«?Ha notado algun cambio en el comportamiento de la senora Bryce en los ultimos meses?»

«No, ninguno.»

?A que venia eso? Bryce ocultaba algo. ?Sospechaba que podia estar con un amante? ?O haberle abandonado? Y pese a la compasion que le despertaba el hombre, fue aquel momento de vacilacion, esa mentira, lo que sembro las dudas suficientes en la mente de Grace para impedirle mover todos los hilos e iniciar aquella misma noche la busqueda intensiva de Kellie Bryce. Por la manana, sugeriria a la subdirectora Alison Vosper que pusiera a Cassian Pewe al frente de la desaparicion de la mujer.

Y, con suerte, aquel pedante de mierda acabaria haciendo el ridiculo en su primer trabajo. Que maravilloso seria.

Miro fijamente el portero electronico y noto los nervios en el estomago. «?Controlate, tio!» ?Estas aqui plantado en la puerta como un adolescente patetico! ?A las once y media de un puto domingo por la noche!

De repente, se sintio cansado. Exhausto. Durante un momento, su enfado se recrudecio -estaba enfadado con Cleo y con el mismo por ser tan debil como para estar aqui- y tuvo la tentacion de volver al coche y marcharse a casa. Se dio la vuelta, metio la mano en el bolsillo para coger las llaves. Estaba sacandolas cuando oyo la voz de Cleo, extranamente distorsionada a traves del portero automatico.

– ?Hola!

Y esa voz le hizo algo. Le revitalizo por completo.

– ?Pizza! -dijo con un acento italiano muy malo-. ?Ha pediddo unna pizza? Cleo se rio.

– Entra por el patio y gira a la derecha. ?Es el numero seis, al final a la izquierda! ?Espero que no hayas olvidado el extra de anchoas!

La puerta se abrio con un clic agudo. Empujo la pesada verja para abrirla y se metio la mano en el bolsillo, recordando, de repente, los chicles, y se llevo una pastilla a la boca mientras caminaba por los adoquines impolutos iluminados por una hilera de luces dentro de cupulas de cristal. Al llegar a la puerta, puso el chicle en el envoltorio, hizo una bolita y se la guardo en el bolsillo.

La puerta se abrio antes de que tocara el timbre y Cleo aparecio, descalza, con unos vaqueros ajustados y una sudadera ancha azul, unos mechones de pelo recogidos, el resto sueltos. Estaba palida, apenas llevaba maquillaje y, sin embargo, estaba mas hermosa que nunca.

Lo saludo con una sonrisa docil y una especie de mirada culpable de sus ojos redondos, como un nino que se ha portado un poquitin mal.

– ?Hola! -dijo, y se encogio ligeramente de hombros.

Grace le devolvio el gesto.

– Hola.

Se produjo un silencio incomodo, como si cada uno esperara a que el otro le ofreciera un beso. Ninguno lo hizo. Cleo se aparto para dejarle pasar y cerro la puerta cuando hubo entrado.

Grace accedio a un gran salon abierto, iluminado tenuemente por una docena o mas de pequenas velas blancas y luces ultramodernas y muy elegantes; la habitacion desprendia un olor fuerte, femenino, muy seductor, ligeramente dulce, a almizcle.

La habitacion transmitia buenas vibraciones; se relajo al instante, sintio que Cleo estaba presente en cada centimetro. Paredes color crema y alfombras pequenas sobre un suelo de roble pulido, dos sofas rojos, muebles lacados negros, originales cuadros abstractos, un televisor que parecia caro y una cancion latina de El Divo sonando bajito, pero con firmeza, a traves de unos altavoces negros muy modernos.

Habia varias plantas exuberantes y, en una pecera cuadrada sobre la mesita de cafe, un pez de colores solitario nadaba por entre los restos de un templo griego en miniatura, sumergido.

– ?Aun te apetece ese whisky? -pregunto Cleo.

– Creo que lo necesito.

– ?Hielo?

– Mucho.

– ?Agua?

– Solo un chorrito.

Grace se acerco a la pecera.

– Es Pez -le dijo ella-. Pez, te presento al comisario Roy Grace.

– Hola, Pez -dijo el; luego se volvio hacia Cleo y anadio-: Yo tambien tengo un pez.

– Me acuerdo, me lo dijiste. Marlon, ?verdad?

– Buena memoria.

– Si. Mejor que la de un pez. Una vez lei que solo pueden recordar algo durante doce segundos. Yo a veces recuerdo cosas durante todo un dia.

Grace se rio. Pero fue una risa forzada. El ambiente era tenso, como si fueran dos boxeadores en un cuadrilatero que esperaban a que sonara la campana del primer asalto.

Cleo salio de la habitacion y Grace aprovecho la oportunidad para echar un vistazo. Se acerco a una fotografia enmarcada que compartia una pequena mesa auxiliar con un ficus. Era de un hombre guapo de aspecto distinguido, de unos cincuenta y tantos anos, vestido con un frac y sombrero de copa, junto a una mujer hermosa de unos cuarenta y cinco o cincuenta anos que se parecia muchisimo a Cleo y que llevaba un traje increiblemente elegante y un sombrero grande; habia docenas de personas vestidas de modo similar en segundo plano. Grace se pregunto si seria el Royal Enclosure de Ascot, aunque nunca habia estado.

Luego se acerco a una estanteria alta llena de libros. Reconocio una hilera de novelas de Graham Greene, una seleccion de los Diarios de Samuel Pepys, varias novelas policiacas, de Val McDermid, Simon Brett, Ian Rankin y Mark Timlin, una novela de Jeanette Winterson, dos de James Herbert, una de Alice Seebold, una de Jonathan Franzen, Las correcciones, varias de Tom Wolfe, una biografia de Margaret Thatcher y otra de Clinton, diversas novelas para mujeres jovenes solteras, un ejemplar antiguo de Anatomia de Gray y, para su sorpresa, una copia de The Occult, de Colin Wilson.

Cleo volvio a la habitacion, con una copa y un vaso; los cubitos entrechocaban.

– ?Lees mucho? -pregunto Grace.

– No lo suficiente, pero compro libros compulsivamente. ?Y tu?

Le encantaba leer y compraba varios libros cada vez que entraba en una libreria, pero rara vez acababa leyendolos.

– Ojala tuviera tiempo. Basicamente acabo leyendo informes.

Cleo le dio un vaso pesado de whisky con hielo y se sentaron en un sofa, y dejaron un espacio suficiente entre ellos. Ella levanto su copa, de vino blanco.

– Gracias por venir.

Grace se encogio de hombros, preguntandose que bomba iba a soltarle.

Pero lo que dijo fue:

– Arriba.

– ?Arriba?

– Abajo.

Grace fruncio el ceno.

– ?No lo conoces?

– No.

– Arriba, abajo, ?al centro y pa' dentro! -Levanto el vaso y bebio un trago largo.

Sacudiendo la cabeza perplejo, Grace bebio un trago de whisky; sabia peligrosamente bien.

– ?Que significa? ?«Arriba, abajo, al centro…»?

– ?Y pa' dentro!

Grace meneo la cabeza, no lo entendia.

– Es solo algo que se dice. Tendre que ensenartelo.

Miro a Cleo, luego el vaso, dio un sorbo mas y cambio de tema.

– Bueno, ?quieres hablarme de tu… principe azul? ?Tu prometido?

Cleo bebio otro trago de vino. El la observo, le encanto su forma de beber, no era un sorbo remilgado sino un

Вы читаете Muerte Prevista
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату