marcha, procedente de un televisor con el volumen demasiado alto. Despues, con la ayuda de la linterna, comenzo su busqueda.

Primero entro en la habitacion principal, el area del salon-comedor, iluminando cada superficie con la luz. Vio una pila de platos sucios en el aparador, una botella de Chianti medio vacia con el corcho metido de nuevo, luego la mesita de cafe, con el mando a distancia del televisor junto a un cuenco de cristal con una vela grande, parcialmente consumida. Un fajo de revistas: GQ, FHM, Yachts and Yachting. Al lado, una luz roja parpadeaba sin parar en el contestador automatico.

Escucho los mensajes. Habia uno, de hacia tan solo una hora, de la madre de Michael, con la voz nerviosa: «Hola, Michael, solo llamo por si has vuelto».

Habia otro de Ashley. Sonaba como si hablara desde el movil en una zona de mala cobertura: «Michael, carino, solo llamo para ver si por casualidad has vuelto. Por favor, por favor, llamame en cuanto escuches esto. Te quiero muchisimo».

El siguiente era de un comercial que le preguntaba a Michael si querria aprovecharse de una nueva facilidad crediticia que el Barclays Bank ofrecia a los titulares de su tarjeta.

Mark siguio reproduciendo todos los mensajes, pero no habia nada interesante. Miro en los dos sofas, las sillas, las mesas auxiliares, luego fue al estudio.

En la mesa delante del iMac solo estaba el teclado, el raton inalambrico, una alfombrilla fosforescente para el raton, un pisapapeles de cristal con forma de corazon, una calculadora, un cargador de movil y un portalapices negro repleto de boligrafos y lapices. Lo que estaba buscando no estaba alli. Tampoco estaba en las estanterias ni en ningun sitio del dormitorio desordenado de Michael.

«Mierda.»

«Mierda, mierda, mierda.»

Se fue del piso, bajo por la escalera de incendios, salio por la puerta de atras y entro en la oscuridad del aparcamiento. «Malas noticias», penso para si mientras regresaba furtivamente a la calle. «Muy malas noticias.»

Quince minutos despues, subio con su BMW X5 la colina empinada junto al enorme complejo en expansion del hospital del condado de Sussex y entro en el aparcamiento del servicio de Urgencias. Paso deprisa por delante de un par de ambulancias y accedio a la recepcion y a la sala de espera intensamente iluminadas, que ya conocia de su visita del dia anterior.

Paso por delante de docenas de personas que esperaban con tristeza en los asientos de plastico, debajo de un cartel que decia: «Tiempo de espera: 3 horas», y por varios pasillos hasta el ascensor, que cogio para subir a la cuarta planta.

Luego siguio los letreros hasta la UCI; el olor a desinfectante y comida de hospital penetraron en su nariz. Doblo una esquina, paso por delante de una maquina expendedora y un telefono publico con una pequena cupula de plastico; luego, delante de el, vio el mostrador de recepcion de la Unidad de Cuidados Intensivos. Detras habia dos enfermeras, una al telefono, la otra hablando con una anciana afligida.

Cruzo la sala, paso por delante de cuatro camas ocupadas, hasta la esquina donde anoche estaba Josh, esperando ver a Zoe junto a la cabecera; pero en su lugar vio a un anciano arrugado de pelo blanco alborotado, con las mejillas hundidas con manchas de vejez, sondado e intubado, y con un respirador a su lado.

Mark escudrino el resto de las camas, pero no habia rastro de Josh. Presa del panico por si su salud habia mejorado y lo habian trasladado a otra sala, regreso corriendo al mostrador de recepcion y se coloco delante de la enfermera que estaba al telefono, una mujer rellenita y risuena de unos treinta anos, con el pelo liso y corto y una placa en la que ponia: «Enfermera jefe Uci, Marigold Watts». Por su conducta, parecia que charlaba con su novio.

