Cleo siguio acariciandole despacio, marcando su propio ritmo lento, muy lento, tentadoramente lento. Le pellizco el pezon izquierdo con los dedos, con suavidad, luego mas fuerte, mirandolo ahora fijamente a los ojos, esbozando esa sonrisa malvada, hermosa, tan increible…
Tan increiblemente…
Lasciva.
Y estaba tan empalmado que apenas podia soportarlo un segundo mas.
Cleo introdujo la lengua en su ombligo. Le bajo los pantalones y los calzoncillos, hasta las pantorrillas, hasta los zapatos. Entonces, empezo a chuparsela.
Sus pulmones se quedaron sin aire, el aire que tenia muy adentro, en algun lugar o zona que no sabia que aun existiera, que creia muerta hacia mucho tiempo. Y deslizo las mano debajo de la sudadera de Cleo, sintio su piel, la piel suave de su abdomen tonificado, le levanto despacio la sudadera, poco a poco hacia arriba, no queria que este momento acabara, no queria quitarsela, solo queria estar asi siempre, quitandole siempre el jersey, todos los dias, horas, minutos, segundos, na-nosegundos, picosegundos, femtosegundos de su vida. Que el tiempo se detuviera.
Entonces, le toco los pechos. No llevaba sujetador. Eran grandes, mucho mayores de lo que habia imaginado, firmes, redondos, y Cleo solto un gemido cuando se los acaricio, luego siguio chupandosela, mas y mas profundamente.
Al cabo de unos momentos, aun con los zapatos puestos y los pantalones y los calzoncillos en los tobillos, estaban tumbados en la cama sobre una colcha de leopardo. Mirandose en silencio. Grace paso la mano por sus hombros, tocando sus fuertes omoplatos, el contorno de su espalda, su piel calida, y penso -e intento no hacerlo, pero no hubo forma de evitarlo-, que tacto tan distinto tenia comparado con Sandy. No era mejor, solo distinto.
Empezaron a venirle a la mente imagenes de Sandy. Comparaciones. Sandy era mas baja, estaba mas rellenita, menos tonificada; tenia los pechos mas pequenos, de una forma distinta, los pezones mas grandes, mas rosados. Los de Cleo eran mas pequenos, como tacos color carmesi. Sandy tenia el vello pubico castano, una marana poblada. Cleo lo tenia del color del trigo en invierno, depilado, arreglado. Estaba entrelazada con el, sus extremidades fuertes y maravillosas como un impresionante pura sangre, contorsionandose.
– Roy, eres increible -le susurro-. Dios, Roy, hace tanto tiempo que queria esto. Hazme el amor.
Y Grace la levanto hacia el, incapaz de agarrarla toda, como si estuviera perdido en un cuento de hadas. Ella intentaba tenerlo dentro, pero Grace aun no estaba listo, aun no. Hacia tanto tiempo, intentaba recordar, tenia que contenerse, tenia que recordar como contenerse.
Tenia que ralentizarlo todo, como pudiera. Tenia que darle placer primero a ella. Era la regla privada que tenia con Sandy y con el reducido numero de novias con las que se habia acostado antes.
Bajo por su cuerpo, acariciandole los pechos con los labios, luego el contorno de la tripa, recorriendo con la lengua el pubis color trigo y luego saboreando su humedad, respirandola, un sabor increible, y un olor a almizcle aun mas embriagador que el perfume que llevaba.
Estaba gimiendo.
Oh, Dios santo, que bien sabia, que bien, que maravillosamente bien.
Su movil empezo a sonar.
Ella se rio. El telefono insistio. Luego paro. Grace la penetro mas con la lengua.
– ?Roy! -murmuro ella-. ?Roy! ?Oh, Roy! ?Dios mio, Roy!
Dos pitidos agudos de su maldito telefono. Un mensaje. Le daba absolutamente igual.
