Capitulo 35
Unos minutos antes de las ocho y media, despues de ducharse, comerse un cuenco de cereales rapido y, aunque era sabado, ponerse un traje oscuro, camisa blanca y corbata sencilla -puesto que no sabia que le depararia el dia y con quien tendria que reunirse-, Grace llego al MIR Uno en el centro de investigaciones con un humor de perros, dispuesto a desollar vivo a alguien.
Todo su equipo estaba ya alli, esperandolo, y a juzgar por las expresiones de sus caras, ellos tambien habian visto el titular del Argus.
Solo por si no lo habian visto, lanzo el periodico sobre la mesa.
– Muy bien, ?quien es el responsable de esto? -dijo a modo de saludo.
Glenn Branson, Nick Nicholl, Bella Moy, Emma-Jane Boutwood, Norman Potting y el resto del equipo lo miraron con perplejidad.
Grace clavo su mirada acusadora en Norman Potting como primera parada.
– ?Alguna idea, Norman? -dijo.
– El autor del articulo es ese joven periodista, Kevin Spinella -dijo Potting con su voz grave y rural-. Ese cabron siempre esta causando problemas, ?verdad?
De repente, Grace se dio cuenta de que con el enfado habia olvidado mirar quien firmaba el articulo. Era porque estaba cansado; despues de pasar la noche en vela, la cabeza no le funcionaba a pleno rendimiento. Normalmente, salir a correr le recargaba las pilas, pero en estos momentos se sentia exhausto y necesitaba desesperadamente un cafe bien fuerte. Y el aroma de la infusion se elevaba tentadoramente de varias tazas que habia sobre la mesa.
Kevin Spinella era una incorporacion reciente del periodico, un joven reportero de la cronica negra de voz aguda que se estaba labrando deprisa una reputacion a costa de la policia de Sussex. Grace habia tenido un roce con el, como la mayoria de sus colegas.
– Bien, Norman, tu primera tarea hoy sera localizar a este cerdo y averiguar de donde ha sacado la informacion.
El sargento puso mala cara, luego bebio un sorbo de cafe de la taza de espuma de poliestireno.
– Seguramente solo me dira que esta protegiendo sus fuentes -dijo con una suficiencia que irrito a Grace.
El comisario tuvo que aguantarse las ganas de gritarle, porque la verdad era que seguramente Potting tenia razon.
– El problema es, Roy -dijo Branson-, que hemos reclutado a cien agentes especiales para buscar la cabeza de la victima. Podria haber sido uno de ellos. O de los miembros del SOCO. O alguien de la oficina del forense. O del deposito.
Grace sabia que tenia razon. Era el problema de una investigacion como aquella. Todo el mundo sentia curiosidad, era la naturaleza humana. Solo hacia falta que una persona descuidada filtrara algo para que se extendiera en minutos.
Pero podia hacer muchisimo dano, joder. O lo habia hecho ya.
Grace aparco el tema por el momento y repaso la lista que Bella Moy y Eleanor habian preparado, y continuarian actualizando, dos veces al dia, a lo largo de la investigacion. Entonces, Norman Potting lo interrumpio.
– Nunca se sabe, Roy. Quiza podamos desprestigiar a ese Kevin Spinella.
– ?Como? -dijo Grace.
– Bueno, he oido rumores de que podria ser de la acera de enfrente. Ya sabes, marica.
Grace, acongojado, presintio que se acercaba otro momento Potting.
– Aqui utilizamos la palabra «gay».
– Exacto, amigo.
Grace lo miro con dureza. Norman Potting estaba absolutamente desconectado del mundo real.
– ?Y como nos ayudaria eso exactamente?
Potting saco una pipa de madera de brezo, con una boquilla muy mordida, del bolsillo de su traje y se quedo mirandola con los labios fruncidos.
– Me pregunto como le sentaria al director del Argus, la voz de Brighton y Hove, tener a un mariposon trabajando para el.
Grace apenas podia creer lo que acababa de oir.
– Norman, como Brighton y Hove tiene la comunidad gay mas importante de todo el Reino Unido, creo que se alegraria bastante de que todo el equipo editorial fuera gay.
Potting se volvio hacia Emma-Jane y le guino el ojo, una baba le aparecio en la comisura de los labios.
– Tu tranquila, cielo -dijo senalandose el pecho con el pulgar-. Suerte que aun quedamos hombres de verdad. Aprovecha.
– Cuando encuentre uno, lo hare -contesto ella.
– Norman -dijo Grace-, el lenguaje que utilizas es del todo inaceptable. Quiero verte en mi despacho en cuanto acabe esta reunion. Muy bien, centremonos -dijo luego al equipo-. Emma-Jane y yo tenemos que estar en una granja de insectos en Bromley a las once. Norman, tienes el dia ocupado con Spinella y con el seguimiento del contestador de Janie Stretton.
Grace siguio repasando la lista de las tareas del dia asignadas a cada miembro del equipo. Si todo marchaba bien, tendria una hora libre por la tarde para que el y Glenn Branson pudieran ir al centro de Brighton a comprar ropa de verdad.
Luego, intento aparcar el sentimiento de culpa que sintio simplemente por pensar en eso cuando tendria que centrar toda su atencion en Janie Stretton. Despues de todos aquellos anos de infierno que habia pasado podia permitirse ese lujo, aunque fuera de vez en cuando, ?no?
Entonces, como si un nubarron tapara el sol, volvio a pensar en Sandy. Siempre estaba ahi, en silencio, en un segundo plano. Era como si necesitara su aprobacion para cualquier cosa que hiciera. Sintiendose culpable, penso en las pertenencias de su mujer que habia metido en una bolsa de basura negra hacia solo un par de horas. ?Por si llevaba a Cleo Morey a casa aquella noche?
?O solo para intentar despejar el pasado, para dejar espacio al futuro?
Pronto, en algun momento, cuando tuviera un momento para el, iria a una inmobiliaria y pondria la maldita casa en venta.
Incluso el mero hecho de pensar aquello fue como sacarse un peso enorme de encima.
Sono el telefono de Glenn Branson, que miro a Grace, quien le dio permiso para responder asintiendo con la cabeza.
– Centro de investigaciones, al habla el sargento Branson. ?En que puedo ayudarle?
– ?Sabeis por que la mayoria de los hombres mueren antes que sus mujeres? -dijo de repente Norman Potting.
Grace, que intentaba escuchar la conversacion de Branson, se preparo para lo que venia.
– ?Porque quieren morirse! -dijo Potting en respuesta a las cabezas que contestaron que no.
Todas las mujeres se quejaron sonoramente al unisono. Glenn Branson se apreto el telefono a la oreja y se tapo la otra con la mano para intentar bloquear el ruido.
Potting, que era la unica persona a quien el chiste parecia haberle hecho gracia, se reia para si.
– Gracias, Norman -dijo Grace.
– Me se muchos mas como ese -dijo el sargento.
– No me cabe la menor duda -contesto Grace-, pero son las nueve menos cuarto de un sabado por la manana. Quiza quieras contarnos alguno un poco mas tarde. ?Cuando hayamos detenido al asesino?
– ?Genial! -dijo Potting, despues de pensarlo un instante-. Cuenta conmigo, Roy.
Grace se quedo mirando al hombre. A veces era complicado distinguir si era listo o un estupido integral. Por la experiencia que tenia con el sargento, por lo general parecia arreglarselas para ser las dos cosas a la vez.
Branson, que hoy llevaba una chaqueta de piel sin cuello que parecia cara y una camiseta negra, anotaba un numero en su libreta.