– Bueno… Pueden creer que eres insensible, por insistir en seguir adelante, que no respetas a Pete, Luke, Josh y Robbo. Tienen que vernos a los dos comportandonos como si nos importaran.
– Hemos estado en contacto con sus familias. Les hemos escrito cartas a todas, estamos haciendo todo lo correcto. Llevamos tres dias hablando de la boda. ?Vamos a seguir adelante! Tenemos que pagar el puto catering hagamos lo que hagamos, asi que sera mejor que nos preocupemos por las personas que hagan el esfuerzo de venir. Seguramente no seran muchas, pero es lo minimo que podemos hacer, ?no?
Mark le cogio el cigarrillo y dio una gran calada, inhalando el humo hasta el fondo de sus pulmones.
– Ashley, la gente lo entenderia. Llevas tres dias mareandome con tu logica y no has escuchado nada de lo que te he dicho. Creo que cometes un gran error.
– Confia en mi -dijo Ashley. Le lanzo una mirada furibunda-. No vayas a rajarte ahora.
– Dios santo, no me estoy rajando… Yo solo…
– ?Quieres echarte atras?
– No me estoy echando atras.
– Vamos, socio, ?se fuerte!
– Soy fuerte.
Ashley se deslizo por el cuerpo de Mark y se acurruco en su vello pubico, el pene flacido contra su mejilla.
– Yo no llamaria fuerte a esto -dijo ella juguetonamente.
Capitulo 42
Grace comenzo el fin de semana como le gustaba, corriendo diez kilometros el sabado por la manana bien temprano por el paseo maritimo de Brighton y Hove. Hoy volvia a llover con fuerza, pero no importaba; llevaba una gorra de beisbol con la visera bajada para protegerse la cara, un chandal ligero y unas zapatillas deportivas Nike nuevas. Corriendo a buen ritmo, pronto se olvido de la lluvia, de todas su preocupaciones, solo respiraba hondo, daba un paso amortiguado tras otro, mientras una cancion de Stevie Wonder, Signed, sealed, delivered, sonaba en su cabeza, por alguna razon.
Moviendo los labios en silencio, canto la letra mientras adelantaba a un anciano ataviado con un impermeable que paseaba a un caniche; luego le adelantaron dos ciclistas con ropa de licra montados en bicicletas de montana. La marea estaba baja. En las marismas, un par de pescadores buscaban lombrices de tierra para utilizarlas como cebo.
Con el fuerte sabor a sal en los labios, corrio junto a las verjas del paseo, paso por delante de la estructura calcinada del West Pier, luego bajo por una rampa hasta el mismo borde de la playa, donde los pescadores locales dejaban sus barcas diurnas amarradas lo bastante lejos como para mantenerlas a salvo de las mareas mas altas. Se fijo en algunos de sus nombres: Daisy Lee, Belle of Brighton, Sammy, y le llego el olor a pintura, a cuerdas alquitranadas, a pescado putrefacto, mientras pasaba por delante de los cafes aun cerrados, las salas de juegos y las galerias de arte de los Arches, un club de
Entonces, oyo que recibia un mensaje en el movil.
Se detuvo, saco el telefono del bolsillo de cremallera y miro la pantalla: «No puedes burlarte de una chica como yo, Campeon. Besos, Claudine».
«?Dios mio! Dejame en paz. Te pasaste toda la noche atacandome por ser poli y ahora me estas volviendo loco.» Hasta el momento, su unica experiencia en citas por Internet no estaba resultando muy buena. ?Eran todas como Claudine? Mujeres agresivas, solitarias, a las que les faltaba un tornillo? Seguro que no, tenia que haber mujeres normales ahi fuera. ?Verdad?
Se guardo el telefono y siguio corriendo. Sabia que le debia una respuesta, pero se preguntaba si no seria mejor continuar pasando de ella simplemente. ?Que podia decirle? ?Vete a tomar por culo y deja de molestarme? ?Me alegro de haberte conocido pero he decidido que soy gay?
Al final, decidio que le mandaria un mensaje cuando llegara a casa. Elegiria el camino de los cobardes: «Lo siento, he decidido que no estoy preparado para una relacion».
Su mente relajada regreso al trabajo, a la montana de papeles que parecia no dejar de crecer y crecer. El trafico nigeriano de ninas; el juicio contra Suresh Hossain; el caso abierto del pequeno Thomas Lytle; y, ahora, la desaparicion de Michael Harrison.
Este ultimo asunto le fastidiaba mucho. Una idea en concreto lo habia despertado durante la noche y no habia dejado de rondarle por la cabeza. Llego al camino de la parte de abajo del acantilado, corrio por debajo de los riscos blancos calcareos, por arriba del puerto deportivo con sus hileras de pontones y su bosque de mastiles, sus hoteles y tiendas y restaurantes, y siguio durante tres kilometros mas.
Luego, dio media vuelta. Notaba el escozor en los pulmones, las piernas pesadas por el esfuerzo, y regreso corriendo hasta llegar a los alrededores del edificio Van Alen. Subio la rampa del paseo maritimo, espero un hueco en el trafico denso de Marine Parade y cruzo al otro lado. Bajo por la calle estrecha junto al lateral del edificio y se detuvo en la entrada del aparcamiento subterraneo.
Tuvo suerte. Al cabo de unos momentos, las puertas se abrieron y salio un Porsche Boxter azul oscuro. Al volante iba una rubia de aspecto rapaz, con gafas de sol, a pesar del dia gris y lluvioso. Entro a hurtadillas antes de que las puertas se cerraran. Era agradable dejar atras la lluvia.
Respiro el aire seco, saturado de aceite de motor, mientras bajaba corriendo por el hormigon duro, paso por delante de un Ferrari rojo que recordaba de antes y de otros coches que tambien recordaba; luego se detuvo delante del todoterreno BMW X5 reluciente y perfectamente limpio.
Miro la matricula. W796 LDY. Luego, echo un vistazo a su alrededor, para inspeccionar el lugar. Estaba desierto. Se acerco mas, se arrodillo junto a la rueda delantera izquierda, luego se tumbo en el suelo, se arrastro debajo de la solera de la puerta y echo un vistazo al interior del arco de la rueda. Estaba cubierto de barro.
Saco su panuelo del bolsillo, lo abrio en la palma de la mano izquierda y, luego, con la derecha rasco el barro seco hasta que varios trozos cayeron en el panuelo.
Con cuidado, lo cerro, lo ato y se lo guardo en el bolsillo. Luego se levanto, se dirigio a la entrada del garaje y paso la mano por delante de la luz infrarroja. Unos momentos despues, con un fuerte ruido metalico y un zumbido constante, las puertas se abrieron.
Salio, miro a ambos lados de la calle y, luego, reanudo la carrera de vuelta a casa.
Capitulo 43
A las nueve y media, se dio una ducha y despues de un desayuno relajado a base de huevos revueltos y tomates organicos asados -habia puesto de moda los alimentos organicos en casa, para contrarrestar la comida basura que a menudo tenia que comer cuando estaba de servicio, ademas de beber grandes cantidades de agua mineral- disfruto de una lectura pausada del
Contesto Ari, la mujer de Branson. Aunque con Glenn habia congeniado desde el dia en que lo conocio, a Grace le resultaba bastante dificil entenderse con Ari. A menudo se mostraba fria con el, casi como si sospechara que, al ser soltero, intentaria llevar a su marido por el mal camino.
A lo largo de los anos, Grace se habia esforzado mucho por conquistarla, recordando siempre los cumpleanos