Capitulo 64
Chris Willingham se quedo mirando al hombre histerico con manchas de vomito en la camiseta que le gritaba desde la puerta del salon e intento desesperadamente recordar de su reciente curso de formacion como enfrentarse a una situacion como esta.
– ??Tiene que hacer algo!! ??Por favor, tiene que hacer algo!! ??Tiene que ayudarme a encontrar a mi mujer!!
«No alces la voz», recordo. Eso era lo primero. Asi que, con voz suave dijo:
– ?Que ha sucedido exactamente?
– ??Esta gritando!! ??Esta muerta de miedo, joder!! ??Vale?? -Tom Bryce entro en la habitacion y lo cogio por los hombros-. ??Tiene que hacer algo, joder!!
Al joven agente de Relaciones Familiares le entraron arcadas al oler el vomito.
– Digame, senor Bryce, ?que ha pasado? -dijo manteniendo la voz baja.
Tom Bryce se dio la vuelta y salio de la habitacion.
– ?Venga, venga a ver! ?Esta en mi ordenador!
El agente subio las escaleras y siguio a Tom hasta el pequeno estudio flanqueado de libros y archivos y marcos de fotos de su mujer y sus hijos. Vio un portatil sobre la mesa, la tapa abierta, la pantalla en negro. Tom Bryce pulso la tecla de retorno y aparecio la bandeja de entrada de su correo electronico.
El hedor a vomito aun era mas fuerte alli dentro, y Willingham, concentrandose en la pantalla, intento con cuidado no pisar el estropicio de la moqueta. Observo a Bryce sentarse, mirar la pantalla, fruncir el ceno y, luego, bajar el cursor.
– Estaba aqui -dijo Tom-. Estaba aqui, un e-mail con un puto documento adjunto. Dios santo, ?donde cono esta?
Willingham no dijo nada; Tom parecio tranquilizarse un momento. Entonces, volvio a perder los nervios.
– ??Estaba aqui!!
Tom miraba la pantalla con incredulidad. El puto e-mail habia desaparecido. Tecleo una tras otra, a modo de busqueda, las palabras que recordaba del mensaje. Pero no aparecio nada. Se hundio hacia delante, y sostuvo la cabeza entre las manos, sollozando.
– Por favor, ayudeme. Haga algo, por favor, encuentrela, haga algo, por favor. Dios mio, tendria que haberla oido.
– La ha visto, ?en la pantalla?
Tom asintio.
– Pero ?ahora no esta?
– Nooooo.
Willingham se pregunto si aquel individuo estaria loco. ?Se lo estaba imaginando? ?Estaba perdiendo la chaveta por culpa de la presion?
– Cuentemelo todo desde el principio, ?de acuerdo, senor?
Intentando mantener la calma, Tom le explico exactamente lo que habia visto y lo que habia dicho Kellie.
– Si ha recibido un e-mail -dijo el policia-, tiene que estar en algun lugar en el ordenador.
Tom busco en la carpeta de mensajes borrados, en la de correo basura, luego en el resto de carpetas de la base de datos de su correo electronico. Habia desaparecido.
Y comenzo a preguntarse, solo por un momento, si lo habia imaginado.
Pero el grito no. Imposible.
Se volvio hacia el agente.
– Seguramente pensara que han sido imaginaciones mias, pero no. Lo he visto. Sea quien sea esa gente, son muy habiles con la tecnologia. Ya me ha pasado antes. Esta semana he recibido mensajes que luego han desaparecido y me han borrado toda la base de datos.
Willingham estaba alli inmovil, sin saber que creer o hacer. El hombre estaba muy mal, pero no parecia loco, solo en estado de choque. Habia pasado algo, eso seguro, pero segun sus limitados conocimientos de informatica, los e-mails no desaparecian asi como asi. Podia ser que quedaran mal archivados; a el le habia pasado.
– Vamos a intentarlo otra vez, senor. Repasemos todos sus archivos, uno por uno.
Era mas de medianoche cuando terminaron. Y tampoco lo habian encontrado.
Tom lo miro, implorante.
– ?Que vamos a hacer?