– Bueno, colega, lo que quiero que pienses es que cualquier tio que se cargue a doscientos conejos es un tio cojonudo, ?entiendes lo que te digo?

– Absolutamente -dijo Michael-. Estoy absolutamente de acuerdo contigo.

– Vale, pensamos igual, guay.

– Claro. Guay.

– Pero no te pases de guay, ?eh, colega?

– Entendido -dijo Michael, intentando seguirle la corriente-. ?Quiza podrias levantar la tapa y podriamos hablar del tema cara a cara?

– Estoy un poco cansado. Creo que me metere en el sobre y me echare un suenecito, ?entiendes lo que te digo?

– Eh, no, no lo hagas, sigamos hablando -dijo Michael aterrorizado-. Cuentame mas cosas de los conejos, Davey.

– Ya te lo he dicho. Soy el Hombre sin Nombre.

– De acuerdo, Hombre sin Nombre, ?no tendras por casualidad un par de panadols? Tengo un dolor de cabeza terrible.

– ?Panadols?

– Si.

Hubo un silencio. Solo se oia el crujido de las interferencias.

– ?Hola? -dijo Michael-. ?Sigues ahi?

Oyo una risita.

– ?Panadol?

– Vamos, por favor. Sacame de aqui.

– Supongo que eso depende de donde sea «aqui» -dijo la voz despues de otro largo silencio.

– Estoy en un puto ataud.

– Y una mierda.

– Nada de mierda.

Otra risita.

– Nada de mierda, Sherlock, ?no?

– ?Si! Nada de mierda, Sherlock.

– Tengo que irme, es tarde. ?Buenas noches!

– Eh, por favor, espera… Por favor…

El walkie-talkie se quedo callado.

A la luz tenue de la linterna, Michael vio que el agua habia subido considerablemente durante la ultima hora. Volvio a comprobar la profundidad con la mano. Hacia una hora, le llegaba al nudillo del dedo indice.

Ahora le cubria la mano por completo.

Capitulo 25

Roy Grace, que llevaba una camisa blanca de manga corta, una corbata triste y el cuello desabotonado, miro el mensaje de texto en su movil y fruncio el ceno: «?No dejo de pensar en ti! Besos, Claudine».

?Claudine?

Pasaban pocos minutos de las nueve de la manana y tenia frio, sentado en su despacho delante de la pantalla del ordenador, que pitaba continuamente para avisar de la llegada de un nuevo mensaje de correo electronico. Estaba hecho polvo y tenia un dolor de cabeza atroz. Llovia a cantaros y una corriente gelida entraba en la habitacion. Durante unos instantes, contemplo la lluvia que resbalaba por la ventana, miro las vistas sombrias de la pared del callejon y luego desenrosco el tapon de una botella de agua mineral que habia comprado en una gasolinera de camino al trabajo, hurgo en un cajon de su mesa y saco una caja de Panadol. Perforo el papel de aluminio y saco dos capsulas, se las trago y luego miro a que hora le habian mandado el mensaje: a las 2.14 de la madrugada.

Claudine.

Dios mio. Ahora cayo en la cuenta.

Era la vegetariana estricta que odiaba a la poli de la cita a ciegas del martes por la noche concertada a traves de «Tu Cita». Fue muy antipatica, la velada resulto un desastre y ahora le mandaba un mensaje. Estupendo.

Tenia el movil en la mano, pensando en si contestar o simplemente borrarlo, cuando la puerta se abrio y Branson entro, vestido con un traje marron impecable, una corbata de colores vivos y zapatos de dos tonos: marron y crema. En una mano llevaba un cafe tapado de Starbucks y en la otra dos bolsas de papel.

– ?Hola, tio! -lo saludo Branson, alegremente, como siempre. Se desplomo en la silla que habia delante de Grace y dejo el cafe y la bolsa de papel sobre la mesa-. Veo que aun tienes una camisa.

– Muy gracioso -dijo Grace.

– ?Ganaste anoche?

– No, no gane una mierda.

A Grace aun le dolia la derrota. Cuatrocientas veinte libras. El dinero no era problema para el, y no tenia deudas, pero detestaba perder, sobre todo perder tantisimo.

– Tienes una pinta horrible.

– Gracias.

– No, en serio. Tienes una pinta horrible.

– Es muy amable de tu parte venir hasta aqui a decirmelo.

– ?Has visto El rey del juego?

– No me acuerdo.

– Con Steve McQueen. Le dejan limpio en una partida de cartas. Tenia un final buenisimo, te acordarias. El nino en el callejon le reta a apostar y el lanza su ultima moneda. -Branson quito la tapa y derramo cafe en la mesa, luego saco un cruasan de almendras, dejando un rastro de azucar glas al lado de las gotas de cafe derramadas. Se lo ofrecio a Grace-. ?Quieres un mordisco?

Grace dijo que no con la cabeza.

– Deberias desayunar algo mas sano.

– ?En serio? ?Para parecerme a ti? ?Que has desayunado tu? ?Trigo organico?

Grace levanto la caja de Panadol.

– Es todo el alimento que necesito. ?Que haces aqui, en la Conchinchina?

– Tengo una reunion dentro de diez minutos con el jefe. Me han llamado para el Comite de Acciones Antidroga.

– Que suerte la tuya.

– Todo es cuestion de perfil, ?no es lo que me dijiste? ?Que fuera visible a los jefes?

– Bueno, chico, lo has recordado. Me dejas impresionado.

– Pero, en realidad, no he venido a verte por eso, perro viejo. -Branson saco una tarjeta de cumpleanos de la segunda bolsa y la coloco delante de Grace-. Estoy haciendo que la firme todo el mundo, es para Mandy.

Mandy Walker estaba en la unidad de proteccion infantil de Brighton. En el pasado, los dos, Grace y Branson, habian trabajado con ella.

– ?Se marcha? -dijo Grace.

Branson asintio con la cabeza, luego dibujo una barriga embarazada con las manos.

– Creia que hoy estarias en el juzgado, la verdad.

– Se ha suspendido el juicio hasta el lunes.

Grace estampo su firma en la tarjeta junto a docenas de otros nombres; de repente, el cafe y la pasta olian bien. Mientras Branson daba un mordisco al cruasan, el alargo la mano, saco el otro de la bolsa y le dio un bocado, saboreando el impacto instantaneo del dulce. Mastico despacio, mirando la corbata de Branson, que tenia un dibujo geometrico tan definido que casi se mareo. Le devolvio la tarjeta.

– Roy, ?sabes ese piso al que fuimos el miercoles?

– ?Por The Drive?

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