panico. Tomara la iniciativa la Ciudad o el Arrabal, el Pueblo de la Paz sabria que hacer, como actuar. Siguio avanzando, casi corriendo, para llegar al Arrabal. Era dulce el sabor de la lluvia en sus labios.
Estaba en casa, a ultima hora de la tarde, cuando llego el mensaje. Su padre lo trajo del Templo.
—Un individuo de cara marcada, un guardia —comento Sasha con tono suave y sardonico—. Se acerco a zancadas y pregunto por Shults. Creo que se referia a ti, no a mi.
La nota estaba escrita en el papel grueso y rustico que fabricaban en la Ciudad. Durante unos segundos Lev penso que Luz habia escrito esas palabras rigidas y negras…
Shults: Hoy, al atardecer, estare en el anillo de la fundicion. Traiga a tantos como quiera. Ire solo.
Luis Burnier Falco.
Era una trampa, una trampa descarada. ?Demasiado descarada? Tenia el tiempo justo para regresar a casa de Vientosur y mostrarle la nota a Luz.
—Si dice que ira solo, ira solo —aseguro la joven.
—Le oiste decir a Macmilan que pensaba tendernos una trampa —intervino Andre.
Luz miro desdenosa a Andre.
—Aqui aparece su nombre. No firmaria una mentira. Ira solo.
—?Por que?
La muchacha se encogio de hombros.
—Acudire —decidio Lev—. ?Eso es! ?Contigo, Andre! Y con todos los que consideres necesario llevar. Pero tendras que reunirlos deprisa. Solo queda una hora de luz.
—Sabes que quieren tomarte como rehen —insistio Andre—. ?Te propones caer en sus manos?
Lev asintio.
—Como un no-se-que —respondio y rio—. ?Dentro…, y fuera! Vamos, Andre, reunamos un grupo. Luz…, ?quieres venir?
Luz estaba indecisa.
—No —respondio e hizo una mueca de dolor—. No puedo. Tengo miedo.
—Haces bien.
—Deberia ir para decirle personalmente que ustedes no me obligan a estar aqui, que lo he elegido. No lo debe creer.
—Lo que hayas elegido y el hecho que el lo crea o no carece realmente de importancia —dijo Andre—. Sigue siendo un pretexto: propiedad de ellos. Luz, sera mejor que no vengas. Si vienes, probablemente apelaran a la fuerza para recuperarte.
Luz asintio, pero seguia dudando. Finalmente dijo:
—Deberia ir.
Lo expreso tan desesperadamente resuelta que Lev intervino:
—No creo que…
—Tengo que ir —aseguro la muchacha—. No puedo permanecer al margen y dejar que se hable de mi, que me disputen y me manipulen.
—Nadie te manipulara —intervino Lev—. Te perteneces a ti misma. Si lo eliges, ven con nosotros.
Luz asintio.
El anillo de la fundicion era el antiguo emplazamiento de un arbol anillado, al sur de la carretera, a medio camino entre el Arrabal y la Ciudad y varios siglos mas viejo que cualquiera de los dos. Hacia mucho tiempo que los arboles se habian caido y podrido, dejando unicamente la redonda charca central. Alli se habian erigido las primeras fundiciones de hierro de la Ciudad; tambien se habian deteriorado cuando cuarenta anos atras encontraron mineral de hierro mas rico en las Colinas del Sur. Las chimeneas y la maquinaria habian desaparecido y los viejos talleres —con los tablones podridos y desvencijados, cubiertos de enredaderas y de rosas venenosas— persistian abandonados en la orilla llana de la charca.
Andre y Lev reunieron un grupo de veinte personas a medida que caminaban hacia el anillo de la fundicion. Andre les hizo rodear los viejos talleres para asegurarse que ni en el interior ni en la zona trasera se ocultaba un grupo de guardias. Los talleres estaban vacios y en varios cientos de metros a la redonda no existia ningun sitio en el que pudiera ocultarse un grupo de personas. Era una zona llana, pelada, desolada y de aspecto lamentable en el lado tenebroso de la luz. La llovizna caia sobre el agua redonda y gris, desprotegida e indefensa, como un ojo abierto y ciego. Falco los esperaba al otro lado de la charca. Lo vieron abandonar un matorral en el que se habia protegido de la lluvia y acercarse bordeando la orilla: estaba solo.
Lev se adelanto. Andre lo dejo avanzar pero lo siguio a un par de metros en compania de Sasha, Martin, Luz y varios mas. En guardia, el resto de los arrabaleros se disperso por la orilla de la charca gris y por la ladera que subia a la carretera.
Falco se detuvo frente a Lev. Estaban en el borde de la charca, donde era mas facil caminar. Entre ambos se interponia un minusculo y barroso brazo de agua, una entrada poco mas ancha que el largo de un brazo humano, con margenes de fina arena, un buen puerto para el barco de juguete de un nino. Con toda la intensidad de sus percepciones, Lev fue tan consciente de ese fragmento de agua y arena y de un nino que podia jugar alli como de la figura erguida de Falco, de su apuesto rostro que era el de Luz y al tiempo resultaba totalmente distinto, de su chaqueta con cinto oscurecida por la lluvia en las hombreras y las mangas.
Aunque sin duda Falco vio a su hija en el grupo situado detras de Lev, no la miro ni le dirigio la palabra. Hablo con Lev en tono suave y seco, algo dificil de percibir a causa del incesante susurro de la lluvia.
—Como puede ver, he venido solo y sin armas. Hablo exclusivamente en nombre propio, no como Concejal.
Lev asintio. Sintio el deseo de llamar a este hombre por su nombre, nada de
—Quiero que mi hija vuelva a casa.
Con un ademan abierto, Lev dio a entender que Luz estaba a sus espaldas.
—Hable con ella,
—He venido a hablar con usted…, si es que usted habla en nombre de los rebeldes.
—?Rebeldes? ?Rebeldes contra que,
—No he venido a discutir —aclaro Falco. Estaba totalmente contenido, era amable y su rostro estaba rigido. Su quietud y rigidez correspondian a un hombre atormentado—. Escuche, se lanzara un ataque contra el Arrabal. Esta enterado. Aunque quisiera, ahora no podria impedirlo, a pesar que lo he postergado. Pero no quiero que mi hija tenga nada que ver con esto. Deseo que quede al margen. Si la envia a casa conmigo, esta misma noche, bajo guardia, le devolvere a la
—
Mientras Lev hablaba, Luz se puso a su lado, envuelta en el chal negro.
—Padre, si quieres puedes detener a los matones de Macmilan —dijo con voz clara y severa, en un tono que no poseia la moderacion con que habian hablado Lev y Falco.
Falco no se inmuto; probablemente no podia cambiar de expresion sin que el rostro se le hiciera anicos. Hubo un prolongado silencio, poblado por el sonido de la lluvia. La luz era densa y solo brillaba baja y en lontananza, por el oeste.
—Luz, no puedo —dijo Falco con el mismo tono dolorido y sereno—. Herman esta…, esta decidido a recuperarte.
—Si regreso contigo y Herman se queda sin pretexto, ?le ordenaras que suspenda el ataque al Arrabal?
Falco permanecio inmovil. Trago con dificultad, como si tuviera la garganta reseca. Lev cruzo las manos viendo humillado a aquel hombre cuyo orgullo no soportaba humillacion alguna, viendo que su fuerza debia