nos separa.
—?No habiamos acordado ningun intercambio! —exclamo Lev con tono indignado.
Herman Macmilan se habia abierto paso entre sus hombres y sujeto a Vera del brazo, como para impedirle escapar o quiza con el proposito de escoltarla. Ese apreton energico la sorprendio y la enfurecio y, aunque volvio a temblar, no se aparto ni le dirigio la palabra. Ahora veia tanto a Lev como a Falco. Se quedo quieta.
Lev estaba frente a ella, a unos diez metros, en la cumbre llana de la colina. Su rostro se veia extraordinariamente brillante bajo el sol inquieto y parpadeante. Elia estaba a su lado y le hablaba rapidamente al oido. Lev nego con la cabeza y volvio a mirar a Falco:
—Ni hicimos ni haremos trato alguno. Libere a Vera y a todos los rehenes. Su hija ya esta libre. Nosotros no hacemos tratos, ?esta claro? Tampoco prestamos atencion a las amenazas.
No se oyo sonido alguno entre los miles de personas desplegadas por la carretera. Aunque no todas podian oir lo que se decia, el silencio se habia vuelto contagioso; solo se percibia, aqui y alla, el debil balbuceo y las protestas de los bebes, molestos por el ardor con que los abrazaban. El viento arrecio un instante en la cumbre de la colina. Las nubes se concentraban sobre Bahia Songe, pero aun no ocultaban el sol del mediodia.
Falco seguia sin responder.
Por fin giro bruscamente. Vera vio su rostro, rigido como el hierro. Le hizo gestos, le indico inequivocamente que se acercara…, que estaba libre. Macmilan solto el brazo de la mujer. Atonita, Vera dio uno, dos pasos al frente. Busco con la mirada los ojos de Lev, que sonreia. ?Es tan facil la victoria, tan facil?
La explosion del arma de Macmilan junto a su cabeza la echo hacia atras, como si hubiera sufrido el impacto del culatazo. Vera perdio el equilibrio, la acometida de los hombres de chaqueta marron la arrojo de lado y finalmente cayo a gatas. Se oyo un crujido, un chasquido, un rugido y un siseo agudo como el de un gran incendio, pero todo sonaba muy lejos, donde tal vez hubiera un incendio; aqui solo habia hombres que aplastaban, se apinaban, pisoteaban y tropezaban. Vera gateo y se encogio, intentando ocultarse, pero no habia escondite, ya no quedaba nada salvo del siseo del fuego, los pies y las piernas que pisoteaban, los cuerpos apinados y la tierra mojada y pedregosa.
Reinaba el silencio, pero no era un silencio real. Era un silencio absurdo y carente de significado en el interior de su mente, un silencio en el interior de su oido derecho. Meneo la cabeza para expulsarlo. No habia suficiente luz. El sol habia desaparecido. Hacia frio, soplaba un viento frio que no emitia sonido alguno. Se estremecio mientras se incorporaba y se abrazo el vientre. Era un lugar absurdo para caerse, para tenderse. Le dio rabia. Su mejor traje de seda de los arboles estaba embarrado y empapado en sangre, pegado a sus pechos y a sus brazos. Un hombre yacia a su lado. No era corpulento. Todos le habian parecido enormes cuando estaban de pie y la rodeaban, pero el hombre caido era bastante delgado y estaba hundido en el suelo como si quisiera formar parte del terreno, semienterrado en el barro. Ya no era un hombre, solo barro, pelo y una sucia chaqueta marron. Del hombre que habia sido no quedaba ningun rasgo humano. No quedaba nadie. Sentia frio alli sentada y no era el mejor lugar para sentarse; intento reptar unos metros. No quedaba nadie que quisiera derribarla pero, de todos modos, no podia incorporarse y andar. A partir de este momento siempre tendria que reptar. Ya nadie podia estar de pie. No habia a que aferrarse. Nadie podria caminar. Ya no. Todos estaban tendidos en el suelo, los pocos que quedaban. Encontro a Lev despues de reptar un rato. No estaba tan hundido en el barro y la tierra como el hombre de la chaqueta marron; su cara estaba presente y los abiertos ojos oscuros miraban hacia el cielo pero no veian. No habia luz suficiente. Ya no habia luz y el viento no sonaba. Pronto lloveria, las nubes estaban cargadas como un tejado. Habian pisoteado una de las manos de Lev, los huesos se habian quebrado y se veian blancos. Se arrastro un poco mas hasta un lugar en el que no tenia que ver semejante escena y acaricio la otra mano de Lev. Estaba intacta y fria.
—Calma —dijo, intentando encontrar palabras de Consuelo—. Bueno, mi querido Lev, ya estoy aqui. — Apenas oyo las palabras que pronunciaba en medio del silencio—. Lev, pronto todo estara resuelto.
10
—Todo esta bien —aseguro Luz—. No se preocupe, todo se solucionara.