Mark espero con impaciencia, con los brazos en el mostrador de madera, mirando la hilera de monitores blancos y negros que controlaban cada cama y las pantallas digitales de color que habia debajo de cada uno. Cambio de posicion deprisa, un par de veces, para intentar llamar su atencion, pero la enfermera parecia estar preocupada principalmente por su cena.

– Un chino, creo que me apetece un chino. Un pato Pequin. Algun sitio que tenga pato Pequin, con las tortitas y…

Parecio que al fin advertia su presencia.

– Oye, tengo que colgar. Te llamo luego. Yo tambien te quiero. -Se volvio hacia Mark, todo sonrisas-. Si, ?que desea?

– Josh Walker. -Senalo hacia la sala-. Estaba alli… ayer. Me preguntaba a que sala le han trasladado.

A la enfermera se le paralizo el rostro como si acabaran de ponerle una inyeccion de Botox. Su voz tambien cambio; de repente, se volvio cortante y defensiva.

– ?Es familiar suyo?

– No, soy un amigo.

Al instante, Mark se reprendio por no haber dicho que era su hermano. La enfermera nunca lo habria sabido.

– Lo siento -dijo, como si lamentara haber colgado por atenderle-. Solo podemos dar informacion a los familiares.

– ?No puede decirme simplemente adonde lo han trasladado?

Sono un pitido. La enfermera miro las pantallas y vio una luz roja parpadeando junto a una de ellas.

– Tengo que dejarle -dijo-. Lo siento.

Salio corriendo de su puesto y cruzo la sala.

Mark cogio el movil. Luego vio un cartel grande: «El uso de telefonos moviles esta terminantemente prohibido en este hospital».

Retrocedio, volviendo sobre sus pasos apresuradamente hacia el ascensor, luego descendio a la planta baja. Aterrado, recorrio a toda prisa un laberinto de pasillos hasta que llego a la entrada principal.

Justo cuando se acercaba al mostrador de recepcion oyo un grito casi histerico y vio a Zoe. Tenia los ojos rojos, las lagrimas le resbalaban a mares por las mejillas y llevaba los rizos rubios totalmente despeinados.

– Tu y tu amigo Michael y todas vuestras bromas estupidas -grito-. Capullos estupidos inmaduros.

Mark se quedo mirandola unos momentos sin decir nada. Entonces, Zoe se derrumbo en sus brazos, sollozando descontroladamente.

– Esta muerto, Mark, acaba de morir. Esta muerto. Josh esta muerto. Dios mio, esta muerto. Por favor, ayudame. ?Que voy a hacer?

Mark la abrazo.

– Yo… pensaba que estaba bien, que iba a recuperarse -dijo, sin conviccion.

– Dijeron que no podian hacer nada por el. Dijeron que si hubiera vivido habria quedado vegetal. Dios mio. Dios mio, ayudame, Mark. ?Que voy a decir? ?Como les dire a los ninos que su padre no va a volver nunca a casa? ?Que voy a decirles?

– ?Quieres… quieres… un te o algo?

– No, no quiero un puto te -dijo sollozando nerviosamente-. Quiero a mi Josh. Dios mio, lo han bajado al deposito. Dios. Dios mio, ?que voy a hacer?

Mark se quedo callado, abrazandola fuerte, acariciandole la espalda, esperando con todas sus fuerzas que no notara su alivio.

Capitulo 20

Michael se desperto sobresaltado de un sueno confuso, intento incorporarse y se golpeo la cabeza al instante contra la tapa del ataud. Gritando de dolor, intento mover los brazos y sus hombros tropezaron con el saten implacable primero a la izquierda y luego a la derecha. Se movio con violencia y sacudio brazos y piernas, presa de repente de un panico claustrofobico.

– ?Sacadme de aqui! -grito, dandose la vuelta, sacudiendose, respirando entrecortadamente, sudando y temblando a la vez-. ?Por favor, sacadme de aqui!

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