trago como Dios manda.
– ?Richard?
– ?Se llama asi?
– ?No te dije como se llamaba? -Parecia asombrada.
– La verdad es que no. Parece que anoche se te olvido. Y tambien en nuestra primera cita.
Ella miro dentro de la copa de vino como si contemplara unas runas antiguas.
– Pero, si todo el mundo…, todo el mundo sabe quien es. Quiero decir que… pensaba… Tienes que saber quien es.
– Pues es evidente que no soy todo el mundo.
– Lleva meses volviendo loco al equipo del deposito.
Grace hizo girar los cubitos en el vaso.
– No se si te sigo.
– El numero 42 -dijo-. ?El sentido de todo? ?Guia del autoestopista galactico?
– Vale -dijo el, cayendo en la cuenta por fin. Se pregunto por un momento si Cleo estaba borracha. Pero no lo parecia. Ni siquiera parecia achispada-. Lo siento. Estoy perdido. ?Tu prometido esta volviendo loco a todo el mundo?
– Creia que lo sabias -dijo, y de repente parecia muy docil-. Mierda, no lo sabias, ?verdad?
– No.
Cleo apuro el vino.
– ?Dios santo! -Luego inclino la copa como buscando unas gotas mas del preciado alcohol-. En realidad, esa expresion es del todo desacertada, «Dios santo». -Volvio a encogerse de hombros.
– ?Quieres ponerme al corriente?
– ?Quieres la version extendida sobre Richard?
– Podria ser un buen punto de partida.
– Richard y yo nos conocimos hara unos tres anos, el es abogado. Fue al deposito porque queria ver un cadaver de un caso de asesinato que estaba defendiendo. -Levanto la copa con expectacion, luego se quedo decepcionada al comprobar que estaba vacia-. Me gusto y comenzamos a salir. A mis padres les caia bien, a mi hermano y a mi hermana les parecia encantador, y hace un ano y medio nos prometimos. Pero por la misma epoca descubri que tenia un gran rival: Dios.
– ?Dios?
Ella asintio.
– Encontro a Dios. O Dios lo encontro a el. Como sea.
– Que afortunado, Richard -dijo Grace.
– Mucho -dijo ella con un dejo de sarcasmo-. Envidio a cualquiera que encuentre a Dios. Es genial poder descargar todas tus responsabilidades en Dios. -De repente, se puso en pie-. ?Quieres mas whisky?
Grace miro su vaso, que estaba practicamente lleno.
– Estoy servido, gracias. Tengo que conducir.
Cleo salio de la estancia, volvio con la copa de vino llena y se sento, mucho mas cerca esta vez.
– Comenzo a llevarme a una iglesia carismatica de Brighton -dijo-. Pero no era para mi. Lo intente, porque entonces le queria, pero solo sirvio para alejarnos.
– ?Y su solucion fue rezar aun mas?
– Exacto. Vaya, ?sabes que eres bastante listo, para ser poli?
Grace le lanzo una mirada llena de intencion, pero no pudo disimular una sonrisa.
– Muchas gracias.
Cleo choco su copa con el vaso de Grace.
– Empezo a querer que me arrodillara con el, a rezar durante una hora, a veces incluso mas, a pedirle a Dios que nuestra relacion mejorara. Al cabo de un tiempo, no pude soportarlo mas.
– ?Por que no?
– Pues porque no soy creyente.
– ?No crees en nada?
– Mi profesion consiste en abrir cadaveres, ya sabes a que me dedico. Todavia no he encontrado ninguna alma ahi dentro. -Bebio un trago de vino-. ?Tu eres creyente?
– Creo en alguna forma de existencia mas alla de la muerte, pero tengo un problema con la religion.
– Entonces pensamos igual -dijo Cleo.
– He visto que tienes The Occult de Colin Wilson en la estanteria.
– Ese tema me intriga. Se que a ti te gusta, y no pasa nada. Se puede creer en fantasmas, en una especie de mundo espiritual, pero no hay por que creer necesariamente en un Dios monoteista. ?Verdad?
Grace asintio.
– Rompi con Richard hace seis meses y no lo acepta. Esta convencido de que Dios arreglara las cosas entre nosotros. Todo esto tambien esta afectando a su carrera. Cada vez pasa mas tiempo rezando a Dios para que lo ayude con sus casos en lugar de leer los informes. Lo siento, veo toda la mierda que pasa en el mundo y la mayor parte esta causada por gente que tiene una version particular de Dios. A veces, no creo que la obsesion de Richard este tan alejada de la de los terroristas suicidas musulmanes. Todo forma parte del mismo maldito sistema de creencias: que no es la vida lo que importa, sino lo que viene despues. ?Que idea de mierda! ?Cambiamos de tema?
Grace bebio un poco mas de whisky.
– ?De que te gustaria hablar?
Cleo dejo la copa, le cogio el vaso de la mano y tambien lo dejo. Le puso los brazos alrededor del cuello y le susurro al oido:
– ?Que te parece si no hablamos durante unos minutos?
Luego, apreto sus labios contra los de el. Eran suaves, increiblemente suaves; inhalo su perfume a almizcle, el olor de su pelo recien lavado, sintio su lengua dulce y suave en la boca, noto como lo acercaba mas y mas a su cuerpo, como si tirara de el con panuelos de seda.
Y, de algun modo, con los cuerpos entrelazados, sin separar los labios ni un momento, subieron las escaleras empinadas -un tramo, dos tramos, no los conto-, arrastrando los pies por el suelo de madera, luego por una alfombra mullida. El Divo seguia sonando, ahora una melodia de jazz suave. Junto a las paredes habia velas, las llamas parpadeaban, y Cleo seguia besandole, explorando sus dientes con la lengua, luego el paladar, luego batiendose en duelo con su lengua, y noto…
Oh, Dios santo, el fuego ardiente en la entrepierna; la presion…
Notaba una corriente electrica en la tripa, que lanzaba pequenas chispas maravillosas que recorrian todo su cuerpo. Abrio los ojos, vio que los ojos azul claro de Cleo le sonreian. Estaba desabrochandole la camisa y, de repente, apreto su boca, humeda y dulce, sobre cada uno de sus ojos, y fue como si alguien hubiera dado la corriente. Le beso la frente, luego la mejilla, luego los labios, otra vez. Y otra.
Era tan genial que le dolia.
En los ultimos nueve anos, solo habia llamado algunas veces a numeros de los anuncios personales del
Quiza porque en su mente, Sandy estaba en esa habitacion. Pero ahora no estaba.
Los dedos delgados de Cleo buscaban su cinturon. Otro beso, en el cuello, justo debajo de la barbilla. Oyo el ruido metalico de la hebilla. Otro beso en el cuello, ahora mas abajo. Luego, de repente, noto que sus pantalones se aflojaban, las manos de Cleo dentro de sus calzoncillos, tan calidas y, al mismo tiempo, tan increible, deliciosa, sensualmente frias.
– Oh, Dios mio. -Se estremecio, estaba casi loco de excitacion; pero parecia decidido a alargar aquel momento mucho, mucho tiempo.
Ella le sonrio, la sonrisa mas absoluta y totalmente lasciva que habia visto en su vida. Luego, siguio con los botones de la camisa otra vez, desabrochando cada uno, abriendo el tejido mas y mas.
Luego, apreto los labios contra su pezon derecho y Grace creyo que iba a morir de felicidad.