Tom, temblando de los nervios, estaba sentado en su estudio con un vaso de Glenfiddich, intentando centrarse en los e-mails que, como fuera, tenia que mandar acerca de la presentacion de manana por la manana a su equipo; tenia que hacerlo esta noche. Cada dos minutos, clicaba el boton de enviar y recibir de su correo electronico. Todo seguido de un largo trago de whisky.

A las once y veinte, el vaso estaba vacio y, como necesitaba otro, fue abajo. El agente Willingham estaba en la cocina, preparandose un cafe.

– ?Quiere uno, senor Bryce? -le pregunto.

Tom levanto el vaso y, consciente de que arrastraba ligeramente las palabras, dijo:

– Gracias, pero necesito algo un poco mas fuerte.

– No le culpo.

– ?Quiere uno? -le ofrecio Tom, abriendo la botella.

– Estoy de servicio, gracias, senor, no.

Tom se encogio de hombros como diciendole «Alla tu», lleno el vaso hasta el borde de whisky, hielo y agua - pero, basicamente de whisky- y volvio arriba. Cuando se sento a la mesa, vio que habia entrado otro mensaje de [email protected], con un documento adjunto. El asunto decia, simplemente, «Mensaje de Kellie».

Le temblaba tanto la mano que apenas podia mantener el cursor sobre el documento adjunto. Hizo doble clic.

El documento parecio tardar una eternidad en abrirse. Luego, de repente, toda la pantalla quedo en negro… y aparecio la cara de Kellie.

Apenas iluminada, como una artista actuando en un escenario bajo la luz de un solo foco, miraba al frente, desde la oscuridad. Todavia con el vestido de la noche anterior, estaba atada de pies y manos a una silla. Alrededor del cuello llevaba una cadena con un colgante de plata que Tom no habia visto nunca. Tenia un moraton grande debajo del ojo derecho, donde parecia que le habian pegado, y los labios hinchados.

Hablaba con voz entrecortada, forzada, como si intentara recitar un guion memorizado.

Tom la miro, totalmente petrificado por el horror, como si aquello no fuera real, solo una broma pesada, una pesadilla.

– Tom, por favor, mirame bien y escuchame -dijo Kellie, con la voz temblorosa-. ?Por que me has hecho esto? ?Por que no hiciste caso a las instrucciones y fuiste a la policia? Ahora me estan castigando por tu estupidez.

Se quedo callada, las lagrimas resbalaban por sus mejillas manchadas de rimel. La imagen fue acercandose mas y mas a su cara; luego, aun mas, enfocando hacia abajo, centrandose en el colgante del collar. Hasta que la joya ocupo toda la pantalla.

Y el diseno grabado en el era claramente visible. Era un escarabajo pelotero.

– No le hables a la policia de estas imagenes, cielo. Haz exactamente lo que te digan. Si no, le tocara a Max. Luego, a Jessica. No intentes hacerte el heroe. Por favor, haz lo que te digan. Es… -Se le entrecorto la voz-. Es la unica posibilidad que tenemos de volver a vernos. Por favor, no se lo digas a la policia, por favor. Lo sabran. Esta gente lo sabe todo.

La voz de Kellie le rasgo el alma.

La pantalla se quedo en negro. Luego oyo un sonido. Comenzo como un gemido debil, luego cada vez era mas fuerte y agudo, mas y mas desgarrador. Se dio cuenta de que era Kellie. Estaba gritando.

Luego, silencio.

La pelicula termino. El documento adjunto se cerro.

Tom vomito en la moqueta.

Capitulo 62

En el Vauxhall camuflado de la policia, Nick Nicholl cruzo la verja de seguridad de Sussex House y piso a fondo el acelerador. Emma-Jane daba instrucciones por radio al operador del centro de control.

– Aqui Golf-Tango-Juliet-Eco. Necesitamos unidades de refuerzo en los alrededores de Freshfield Road. El incidente esta en el numero 138, pero no quiero que nadie se acerque al coche hasta que yo lo diga, es muy importante. ?Entendido? -Estaba temblando de los nervios. Era el primer incidente serio del que se hacia cargo y era consciente de que podia estar rebasando su autoridad. Pero ?que otra opcion tenia?-. ?Puedes confirmarlo?

– Golf-Tango-Juliet-Eco, enviando unidades de refuerzo a los alrededores de Freshfield Road. Solicita no intervencion hasta nuevo aviso. Hora de llegada estimada, cuatro minutos.

Bajaban a toda velocidad por una cuesta larga y pronunciada. Emma-Jane miro el velocimetro. Mas de 110 kilometros por hora. Marco el numero que el senor Seiler le habia dado. Al cabo de unos momentos, contesto.

– ?Senor Seiler? Soy la detective Boutwood. Vamos para alla. ?Sigue la furgoneta ahi fuera?

– Sigue ahi -confirmo el hombre-. ?Quieren que vaya a hablar con el conductor?

– No -le imploro la detective-. No, por favor, no lo haga. Por favor, quedese dentro y vigilele. Seguire al telefono. Digame lo que ve.

El fogonazo de la camara de un radar cruzo la luna trasera del coche. Manteniendo la velocidad, el detective Nicholl siguio bajando la cuesta, acelerando aun mas cuando vio el semaforo en verde delante de ellos. La maldita luz se puso roja.

– ?Saltatelo! -le dijo Emma-Jane.

La policia aguanto la respiracion cuando cruzaron la linea y Nicholl giro bruscamente a la derecha, pasando peligrosamente delante de un coche que le pito enfurecido,

– Sigo viendo la furgoneta blanca -dijo el senor Seiler-. Hay un hombre dentro.

– ?Solo uno?

Iban por una carretera de dos carriles, en la que la velocidad estaba limitada a sesenta kilometros por hora, y el velocimetro rozaba los ciento cuarenta y cinco.

– Solo veo a un hombre.

– ?Que hace?

– Tiene un portatil abierto.

Se disparo otro radar.

– Sera mejor que no te equivoques -le susurro Nick Nicholl-. Si no, adios al carne.

Las farolas pasaban a toda velocidad. Las luces de posicion posteriores aparecian como cuando se avanza la imagen en un DVD. Los conductores enfadados les hacian luces.

Sin hacer caso a su companero, Emma-Jane se centro totalmente en el informador.

– Llegaremos dentro de un par de minutos -le dijo.

– Entonces, ?quiere que salga ahora?

– ??No!! -chillo-. Por favor, no salga.

Nick Nicholl freno, se salto otro semaforo, luego giro bruscamente a la izquierda por Elm Grove, una cuesta empinada y ancha con casas y tiendas a cada lado. El cartel «Alfombras Harmony», situado encima de un escaparate, paso a toda velocidad.

– ?Que ve ahora, senor Seiler?

– Todo sigue igual.

De repente, se oyeron interferencias en la radio.

– Golf-Tango-Juliet-Eco, al habla el agente Godfrey. Aqui unidad Delta-Zulu-Bravo. Estamos acercandonos a Freshfield Road. Llegada estimada, treinta segundos.

– Deteneos donde estais -dijo ella, que de repente se sintio increiblemente importante, y muy nerviosa por si la fastidiaba.

Pasaron por delante de los edificios lugubres del Hospital General de Brighton, donde su abuela habia muerto de cancer el ano pasado, luego giraron a la derecha dando un bandazo y con los neumaticos chirriando y entraron en Freshfield Road.

Emma-Jane echo un vistazo a los numeros de las casas: 256… 254… 248… Se volvio hacia Nick Nicholl y

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