familiares y amigos mas cercanos de la senora Bryce. Un hombre asustado no conducira muy lejos con dos ninos pequenos en mitad de la noche. ?Has difundido la descripcion del coche?

Tanto Chris Willingham como Glenn Branson se quedaron mirandolo perplejos. Era evidente que a ninguno de los dos se le habia ocurrido.

– ?Que cono esta pasando aqui?

– Roy, no sabia hasta que punto habia que controlarle -dijo Glenn Branson intentando tranquilizarlo-. Chris solo ha venido para ayudarle a sobrellevar la situacion y ofrecerle proteccion.

– Si, y si divulgamos la descripcion del vehiculo que conduce aun podremos ofrecerle mas proteccion, con cada maldito coche patrulla que haya por la calle. -Aunque sabia que a estas horas no serian muchos.

– ?Le digo a Nick que convoque al resto del equipo?

Grace lo penso un momento. La tentacion de sacar a Norman Potting de la cama era casi irresistible, pero le daba la impresion de que tenian un dia muy largo por delante. Dejaria que el maximo numero de agentes durmiera bien esta noche para al menos tener personal descansado y alerta en la reunion de las ocho y media.

Se dio cuenta de que tenia que encontrar un sustituto para Emma-Jane. ?Y como iba a reaccionar Alison Vosper a otro accidente de trafico provocado por una persecucion policial? El taxista estaba en el hospital con diversas lesiones leves, su pasajero, que no llevaba puesto el cinturon, se habia roto una pierna. Un periodista del Argus ya se habia presentado en el hospital, y toda la prensa pronto se haria eco de la historia.

«Mierda, mierda, mierda.»

– Hay un problema. No se la matricula de su coche -dijo Glenn Branson.

– Bueno, no creo que sea muy complicado averiguarlo. Seguramente tienen la documentacion del coche en algun lugar de la casa.

Grace dejo que Branson hiciera la llamada y que el agente de Relaciones Familiares buscara en el piso de abajo la informacion sobre el coche. Subio las escaleras y encontro los cuartos de los ninos y el dormitorio principal con la cama sin hacer. Nada. El estudio de Tom Bryce parecia mas prometedor. Echo un vistazo a la mesa del hombre, atestada de carpetas y con una webcam en un soporte. Arrugando la nariz por el hedor a vomito, hurgo en los cajones, pero no encontro nada interesante, asi que miro en el alto archivador metalico negro.

Toda la informacion estaba en una carpeta titulada «coches».

No todo el trabajo policial requeria tener un titulo en ingenieria aeronautica, penso.

Al cabo de quince minutos, Grace y Branson estaban en un ascensor deprimente, con grafitis obscenos en todas las paredes y con un charco de orina en una esquina, en un bloque de pisos del barrio de viviendas subvencionadas de Whitehawk.

Salieron en el septimo piso, recorrieron el pasillo y llamaron al timbre del apartamento 72.

– ?Quien es? -grito una mujer al rato.

– ?Policia! -dijo Grace.

Una mujer de aspecto cansado y atribulado de cincuenta y pocos anos, que llevaba una bata y unas zapatillas con una borla, les abrio la puerta. Parecia haber sido atractiva de joven, pero ahora tenia la cara aspera, llena de arrugas, y el pelo ondulado, cortado sin ninguna forma, era rubio, tirando a gris. Tenia los dientes muy manchados, por la nicotina, decidio Grace, a juzgar por el olor a tabaco. En algun lugar de la casa, un nino gritaba. Habia un olor levemente rancio a grasa frita.

Grace levanto su placa.

– Soy el comisario Grace del Departamento de Investigacion Criminal de Brighton, y el es el sargento Branson. ?Es usted la senora Margaret Stevenson?

La mujer asintio.

– ?Es la madre de la senora Kellie Bryce?

La mujer vacilo un segundo.

– Si. No esta aqui-dijo luego-. ?Buscan a Tom? No esta.

– ?Sabe donde esta? -pregunto Grace.

– ?Saben donde esta mi hija?

– No, estamos intentando encontrarla.

– Ella no desapareceria asi, no abandonaria a sus hijos. No ha soportado nunca perderlos de vista. Ni siquiera le gusta dejarlos con nosotros. Tom ha traido a los ninos hara una hora. Ha llamado al timbre, los ha metido en casa y se ha marchado.

– ?Le ha dicho adonde iba?

– No. Ha dicho que me llamaria mas tarde.

Los gritos se volvieron mas fuertes. La mujer se giro, preocupada.

Grace saco una tarjeta del bolsillo y se la dio.

– Por favor, llameme si habla con el. Al movil.

– ?Quieren pasar? -pregunto la mujer mientras cogia la tarjeta-. ?Quieren un te? Debo calmar a Jessica para que deje de llorar. Mi marido tiene que dormir. Tiene parkinson. Debe descansar.

– Siento haberla molestado -dijo Grace-. ?El senor Bryce no le ha dicho nada?

– Nada.

– ?No le ha explicado por que le traia a los ninos en mitad de la noche?

– Para ponerlos a salvo, eso ha dicho. Nada mas.

– ?Para ponerlos a salvo de que?

– No me lo ha dicho. ?Donde esta Kellie? ?Donde creen que esta?

– No lo sabemos, senora Stevenson -dijo Glenn Branson-. La llamaremos en cuanto la encontremos. ?El senor Bryce no le ha dicho adonde iba?

– A buscar a Kellie, me ha dicho.

– ?No ha dicho adonde?

La mujer nego con la cabeza. Los gritos se volvieron aun mas fuertes. Grace y Branson se miraron; una pregunta y un gesto de resignacion.

– Siento haberla molestado -dijo Grace. Sonrio para intentar tranquilizarla-. Encontraremos a su hija.

Capitulo 68

Tom, que salia lentamente de Brighton por el norte en el Espace de Kellie, con el movil en la mano, estaba temblando. La carretera estaba tranquila, solo aparecian faros en direccion contraria de vez en cuando; ocasionalmente, veia en el retrovisor unas luces que luego lo adelantaban.

Pensamientos vagos entraban y salian de su mente, como sombras proyectadas por las luces del coche. Tenia todo el cuerpo en tension. Se inclinaba hacia delante, observaba por el parabrisas, lanzaba miradas nerviosas y rapidas al retrovisor, el miedo apresaba su estomago. «Dios mio. Carino, ?donde estas?»

No sabia que hacia en ese lugar o que esperar. Estaba bloqueado; era incapaz de razonar, incapaz de pensar mas alla de esas palabras del e-mail que habian aparecido en la pantalla de su ordenador.

Veia a la chica, a Janie Stretton, en su cuarto, mientras el hombre encapuchado la masacraba con el estilete. Solo que ahora no era Janie Stretton, sino Kellie.

No podia imaginar donde estaba su mujer o que le pasaba por la cabeza. Tenia que llegar a ella, fuera como fuera, costara lo que costara.

Dinero. Tenia la vaga sospecha de que eso era lo que querrian. Habian secuestrado a Kellie y ahora querian dinero. Y tendrian que creerle cuando les dijera que no tenia demasiado, pero que les daria todo lo que tenia en el mundo. Todo.

Aparecio un letrero en la carretera: «Cowfold. Haywards heath».

De repente, la pantalla del movil se encendio y este comenzo a sonar: «Numero privado».

Nervioso, le dio al boton de contestar.

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