Grace cerro los ojos un momento para visualizar la carretera. Ahora mismo, los malos, fueran quienes fueran -y la sospecha que tenia sobre quien era uno de los dos era muy fundada-, habian cometido el error de elegir la carretera que Grace cogia todos los dias para ir al trabajo y volver. Seguramente, era la carretera que conocia mejor del planeta. Se sabia todos los desvios, todas las oportunidades, y teniendo en cuenta que iban en un vehiculo con capacidades de cuatro por cuatro, y aunque el terreno estaba bastante empapado por las lluvias recientes, tendrian muchas opciones de salir de la carretera e ir campo a traves si querian.

– ?Podemos anadir un par de todoterrenos de la policia? -dijo Grace-. Que se coloquen lo mas cerca posible del cruce de la A 27 con la A 23.

Miro su reloj. Las dos menos cuarto. Martes. Habria bastante trafico y habia que pensar en los otros usuarios de la via. La policia habia tenido muy mala prensa en los ultimos anos por culpa de persecuciones temerarias que habian provocado algunas victimas inocentes. Esta persecucion tenia que ser lo mas segura posible dadas las circunstancias.

Cerrarles el paso seria lo mejor: un coche delante, otro detras, uno a cada lado y obligarles despacio a reducir la velocidad. Seria el clasico final feliz.

Salvo que no conocia muchos finales felices desde que ya era mayorcito para creer en cuentos de hadas.

Capitulo 88

Bajando a toda prisa una colina larga con curvas, con la aguja del indicador de velocidad marcando mas de doscientos kilometros por hora, Vic sabia que llegarian al cruce de la A 23 dentro de un minuto mas o menos; iba a tener que tomar una decision. Durante el ultimo par de minutos, consciente de la sombra constante del helicoptero, un pensamiento habia ocupado su mente: «Si yo fuera poli, ?que bases estaria cubriendo en estos momentos?».

La opcion de los aeropuertos habia quedado anulada. Igual que los muelles de transbordadores; pero habia algo en lo que seguramente la policia no habia pensado, tal vez porque ni siquiera sabian de su existencia. Para llegar hasta alli habia que deshacerse del maldito helicoptero. Habia un sitio, a tan solo unos kilometros de distancia, donde podria conseguirlo.

La autovia de dos carriles subia espectacularmente; a la derecha se extendia el campo abierto ondulado de tierra caliza y a la izquierda estaba la gran expansion urbana de Brighton y Hove. Mas alla, aun a unos kilometros, la famosa chimenea alta del destino que perseguia, el puerto de Shoreham; pero no seria su primera parada.

– ?Por que has seguido recto, Vic? -le pregunto Ashley, nerviosa-. Creia que ibamos a Gatwick.

Vic no respondio. Un anciano menudo avanzaba por el carril interior en un Toyota dorado de cuatro puertas que parecia tener unos buenos diez anos. ?Perfecto!

El tunel apareceria en cualquier momento. Por lo que recordaba, tendria unos quinientos metros de largo y atravesaba los Downs. Dejaron atras la senal de «Prohibido adelantar» y penetraron en la oscuridad debilmente iluminada del tunel a unos 175 kilometros por hora. Al instante, Vic paso al carril interior, piso el freno, redujo y encendio las luces de emergencia.

– Vic… ?que diablos…?

Pero el no le respondio. Miraba por el retrovisor, observando la hilera de coches que los adelantaban a toda velocidad. Y ahora el Toyota se acercaba. Vic se puso tenso porque sabia que tenia que sincronizarlo todo a la perfeccion. El Toyota indico que iba a adelantarles y comenzo a desplazarse, pero al instante unas luces parpadearon y una bocina pito. Un Porsche paso como un bolido y el Toyota, frenando bruscamente, tuvo que volver al carril interior.

?Estupendo!

Vic tiro del freno de mano del Land Rover tan fuerte como pudo, sabiendo que detendria el coche sin que se encendieran las luces de frenado.

