– Cuentame.

– Creia que hoy estarias en el juzgado. Te he llamado al movil, pero lo tienes desconectado.

– Estoy almorzando. Tengo descanso, el juez Driscoll repasa hoy a puerta cerrada los alegatos de la defensa.

Uno de los mayores inconvenientes de llevar una acusacion a juicio era el tiempo que consumia. Grace, debido a su cargo, tenia que estar en la sala o seguir de cerca todo el juicio. Era probable que este durara unos tres meses, gran parte de los cuales su trabajo se limitaba a rondar por alli.

– No me parece que se trate de una investigacion normal de desaparicion. Me gustaria hacerte unas consultas. ?Estas libre esta tarde, por casualidad? -pregunto Glenn Branson.

A cualquier otra persona, Grace le habria contestado que no, pero sabia que Glenn Branson no era de los que te hacian perder el tiempo… y Dios santo, ahora mismo, se alegraba de tener una excusa para salir del despacho, incluso con este tiempo de mierda.

– Claro, puedo hacerte un hueco.

– Genial -Hubo una pausa breve, luego Glenn Branson dijo-: Mira, podemos quedar en el piso de este tipo, creo que estaria bien que lo vieras por ti mismo. Puedo conseguir la llave y verte alli.

Branson le dio la direccion.

Grace miro la hora, luego consulto la agenda de su Blackberry.

– ?Que te parece si nos vemos alli a las cinco y media? Despues podriamos ir a tomar una copa.

– No tardaras tres horas en llegar… Vaya, supongo que un hombre de tu edad tiene que comenzar a tomarse las cosas con calma. Hasta luego.

Grace hizo una mueca. No le gustaba que le recordaran que su cuadragesimo cumpleanos estaba al caer. Le desagradaba la idea de cumplir cuarenta anos, que era una edad en la que la gente hacia balance de su vida. Habia leido en algun sitio que cuando llegabas a los cuarenta, habias alcanzado la forma que iba a tener tu vida para siempre. No sabia por que, pero tener treinta y ocho anos estaba bien, pero cumplir treinta y nueve significaba que rondabas indiscutiblemente los cuarenta. Y no hacia tanto, el consideraba que la gente de cuarenta anos era vieja. Mierda.

Volvio a mirar la lista de expedientes de la pantalla. A veces, se sentia mas unido a estas personas que a nadie. Veinte victimas de homicidios que dependian de el para que llevara a sus asesinos ante la justicia. Veinte fantasmas que ocupaban la mayoria de sus pensamientos de dia y, a veces, tambien vagaban por sus suenos de noche.

Capitulo 14

Podia utilizar un coche compartido, pero decidio coger su Alfa Romeo 147. A Grace le gustaba el sedan; le gustaban los asientos duros, la conduccion firme, la funcionalidad casi espartana del interior, el ruido meloso del tubo de escape, la sensacion de precision, las esferas deportivas y brillantes del salpicadero. El vehiculo tenia un aire de precision acorde a su naturaleza.

Los limpiaparabrisas grandes y gruesos barrian la superficie, apartando la lluvia del cristal, los neumaticos silbaban sobre el asfalto y una cancion alocada de Elvis Costello sonaba en el equipo de musica. La carretera de circunvalacion subia por una cadena de montanas y bajaba hacia un valle. A traves de la cortina de lluvia, veia los edificios del complejo turistico costero de Brighton y Hove extendiendose delante de el; detras de la unica chimenea que quedaba en pie de la vieja estacion electrica de Shoreham, la franja gris y reluciente que apenas podia distinguirse del cielo, eso era el canal de la Mancha.

Habia crecido aqui arriba, entre sus calles y sus delincuentes. Su padre solia recitarle de un tiron sus nombres, las familias que manejaban las drogas, los burdeles, los anticuarios de lujo deshonestos que comerciaban con joyas y muebles robados, los vendedores de televisores y reproductores de CD.

