– Yo -dijo Bella-. Es complicado porque estan todas en estado de choque, pero una de ellas estaba muy enfadada. Zoe… -Cogio su libreta y paso unas paginas-. Zoe Walker, viuda de Josh Walker. Me dijo que Michael siempre estaba gastando bromas estupidas y que estaba convencida de que planeaban vengarse.

– ?Y el padrino no sabia nada? No me lo trago -dijo Grace.

– Estoy bastante convencido de que no sabia nada. ?Por que iba a mentir? -dijo Nicholl.

A Grace le preocupo la ingenuidad del joven detective, pero siempre habia creido en dar oportunidades a los agentes jovenes para que pudieran demostrar sus habilidades. Lo dejo pasar por el momento, pero se lo grabo en la mente para volver sobre la cuestion mas tarde.

– Es una zona terrible para rastrear -dijo Branson-. Es muy boscosa; cien personas podrian tardar dias en peinarla.

– Hay que intentar reducirla -respondio Grace. Cogio un rotulador de la mesa de Bella y dibujo un circulo azul en el mapa, luego se volvio hacia el detective Nicholl-. Nick, necesitamos una lista de todos los pubs comprendidos en este circulo. Hay que comenzar por aqui. -Se volvio hacia Branson-. ?Tienes fotografias de los chavales que iban en la furgoneta?

– Si.

– Buen chico. ?Dos fajos?

– Tengo docenas de fajos.

– Nos dividiremos en dos grupos. El sargento Branson y yo nos encargaremos de una mitad de los pubs, vosotros dos, de la otra. Vere si podemos hacer que el helicoptero cubra la zona; aunque es muy boscosa, tienen mas opciones de ver algo desde el aire.

Una hora despues, Glenn Branson detuvo su coche en el patio delantero desierto de un pub llamado King's Head, en Ringmer Road, justo en el perimetro del circulo. Se bajaron del coche y se dirigieron hacia la puerta. Encima, habia un cartel que decia: «John y Margaret Hobbs, duenos».

Dentro, el bar estaba vacio, igual que la zona triste del restaurante que habia a la izquierda. El lugar olia a cera para muebles y a cerveza rancia. Las luces de una maquina tragaperras parpadeaban en una esquina del fondo, cerca de la diana.

– ?Hola? -llamo Branson-. ?Hola?

Grace se inclino sobre la barra y vio una trampilla abierta. Levanto la puerta horizontal, paso detras, se arrodillo y grito hacia el sotano, iluminado por una bombilla debil.

– ?Hola? ?Hay alguien ahi?

Le respondio una voz aspera.

– Ahora subo.

Oyo un estruendo, luego aparecio un barril de cerveza gris, con la palabra «Harvey's» estampada en el lateral. Lo sujetaban un par de manos enormes y mugrientas y tras el surgio la cabeza de un hombre fornido de rostro rubicundo que llevaba camisa blanca y vaqueros y sudaba a mares. Tenia el cuerpo y la nariz rota propia de un ex boxeador.

– ?Si, caballeros?

Branson le mostro su placa.

– Somos el sargento Branson y el comisario Grace, de la policia de Sussex. Buscamos al dueno. ?Es usted el senor Hobbs?

– Lo han encontrado -dijo casi sin aliento mientras subia.

El hombre se irguio y los miro con cautela. Apestaba.

– Nos preguntabamos si le importaria echar un vistazo a estas fotografias para ver si reconoce alguna de estas caras. Puede que vinieran aqui el martes pasado por la noche.

Branson dejo las fotografias sobre la barra. John Hobbs examino cada una de las fotografias. Luego, nego con la cabeza.

– No, no les he visto nunca.

– ?Trabajo aqui la noche del martes? -le pregunto Grace.

– Estoy aqui todas las putas noches -dijo-. Los siete dias de la semana. Gracias a sus malditos companeros.

– ?Nuestros companeros?-dijo Grace.

– De Trafico. No es facil ganarse la vida con un pub rural cuando sus compinches de Trafico merodean por aqui a escondidas, para hacer controles de alcoholemia a todos mis clientes.

– ?Esta totalmente seguro de que no los reconoce? -le pregunto Grace obviando el comentario.

– En una noche entre semana, vienen diez personas. Una mina de oro, vaya. Si hubieran venido, los habria visto. No los reconozco. ?Alguna razon por la que debiera?

Momentos asi eran los que hacian que Roy Grace se enfadara muchisimo con Trafico. Para la mayoria de las personas, que las detuvieran por exceso de velocidad, o para someterlas a un test de alcoholemia, era el unico contacto que tenian en su vida con la policia. En consecuencia, en lugar de ver a los policias como gente amiga y guardianes de la paz, los consideraban el enemigo.

– ?Ve usted la television? ?Lee los periodicos locales? -le pregunto Grace.

– No -contesto-. Estoy demasiado ocupado. ?Es un delito?

– Cuatro de estos chicos han muerto -dijo Glenn Branson, irritado por la actitud del hombre-. Se mataron en un accidente de trafico el martes por la noche.

– ?Y entran aqui como si fueran un par de matones, buscando al pobre dueno de un pub para echarle la culpa por servirles alcohol?

– Yo no he dicho eso -contesto Grace-. No es eso. Estoy buscando a este chaval que iba con ellos. -Senalo la fotografia de Michael.

El dueno del pub nego con la cabeza.

– Aqui no estuvo -dijo.

– ?Tiene camaras de circuito cerrado? -pregunto Branson mirando a las paredes.

– Sera una broma. ?Cree que tengo dinero para comprar lujosos aparatitos de seguridad? ?Sabe que camaras utilizo yo? -Se senalo los ojos-. Estas. Vienen gratis cuando naces. Ahora, si me disculpan, tengo que cambiar un barril.

Ninguno de los dos se molesto en responder.

Capitulo 31

Michael temblo. Algo se arrastraba por su pelo. Avanzaba con constancia y determinacion hacia la frente. Parecia una arana.

Presa del panico, tiro la hebilla del cinturon, subio las manos y se agito furiosamente el pelo; tenia los dedos en carne viva y sangrando de tanto rascar la tapa.

Entonces, lo noto en la cara, cruzandole la mejilla, la boca, la barbilla.

– Dios, ?quita, asquerosa!

Se abofeteo la cara con las dos manos, luego toco algo pequeno y pegajoso. Estaba muerto, fuera lo que fuera. Se limpio los restos en la gruesa barba de tres dias, que le picaba.

La mayoria de los bichos no le daban asco, pero con las aranas no podia. Cuando era pequeno, habia leido un articulo en el periodico local sobre un verdulero al que le habia picado una tarantula que estaba escondida en un manojo de platanos y que estuvo a punto de morir.

La luz de la linterna era ahora muy debil; daba un resplandor ambar al interior del ataud. Tenia que sujetarse la cabeza para evitar que el agua le tocara las mejillas y le entrara en los ojos y la boca. Hacia un rato, otra cosa le habia picado en el tobillo, un insecto, y le escocia.

Agito la linterna. Por un momento, la bombilla se apago por completo. Luego, una franja minuscula de filamento brillo durante unos segundos.

Se estaba congelando. Rascar la tapa era lo unico que impedia que se congelara aun mas. Todavia no habia llegado al otro lado. Debia hacerlo, debia hacerlo, antes que el agua… intentaba no pensar en lo impensable, pero

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