Tenia que hablar a gritos y se sentia ridicula repitiendo siempre lo mismo. Pero lo cierto es que funcionaba, al menos por un rato. Vera se recostaba y se calmaba. Sin embargo, poco despues intentaba incorporarse de nuevo y, asustada y preocupada, preguntaba que sucedia. Tambien preguntaba por Lev:
—?Se encuentra bien? Tenia la mano herida.
Despues insistia en que debia regresar a la Ciudad, a Casa Falco. Nunca debio presentarse con esos hombres armados, la culpa era suya por tener tantas ganas de volver a casa. Si volvia a convertirse en rehen, todo mejoraria, ?no?
—Todo esta bien, no se preocupe —repetia Luz a voz en cuello porque Vera tenia el oido lesionado—. Todo se solucionara.
Por la noche la gente se acostaba, por la manana se levantaba, trabajaba, preparaba la comida y se alimentaba, charlaba: todo seguia su curso. Luz seguia su curso. Por la noche se retiraba a dormir. Era dificil conciliar el sueno y cuando dormia despertaba en la negra oscuridad a causa de una horrible multitud de gente que empujaba y gritaba, pero nada de eso ocurria. Habia ocurrido. La habitacion estaba a oscuras y en silencio. Habia ocurrido, habia concluido, pero todo seguia su curso.
El funeral por las diecisiete victimas se celebro dos dias despues de la marcha; aunque algunos fueron enterrados en sus aldeas, el encuentro y el oficio en recuerdo de todos tuvieron lugar en el Templo. Luz sintio que no le correspondia asistir y que Andre, Vientosur y los demas se sentirian mas comodos si no los acompanaba. Propuso quedarse con Vera y los arrabaleros aceptaron. Despues de pasar largo rato en el profundo silencio de la casa rodeada por los campos azotados por la lluvia, con Vera dormida y Luz separando las semillas de la fibra del arbol de la seda para tener las manos ocupadas, un hombre llamo a la puerta, un hombre menudo y canoso. Al principio Luz no lo reconocio.
—Soy Alexander Shults —dijo—. ?Vera esta dormida? Vamos, no debieron dejarte aqui.
La llevo al Templo, al fin del oficio de difuntos y al cementerio, en medio de la muda procesion que portaba los doce feretros de los muertos del Arrabal. Luz permanecio envuelta en su chal negro, bajo la lluvia, junto a la tumba, al lado del padre de Lev. Le agradecio el gesto, si bien no le dijo nada y el tampoco le dirigio la palabra.
Vientosur y ella trabajaban a diario en el patatal de la arrabalera, pues era necesario recoger la cosecha; si pasaba unos dias mas en la tierra humeda, empezaria a pudrirse. Trabajaban juntas mientras Vera dormia y se turnaban —una iba al campo y la otra se quedaba en la casa— cuando Vera estaba despierta y necesitaba compania. A menudo aparecia la madre de Vientosur y tambien Italia, la corpulenta, callada y competente amiga de Vientosur. Andre pasaba una vez al dia, aunque tambien tenia trabajo agricola y cotidianamente tenia que pasar un rato en el Templo con Elia y los demas. Elia estaba a cargo de todo, era el quien ahora hablaba con los hombres de la Ciudad. Andre les transmitia a Luz y a Vientosur lo que se habia hecho y dicho, pero no expresaba su opinion. Luz no sabia si Andre estaba de acuerdo o disentia. Todas las opiniones, convicciones, teorias y principios, todo se habia derrumbado, habia desaparecido, estaba muerto. El denso y abatido dolor de la multitud que asistio al oficio funebre era lo unico que quedaba. En la carretera habian muerto diecisiete personas del Arrabal y ocho de la ciudad. Habian muerto en nombre de la paz, pero tambien habian matado en su nombre. Todo se habia derrumbado. Los ojos de Andre estaban oscuros como el carbon. Bromeaba para animar a Vientosur (Luz vio desapasionadamente, tal como ahora lo veia todo, que hacia mucho tiempo que Andre estaba enamorado de Vientosur) y las chicas le celebraban las bromas e intentaban que descansara un rato en su compania y la de Vera. Por las tardes, Luz y Vientosur trabajaban juntas en el campo. Las patatas eran pequenas, solidas y limpias y salian del barro arrastrando su traceria de raices finamente enmaranadas. Habia placer en el trabajo agricola y casi ninguno en todo lo demas.
De vez en cuando Luz pensaba: «Nada de esto esta ocurriendo», porque tenia la impresion que lo que ocurria solo era una especie de imagen o pantalla, como sombras proyectadas, detras de la cual se encontraba lo real. Esto era un teatro de marionetas. Al fin y al cabo, resultaba realmente extrano. ?Que hacia ella en el campo, a ultima hora de la tarde, bajo la llovizna neblinosa y sombria, vestida con pantalones remendados, con barro