Davey cogio su linterna y se bajo del coche. Mientras su padre hablaba con el poli, ilumino los alrededores, las manchas de aceite y repaso la carretera. Luego miro con curiosidad la ambulancia alta, cuadrada; la luz interior brillaba tras las cortinas corridas de la ventanilla trasera; se pregunto que estaria pasando ahi dentro.

Pasaron casi dos horas antes de que todas las piezas de la Transit estuvieran cargadas y encadenadas al remolque de plataforma. Su padre y el guardia de trafico, Brian, se habian alejado un poco. Phil encendio un cigarrillo con su mechero a prueba de lluvia. Davey los siguio, liandose un cigarrillo con una mano y encendiendolo con su Zippo. La ambulancia y casi todos los demas vehiculos de emergencia se habian ido y una grua enorme levanto la parte delantera de un camion de cemento hasta que las ruedas delanteras -la del lado del conductor estaba reventada y torcida- dejaron de tocar el suelo.

Habia parado de llover y la luna asomaba brillante entre las nubes. Brian y su padre hablaban ahora de pesca: el mejor cebo para las carpas en esta epoca del ano. Aburrido y con ganas de orinar, Davey camino por la carretera, dando caladas a su cigarrillo y mirando el cielo en busca de murcielagos. Le gustaban los murcielagos, los ratones, las ratas, los campanoles, toda esa clase de animalejos. En realidad, le gustaban todos los animales. Los animales nunca se reian de el como hacian los humanos, cuando iba al colegio. Quizas iria a la madriguera cuando llegaran a casa. Le gustaba sentarse ahi fuera a la luz de la luna y ver jugar a los tejones.

Moviendo la luz de la linterna, se adentro un poco entre los matorrales, se bajo la bragueta y vacio la vejiga sobre unas ortigas. Justo cuando acababa, oyo una voz, justo delante de el, que le dio un susto de muerte.

– ?Eh, hola?

Una voz entrecortada, incorporea. Davey pego un brinco. Luego, volvio a oir la voz.

– ?Hola?

– ?Mierda! -Dirigio el haz de luz hacia la maleza, pero no vio a nadie-. ?Hola? -respondio.

Al cabo de unos momentos, volvio a oir la voz.

– ?Hola? ?Eh, hola? ?Josh? ?Luke? ?Pete? ?Robbo?

Davey enfoco la linterna hacia la izquierda, hacia la derecha, hacia delante. Oyo que algo se movia y aparecio el rabo de un conejo en la luz, un instante; luego, desaparecio.

– ?Hola, quien es?

Silencio.

Un silbido de interferencias. Un crujido.

– ?Hola? ?Hola? ?Hola?

Algo brillaba en un arbusto. Se arrodillo. Era una radio, con una antena. Al inspeccionarla con mas detenimiento, se dio cuenta, emocionado, de que era un walkie-talkie.

Lo ilumino con la linterna, examinandolo un ratito, casi con miedo a tocarlo. Luego, lo cogio. Pesaba mas de lo que parecia, estaba frio, mojado. Debajo de un gran boton verde vio la palabra «Hablar».

Lo pulso.

– ?Hola! -dijo.

Una voz le asalto.

– ?Quien

es?

Luego oyo otra voz, que le gritaba desde la distancia.

– ?Davey!

Su padre.

– ?Vale, ya voy! -chillo.

Mientras regresaba por la carretera, pulso de nuevo el boton verde.

– ?Soy Davey! -dijo-. ?Tu quien eres?

– ???Daveyyyy!!!

Su padre otra vez.

Aterrorizado, Davey solto la radio, que se estrello contra la carretera, la caja se partio y las pilas saltaron.

– ?Ya voooyyy! -grito.

Se arrodillo, recogio el walkie-talkie y se lo guardo furtivamente en el bolsillo de la chaqueta. Luego cogio las pilas y se las metio en otro bolsillo.

– ?Ya voy, papa! -grito otra vez-. ?Tenia que hacer pipi!

Con la mano en el bolsillo para que no se notara el bulto, regreso corriendo a la grua.

Capitulo 5

Michael pulso el boton de «Hablar».

– ?Davey?

Silencio.

Volvio a pulsar el boton.

– ?Davey? ?Hola? ?Davey?

Silencio de blanco saten. Silencio total y absoluto, que bajaba, subia, lo aprisionaba por ambos lados. Intento mover los brazos, pero por mucho que los extendia, las paredes le devolvian la presion. Tambien intento estirar las piernas, pero se encontraron con lo mismo, paredes que no cedian. Dejo el walkie-talkie sobre su pecho y empujo hacia arriba la tapa de saten, que tenia a solo unos centimetros de los ojos. Era como empujar un bloque de hormigon.

Luego, se levanto tanto como pudo, cogio el tubo rojo de goma y miro por el agujero, pero no vio nada. Se lo llevo a los labios e intento silbar por el; pero el sonido era patetico.

Se dejo caer. Tenia un dolor de cabeza atroz y muchisimas ganas de orinar. Pulso el boton otra vez.

– ?Davey! Davey, tengo que mear. ?Davey!

Silencio otra vez.

De sus anos de navegacion, habia adquirido mucha experiencia con las radios bidireccionales. «Intentalo por otro canal», penso. Encontro el selector de canales, pero no se movia. Pulso mas fuerte, pero tampoco se movio. Entonces vio por que: lo habian pegado para que no pudiera cambiar de canal, para que no pudiera sintonizar el canal 16, el canal internacional de emergencias.

– ?Eh! Ya basta, cabrones, vamos. ?Estoy desesperado!

Se pego el walkie-talkie a la oreja y escucho.

Nada.

Se coloco la radio en el pecho y, luego, despacio y con gran dificultad, bajo la mano derecha, la metio en el bolsillo de la chaqueta de piel y saco el resistente movil sumergible que Ashley le habia regalado para cuando saliera a navegar. Le gustaba porque era distinto a los tipicos moviles que tenia todo el mundo. Pulso un boton y la pantalla se encendio. Se esperanzo y, luego, volvio a hundirse en el desanimo. No tenia cobertura.

– Mierda.

Repaso la agenda hasta que llego al hombre de su socio Mark.

«Mark mov.»

A pesar de no tener cobertura, pulso el boton con la opcion de «Marcar». No sucedio nada.

Lo intento con Robbo, Pete, Luke y Josh sucesivamente; su desesperacion iba en aumento.

Luego volvio a pulsar el boton del walkie-talkie.

– ?Tios! ?Me ois? ?Se que me ois, joder! Nada.

En la pantalla del Ericsson, la hora marcaba las 23.13. Levanto la mano izquierda hasta que vio el reloj: las 23.14.

Intento recordar la ultima vez que lo habia mirado. Habian pasado dos horas largas. Cerro los ojos. Se quedo pensando unos momentos, intentando imaginar exactamente que estaba ocurriendo. A la luz fuerte, casi cegadora, de la linterna, vio la botella apretujada contra su cuello y la revista brillante. Se acerco la revista al pecho, luego maniobro hasta que la tuvo sobre la cara y quedo casi asfixiado por los pechos enormes y satinados, tan cerca de sus ojos que casi los veia borrosos. ?Cabrones!

Cogio el walkie-talkie y pulso el boton de «Hablar» una vez mas.

Вы читаете Una Muerte Sencilla
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×