, asintiendo a Spacks cogio el telefono y acepto la llamada-. Hola, cielo.

Kellie parecia extrana y vulnerable.

– Tom, siento molestarte, pero he recibido una llamada que me ha asustado.

Tom se puso en pie y se alejo de Spacks.

– Carino, ?que ha pasado? Cuentame.

– He salido a hacerme la manicura. Unos cinco minutos despues de volver, ha sonado el telefono. Un hombre me ha preguntado si era la senora Bryce y yo… he dicho que si. Luego me ha preguntado si era la senora Kellie Bryce y yo he dicho que si. Y entonces ha colgado.

Fuera, el dia era humedo, lloviznaba y el aire acondicionado enfriaba innecesariamente la habitacion. Pero, de repente, algo mucho mas frio se retorcio en su interior, unos dedos helados que le agarraron con fuerza el alma.

?La amenaza de anoche? La amenaza recibida en esos segundos antes de que se borrara la memoria de su ordenador. ?Estaba relacionada esta llamada con el mensaje que habia recibido?

Si informa a la policia de lo que vio o si intenta acceder otra vez a la pagina, lo que esta a punto de pasarle a su ordenador le pasara a su mujer, Kellie, y a su hijo, Max, y a su hija, Jessica.

Salvo que, por supuesto, no habia informado a la policia, tampoco habia intentado acceder de nuevo a la pagina. Intento estudiar detenidamente las posibilidades.

– ?Has intentado hacer una rellamada? ?Marcar el uno cuatro siete uno?

– Si. Era un numero oculto.

– ?Donde estas ahora, cielo? -le pregunto.

– En casa.

Miro la hora y vio que le temblaba la mano. Eran poco mas de las doce.

– Escucha, seguramente no sera nada, seguramente se habran equivocado. No lo se. ?Quizas era alguien que comprobaba un reparto de eBay o algo? Podria haber un monton de razones -dijo, intentando transmitirle tranquilidad, pero no le sirvio para convencerse a si mismo: en su cabeza, lo unico que veia era a la preciosa joven de pelo largo en la habitacion, y al hombre apunalandola-. Estoy en una reunion. Te llamo en cuanto pueda.

– Te quiero -dijo ella.

Mirando a Spacks, que estaba pasando mas hojas del catalogo dijo:

– Yo tambien. Tardare cinco minutos, diez como maximo.

– ?Mujeres! -dijo Spacks con compasion cuando colgo.

Tom asintio.

– Nunca estan contentas.

– No -coincidio Tom.

– Bueno. Los Rolex. Necesito un precio para veinticinco Rolex de oro, de hombre. Con un pequeno grabado. Entrega para finales de la semana que viene.

Tom estaba tan preocupado por Kellie que apenas se percato del valor potencial del pedido.

– ?Que clase de grabado?

– Un micropunto. Muy pequeno.

– Dejemelo a mi. Me pondre en contacto con usted. Le conseguire el mejor precio.

– Bien.

Capitulo 16

A Roy Grace siempre le habia puesto nervioso la forma de conducir de Glenn Branson, pero desde que su amigo habia realizado un curso de conduccion avanzada de la policia, como parte de su solicitud de traslado a la Brigada Nacional de Investigacion Criminal, se moria de miedo. Para empeorar las cosas, Branson siempre sintonizaba una emisora de rap en la radio del coche, con el volumen tan alto que a Grace le parecia tener el cerebro en una licuadora.

El curso de conduccion avanzada permitia a los conductores participar en persecuciones a gran velocidad, asi que para hacer alarde de su destreza, Branson habia elegido la unica ruta que los llevaba por un tramo de carretera donde no seria complicado sufrir un accidente gravisimo a toda pastilla. Era un tramo de dos kilometros y medio con dos carriles y que discurria como una columna vertebral por campo abierto en los Downland; quedaba entre el poligono industrial donde se encontraban las oficinas del Departamento de Investigacion Criminal y el centro de Brighton.

Era como un circuito de carreras. Grace veia delante un kilometro y medio de carretera: dos curvas suaves, la recta, la curva pronunciada de derecha al final y luego ochocientos metros de curva cerrada a la izquierda donde hacia menos de una semana se habia producido un accidente mortal. Avisto un camion que se dirigia hacia ellos y luego miro a Branson, con la esperanza de que hubiera advertido que llegarian a la curva de derecha aproximadamente al mismo tiempo. Pero Branson estaba concentrado en la amplia curva de izquierda que se acercaba.

El indicador de velocidad marcaba la cifra ilegal de 150 kilometros por hora… y aumentando. Gotitas de lluvia salpicaban el parabrisas.

– ?Lo ves, tio! -grito Branson por encima de la voz atronadora de Jay-Z-. Te desplazas a la derecha y tienes mejor vision de la curva, luego rozas el vertice. Asi es como lo hacen en la Formula 1.

Grace silbo entre dientes mientras rozaban el vertice ademas de un pedazo de barro, hierba y ortigas del arcen. El coche dio un bandazo alarmante. Tenia la camisa toda sudada.

El camion estaba cada vez mas cerca.

Grace comprobo que llevaba el cinturon bien ajustado, luego miro el indicador de velocidad. El Vectra camuflado de la policia iba ahora a 175 kilometros por hora. Se planteo preguntar si su companero pensaba frenar antes de llegar a la curva de noventa grados de derecha que ahora estaba solo a unos cientos de metros, pero le inquietaba que sus palabras distrajeran a Branson. A su izquierda, en una loma azotada por el viento, Grace vio a dos hombres tirando de carritos de golf.

Se pregunto si pasaria sus ultimos momentos en la Tierra entre los restos destrozados de un Opel de la policia que olia a hamburguesas rancias, tabaco y sudor de otras personas, mientras dos viejos inutiles vestidos de golfistas lo miraban boquiabiertos por el parabrisas roto y un rapero al que no conocia le lanzaba improperios.

– Bueno, mi corazonada… -dijo Branson, justo en el vertice de la curva, con la parte delantera del enorme camion justo a cien metros de ellos.

Grace se agarro al asiento.

Desafiando todas las leyes de la fisica, el coche consiguio superar la curva de algun modo, y siguio en la direccion correcta. Ahora solo quedaba una curva peligrosa mas y luego estarian en una zona de velocidad limitada a 65 kilometros por hora y relativamente segura.

– Soy todo oidos.

– Lo unico que oigo son los latidos de tu corazon -dijo Branson sonriendo.

– Tengo suerte de que siga latiendo.

Grace bajo el volumen de la radio. A modo de respuesta, Branson redujo la velocidad.

– Teresa Wallington. Vive con su prometido, ?vale? Organizan una fiesta de compromiso en el restaurante Al Duomo para el martes por la noche, tiene que ser entre semana porque le dan turnos raros en el trabajo. Vienen

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