En su dia, habia sido un pueblo de contrabando. Luego, Jorge IV habia construido un palacio a tan solo un centenar de metros de la casa de su amante. Por alguna razon, Brighton nunca habia logrado sacarse de encima sus antecedentes criminales y tampoco su reputacion de lugar para fines de semana guarros; pero gracias a eso Brighton y Hove destacaban sobre cualquier otro centro turistico rural de Inglaterra, penso Grace mientras ponia el intermitente y salia de la carretera de circunvalacion.

Grassmere Court era un bloque de pisos de ladrillo rojo de unos treinta anos de antiguedad, situado en un barrio de categoria de Hove, el distrito refinado de la ciudad. Daba a una carretera principal y detras tenia un club de tenis. La edad de los residentes era variada, pero la mayoria eran solteros profesionales de veintitantos y treinta y tantos y ancianos de posicion desahogada. En el folleto de una inmobiliaria seguramente estaria catalogado como «residencia altamente deseable».

Glenn Branson estaba esperando en el porche, alto, negro y calvo como una bola de billar, envuelto en una parca gruesa y hablando por el movil. Parecia mas un camello que un policia. Grace sonrio. El cuerpo enorme y musculoso tras anos de culturismo de su companero le recordo la descripcion que hiciera el presentador Clive James de Arnold Schwarzenegger: un preservativo lleno de nueces.

– Eh, ?perro viejo! -le saludo Branson.

– Corta el rollo, solo soy siete anos mayor que tu. Algun dia tambien llegaras a mi edad y no te hara ninguna gracia -le respondio con una sonrisa.

Chocaron las palmas de las manos y, luego, frunciendo el ceno, Branson dijo:

– Estas horrible. De verdad. Lo digo en serio.

– No toda la publicidad me sienta bien.

– Si, bueno, no he podido evitar ver que te has agenciado un par de columnas en los periodicuchos esta manana…

– Tu y casi todo el planeta.

– Tio, para ser un veterano eres bastante estupido, ?sabias?

– ?Estupido?

– No espabilas, Grace. Sigue sacando la cabeza por el parapeto y algun dia alguien te la va a volar de un tiro. Hay dias en los que pienso que eres el mayor capullo que conozco.

Giro la llave en la cerradura de la puerta del edificio y empujo para abrirla.

– Gracias -dijo Grace, siguiendolo adentro-, tu si que sabes como animar a alguien. -Luego arrugo la nariz. Con los ojos vendados, siempre se sabia si estabas en un edificio antiguo. El olor universal de las alfombras gastadas, la pintura deteriorada, la verdura hirviendo tras una de las puertas cerradas-. ?Como esta tu senora? - pregunto mientras esperaban el ascensor.

– Muy bien.

– ?Y los ninos?

– Sammy es genial. Remi se esta volviendo un diablillo.

Pulso el boton del ascensor.

– No fue como lo ha pintado la prensa, Glenn -dijo Grace al cabo de unos momentos.

– Tio, lo se porque te conozco. La prensa no te conoce, y aunque te conociera, le importa una mierda. Quiere una historia y fuiste lo suficientemente estupido como para darsela.

Salieron del ascensor en el sexto piso. El apartamento estaba al final del pasillo. Branson abrio la puerta y entraron.

El lugar era pequeno; tenia un salon-comedor, una cocina estrecha con encimera de granito y fregadero circular de acero inoxidable y dos dormitorios, uno de los cuales hacia de estudio, con un Mac y un escritorio. El resto de la habitacion-despacho estaba lleno de estanterias repletas, en su mayoria, de libros de bolsillo.

Al contrario que el exterior aburrido y los espacios comunes sosos, el piso desprendia un aire fresco y actual. Las paredes eran blancas, con un toque muy ligero de gris, y los muebles eran modernos, con una clara influencia japonesa. Habia sofas bajos, grabados sencillos en las paredes, un televisor de pantalla plana con un reproductor de DVD debajo y un sofisticado equipo de musica con altavoces altos y delgados. En el dormitorio principal habia un futon, un armario con unas magnificas puertas de lamas, otro televisor de pantalla plana y mesitas de noche bajas con lamparas de ultima generacion. Un par de zapatillas Nike descansaban en el suelo.

Grace y Branson se miraron.

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