– ?Agarrate! -grito, y solto el freno y acelero.

Detras, unas ruedas chirriaron, pero cuando el Toyota choco con ellos, ya habian ganado un poco de velocidad. El impacto fue ligero, tan solo una sacudida minima que apenas noto, y el sonido de cristales rotos.

– ?Sal! -grito Vic.

El hombre abrio deprisa la puerta, se bajo de un salto y corrio hacia atras para evaluar los danos. Lo unico que le preocupaba era la parte de delante del Toyota. Parecia estar bien: la calandra estaba hundida, tenia un faro roto, pero no goteaba ni aceite ni agua.

– ?Coge las maletas, joder! -le grito a Ashley, que caminaba asustada hacia el-. ?Las putas maletas, mujer!

Vic abrio de golpe la puerta del conductor del Toyota. El conductor era aun mas enclenque de lo que le habia parecido al adelantarlo. Pasaba de largo de los ochenta, tenia la cara llena de manchas de vejez, el pelo ralo y gafas de culo de botella.

– ?Eh! ?Que… que se cree… que? -dijo el hombre.

Vic le desabrocho el cinturon de seguridad, consciente de que estaba deteniendose un coche detras de ellos. Luego le quito las gafas para desorientarlo.

– Te metere en la ambulancia, tio.

– Yo no necesito una puta…

Vic saco al hombre, lo agarro por los hombros, lo coloco en el asiento de atras del Land Rover y cerro la puerta. Un hombre barrigon de mediana edad que acababa de bajarse de un monovolumen Ford que habia parado detras del Toyota se acerco corriendo a Vic.

– ?Necesita ayuda?

– Si, pobre hombre. Creo que le ha dado un ataque… Iba dando volantazos.

Un camion paso ruidosamente, luego dos motos. Ashley grito.

– Por el amor de Dios, ayudame, Vic. ?No puedo yo sola con estas malditas maletas!

– ?Dejalas, joder!

– Tengo todos mis papeles ahi dentro…

Vic vio que el hombre barrigon miraba a Ashley de manera extrana y decidio que la solucion mas rapida era dejarlo fuera de combate. Le dio un punetazo y lo apoyo en la parte delantera de su Ford.

Luego cargaron deprisa la bolsa de deporte de Vic y dos de las maletas de Ashley en el Toyota y se subieron al coche. Vic puso la marcha atras y, luego, con un chirrido que supuso que provenia de la correa del ventilador, retrocedio unos metros. Entonces puso la primera y el coche dio una sacudida. Miro el retrovisor, luego acelero, paso por delante del Land Rover y piso el acelerador tan a fondo como le permitio el viejo y destartalado Toyota hacia la luz cada vez mas cercana al final del tunel.

Ashley lo miraba impresionada.

– Muy astuto -le dijo.

– ?Ves el puto helicoptero? -pregunto Vic entrecerrando los ojos al salir de nuevo a la luz brillante.

Ashley se revolvio en el asiento, estiro el cuello para mirar primero por el parabrisas delantero y luego por el de la parte de atras.

– ?No nos sigue! -exclamo-. ?Esta sobrevolando el tunel! Espera, genial, ?vuelve a la entrada!

– ?De puta madre!

Vic tomo la primera salida de la autovia, que estaba a kilometro y medio. Los llevo a la expansion descontrolada, medio urbana medio industrial, de Southwick, el barrio que separaba Brighton y Hove de Shoreham. Disponian de unos minutos de ventaja antes de que la policia tuviera la descripcion de este coche y, quiza, con un poco de suerte, el viejo imbecil del propietario no recordaria la matricula, espero Vic.

– De acuerdo, ?adonde diablos vamos, Vic?

– Al unico lugar donde la policia no nos busca.

– ?Que es?

– Michael y Mark tienen un barco, ?verdad? Un yate como Dios manda. ?Has estado?

– Si, ya te lo dije. Hemos salido a navegar en el algunas veces.

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