– Bonita choza -dijo Grace.

– Vaya -dijo Branson-. La vida es bella.

Grace lo miro.

– Me la perdi en el cine. La vi por Sky. Una peli increible, ?la has visto?

Grace nego con la cabeza.

– Pasa todo en un campo de concentracion. Va de un padre que convence a su hijo de que estan jugando. Si ganan el juego, les dan un tanque. En serio te lo digo, me emocione mas que con La lista de Schindler y El pianista.

– No habia oido hablar nunca de ella.

– A veces me pregunto en que planeta vives.

Grace se quedo mirando una fotografia que habia junto a la cama. Era de un hombre guapo, de veintiocho o veintinueve, rubio, con camiseta negra y vaqueros, que con el brazo rodeaba a una mujer muy atractiva de la misma edad y pelo largo y oscuro.

– ?Es el?

– Y ella. Michael Harrison y Ashley Harper. Bonita pareja, ?verdad?

Grace asintio sin dejar de mirarlos.

– Se casan el sabado. Al menos, ese es el plan.

– ?Que quieres decir?

– Si es que aparece, quiero decir. Ahora mismo la cosa no pinta demasiado bien.

– ?Dices que no se sabe nada de el desde el martes por la noche? -Grace miro por la ventana. Abajo, las vistas daban a una calle ancha azotada por la lluvia y llena de coches. Aparecio un autobus-. ?Que sabes de el?

– Es un chico de Brighton a quien le han ido muy bien las cosas. Es promotor inmobiliario. Un pez gordo. Inmobiliaria Doble M. Tiene un socio que se llama Mark Warren. Recientemente han levantado un proyecto de la hostia, un viejo almacen en el puerto de Shoreham. Treinta y dos pisos, todos vendidos sobre plano. Llevan siete anos en el negocio, han hecho un monton de cosas en la zona, rehabilitaciones y algunas construcciones nuevas. La chica es la secretaria de Michael, una tia lista, muy guapa.

– ?Crees que se ha largado?

Branson nego con la cabeza.

– No.

Grace cogio la fotografia y la miro mas detenidamente.

– Maldita sea, yo me casaria con ella.

– Exacto.

Grace fruncio el ceno.

– Lo siento, estoy lento, ha sido un dia largo.

– ?Tu te casarias con ella! Si yo estuviera soltero, me casaria con ella. Cualquiera en sus cabales se casaria con ella, ?verdad?

– Es muy guapa.

– Es muy guapa, si.

Grace lo miro inexpresivo.

– Dios santo, viejo, ?estas perdiendo facultades o que? -le dijo Branson fingiendo exasperacion.

– Quiza si-dijo Grace, impasible-. ?Que opinas?

Branson nego con la cabeza.

– Mi opinion es, exactamente, esa. Si fueras a casarte con esta tia el sabado, ?te largarias?

– No, a no ser que estuviera loco.

– Entonces, si no se ha largado, ?donde esta?

Grace se quedo pensando un momento.

– Por telefono me has dicho algo sobre una broma en la despedida de soltero que habria acabado mal.

– Es lo que me ha dicho su prometida. Es lo primero que pense. Las despedidas de soltero pueden ser salvajes. Pensaba lo mismo ayer, incluso despues de que no apareciera en todo el dia; pero ?dos noches fuera?

– ?Le entro miedo? ?Hay otra chica?

– Todo es posible; no obstante, me gustaria ensenarte algo.

Grace le siguio al salon. Branson se sento delante del ordenador y tecleo algo. Era un as de la informatica. Grace tenia buena cabeza para la tecnica y estaba bastante al dia de la mayoria de las innovaciones tecnologicas, pero Branson estaba a anos luz de el.

Aparecio una ventana de contrasena en la pantalla. Branson tecleo con furia y, al cabo de unos segundos, la pantalla se lleno de datos.

– ?Como lo has hecho? -pregunto Grace-. ?Como has sabido la contrasena?

Branson lo miro de reojo.

– No hay contrasena. La mayoria de la gente ve que le piden una contrasena e intentan teclear algo. ?Por que iba a necesitar una si no compartia el ordenador con nadie?

– Estoy impresionado. Que escondido te lo tenias.

– Quiero que mires esto detenidamente -dijo Branson obviando la observacion.

Grace hizo lo que le pidio y se sento delante de la pantalla.

Capitulo 15

A tan solo un par de kilometros, Mark Warren tambien estaba inclinado sobre su ordenador. El reloj de la pantalla plana marcaba las seis y diez de la tarde. Llevaba las mangas subidas y tenia olvidado a su lado un capuchino de Starbucks, cuya espuma hundida formaba una capa arrugada. Su mesa, en el despacho que habia compartido con Michael durante siete anos y que normalmente mantenia ordenada, estaba atestada de pilas de documentos.

Inmobiliaria Doble M ocupaba la tercera planta de una casa adosada estrecha de cinco pisos de la epoca de la Regencia. Situada a poca distancia de la estacion de Brighton, habia sido su primer proyecto inmobiliario. Aparte del despacho en el que se encontraba, habia una sala de juntas para los clientes, una pequena recepcion y una cocina. Los muebles eran modernos y funcionales. En las paredes colgaban fotografias de los tres yates de regata que poseian conjuntamente y que reflejaban su exito: desde su primer barco, un Nicholson- 27, a un Contessa-33 mas robusto, y hasta un Oyster-42, de categoria superior, que era su juguete actual.

Tambien habia fotos de sus proyectos inmobiliarios: el almacen a orillas del mar en el puerto de Shoreham que habian transformado en treinta y dos apartamentos; un viejo hotel en Kemp Town, con vistas al mar, que habian reconvertido en diez apartamentos y dos casitas en la parte de atras, y su proyecto mas reciente y ambicioso: un dibujo artistico de dos hectareas de bosque donde tenian permiso para construir veinte casas.

Le dolian los ojos por haber pasado dos noches en vela y, para descansar un momento de la pantalla, Mark miro por la ventana. Justo enfrente habia un bufete de abogados y una tienda de ropa de cama rebajada. Los dias de sol era un lugar perfecto para comerse con los ojos a las chicas guapas que pasaban por la calle; sin embargo, ahora mismo llovia a cantaros y la gente caminaba deprisa, acurrucada debajo de sus paraguas o envuelta en abrigos, con los cuellos subidos y las manos en los bolsillos. Ademas, Mark no estaba de humor para pensar en otra cosa que no fuera la tarea que tenia delante.

Cada pocos minutos, como llevaba haciendo todo el dia, marcaba el numero del movil de Michael, pero cada vez le salia directamente el buzon de voz. A menos que el telefono estuviera desconectado o se hubiera quedado sin bateria, aquello indicaba que Michael seguia alli abajo. Nadie habia oido nada. A juzgar por la hora del accidente, lo habrian enterrado hacia las nueve, anteayer por la noche. Hacia ya unas cuarenta y cinco horas.

Estaba sonando el telefono de la linea principal. Mark oia los tonos apagados y vio que la luz de su extension parpadeaba. Contesto, intentando ocultar el temblor nervioso que habia en su voz cada vez que hablaba.

– Inmobiliaria Doble M.

Una voz de hombre.

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