tenia ni idea de lo dolorosas que eran sus preguntas.
– El tiempo que haga falta.
– Podria ser mucho tiempo, si se ha escondido bien. ?Verdad?
– Es posible.
– ?O sea, que eso quiere decir que quiza no veamos una jirafa en muchos anos?
Despues de terminar su conversacion con la nina, Grace llamo de inmediato a Emma-Jane Boutwood al centro de investigaciones.
– ?Que has averiguado sobre el pendiente?
– Michael Harrison solia llevar uno siempre, un pequeno aro dorado, hasta que su prometida le dijo que se lo quitara; pero es posible que se lo pusiera para salir esa noche.
No eran buenas noticias, penso Grace.
– De acuerdo. Los moviles. Ya deberiamos tener en los archivos los numeros de movil de Mark Warren y Ashley Harper. Quiero que te pongas en contacto con las companias telefonicas y consigas copias de sus conexiones del… -lo penso un momento- sabado pasado.
– Puede que hasta manana no consiga resultados, senor. Ya he tenido problemas antes para obtener algo de las companias telefonicas en fin de semana.
– Haz lo que puedas.
– Si, senor.
Diez minutos despues, por segunda vez aquel fin de semana, Grace se dirigio al edificio largo y bajo que albergaba el deposito de cadaveres de Brighton y Hove. El sol brillante de mayo no tenia ningun efecto sobre su exterior deprimente, como si las rugosas paredes grises estuvieran alli para protegerlo del calor que osara intentar entrar. Solo los cadaveres frios y las almas aun mas frias tenian permitida la entrada.
Exceptuando a Cleo Morey.
Esperaba que aquel dia tambien estuviera de guardia. Lo esperaba con todas sus fuerzas mientras caminaba hacia la puerta y llamaba al timbre. Al cabo de unos momentos, para su regocijo, Cleo le abrio. Vestida como siempre, con su uniforme de bata verde, delantal verde y botas blancas, que era el unico conjunto que le habia visto puesto, lo saludo con una gran sonrisa. Parecia que realmente se alegraba de verlo.
Y, por un momento, se quedo ahi plantado, mudo, como un chico en su primera cita con una chica que, en el fondo, sabe que no esta a su alcance.
– Hola -le dijo y, luego, anadio-: No podemos seguir viendonos asi.
– Prefiero que entres caminando que con los pies por delante -dijo ella.
El meneo la cabeza, sonriendo.
– Muchas gracias.
Lo acompano a su minusculo despacho con sus paredes rosas.
– ?Puedo ofrecerte un te? ?Cafe? ?Un refresco?
– ?Puedes prepararme un te con bollitos de Cornualles?
– Claro. ?Los bollitos de mermelada de fresa con nata?
– ?Y pastas de te?
– Por supuesto. -Cleo se echo el pelo rubio hacia atras, pero sus ojos no dejaron de mirarlo. Era evidente que estaba coqueteando con el-. Asi que esta es tu idea de una tarde de domingo relajante.
– Sin lugar a dudas. ?Acaso no se va todo el mundo al campo los domingos por la tarde?
– Si -dijo ella, y puso el agua a hervir-, pero la mayoria de la gente va a disfrutar de la flora y la fauna, no a ver cadaveres.
– ?En serio? -ironizo-. Ya sabia yo que algo malo tenia mi vida.
– Y la mia.
Se hizo un silencio entre ellos. Una oportunidad, Grace lo sabia. El hervidor solto un pitido debil. Vio que un hilo de vapor resbalaba del pitorro de plastico.
– Me dijiste que no estabas casada. ?Lo has estado? -le pregunto Grace-. ?Tienes familia?
Ella se volvio para mirarle y poso sus ojos en los de el. Una mirada afectuosa, cordial, relajada.
– ?Te refieres a un ex marido, dos hijos, un perro y un hamster?
– Esas cosas, si.
Grace le sonrio, los nervios habian desaparecido, se sentia comodo con ella. Muy comodo.
– Tengo un pez de colores -dijo ella-. ?Cuenta eso como familia?
– ?De verdad? Yo tambien.
– ?Como se llama?
Ella solto una carcajada.
– Es un nombre absurdo para un pez.
– Por suerte, el no lo sabe -le respondio Grace.
Ella meneo la cabeza, sonriendo mucho mientras el agua comenzaba a hervir.
– En realidad, me parece genial.
– ?Como se llama el tuyo?
Ella lo tento con la mirada unos momentos antes de contestar.
– Es hembra.
– Vale. Supongo que es facil de recordar. Pez.
– No es tan ingenioso como Marlon -dijo ella.
– Esta bien, me gusta. Tiene su cosa. -Entonces, aprovecho la oportunidad, aunque las palabras le salieron con torpeza-. ?Supongo que no te apeteceria quedar esta semana para tomar esa copa?
La calidez de su respuesta lo cogio por sorpresa.
– ?Me encantaria!
– Genial. Vale. ?Cuando te va bien? Quiero decir… ?Que tal manana?
– Los lunes me van bien -dijo ella.
– Genial. ?Estupendo! Bueno…
Estaba devanandose los sesos, pensando en algun sitio adonde ir. Brighton estaba lleno de bares modernos, pero ahora mismo no se le ocurria ninguno. ?Debia sugerir un bar tranquilo? ?Un lugar bullicioso? ?Un restaurante? Las noches de los lunes eran tranquilas. Quiza un pub, al ser la primera vez, penso.
– ?Donde vives? -le pregunto Grace.
– Un poco mas arriba del Level.
– ?Conoces el Greys?
– ?Claro!
– ?Que te parece si quedamos alli, sobre las ocho?
– Te veo alli.
El hervidor pito y los dos sonrieron. Mientras Cleo comenzaba a verter el agua en la tetera, sono el timbre. Salio de la habitacion y volvio acompanada del cuerpo larguirucho del detective Nicholl, que iba vestido con ropa informal de fin de semana.
– Buenas tardes, Roy -dijo saludando a su jefe.
– ?Quieres un te? Hoy aqui el servicio es estupendo.
– ?Earl Grey? -pregunto Cleo-. ?Te verde? ?Camomila? ?Darjeeling?
Confuso, el joven detective, que siempre era muy serio, muy formal, pregunto:
– ?Tienes te normal?
– Marchando un te normal -dijo Cleo.
– Bueno, ?que hay? -pregunto Grace, yendo directo al grano.
– Gillian Harrison, la madre de Michael Harrison, viene de camino para identificar el cadaver -le informo Nick.
– Lo he dejado presentable -dijo Cleo.
Era una de sus habilidades: coger un cadaver -por muy magullado o mutilado que estuviera- y dejarlo tan