hasta los muslos y los codos, que hacia recolectando patatas para el Arrabal? Le bastaria con incorporarse y caminar de regreso a casa. La falda azul y la blusa bordada colgarian, limpias y planchadas, en el armario de su cuarto de vestir; Teresa le llevaria agua caliente para darse un bano. Con ese clima, habria grandes lenos en la chimenea del extremo oeste del salon de Casa Falco y arderia un buen fuego. Al otro lado del grueso cristal de las ventanas, la tarde se tornaria de un azul cada vez mas oscuro por encima de la bahia. Tal vez el doctor se presentara para charlar un rato, en compania de su amigote Valera, o apareceria el viejo Concejal Di Giulio con la esperanza de jugar una partida de ajedrez con su padre…

No. Esas eran las marionetas, pequenas y brillantes marionetas mentales. No existia ningun otro sitio, solo el aqui: las patatas, el barro, la suave voz de Vientosur, la cara hinchada y amoratada de Vera, el crujir del jergon en el desvan de esta choza del Arrabal en la negra oscuridad y la quietud de la noche. Era extrano, todo estaba mal, pero era lo unico que quedaba.

Vera se recuperaba. Joya, la medica, dijo que estaban superadas las consecuencias de la conmocion cerebral; como minimo, Vera debia pasar una semana mas en cama, pero se pondria bien. La mujer mayor dijo que queria hacer algo. Vientosur le dio para hilar una gran cesta con algodon recogido en los arboles silvestres del Valle Rojo.

Elia aparecio en la puerta. Las tres mujeres acababan de cenar. Vientosur fregaba los platos, Luz quitaba la mesa y Vera estaba recostada sobre los cojines, anudando una hebra de arranque en el huso. Elia se veia limpio, como las patatitas, penso Luz, con su cara redonda y firme y sus ojos azules. Su voz sono inesperadamente grave, pero muy delicada. Se sento ante la mesa vacia y hablo, basicamente con Vera.

—Todo va bien —le dijo—. Todo se resolvera.

Vera apenas pronuncio palabra. Aunque el lado izquierdo de su cara aun estaba deformado y magullado en los puntos en que habia recibido patadas o porrazos, lo inclinaba hacia delante para oir. Tenia perforado el timpano derecho. Se irguio apoyada en los cojines, hizo girar el huso y asintio a medida que Elia hablaba. Luz no hizo mucho caso de lo que el hombre decia. Andre ya lo habia contado: los rehenes fueron liberados, se establecieron los terminos de cooperacion entre la Ciudad y el Arrabal y se llego a un intercambio mas justo de herramientas y pescado seco con respecto a los alimentos proporcionados por el Arrabal; ahora estaban analizando un plan para la colonizacion compartida del Valle del Sur: grupos de trabajo de la Ciudad explorarian el terreno y luego colonos voluntarios del Arrabal se trasladarian a esas tierras para cultivarlas.

—?Y la colonia del norte? —pregunto Vera con su voz calma y aguda.

Elia se miro las manos y finalmente respondio:

—Fue un sueno.

—Elia, ?solo fue un sueno?

El tono de voz de Vera habia cambiado. Luz aguzo el oido mientras guardaba los cuencos.

—No —dijo el hombre—. ?No! Pero hubo demasiadas cosas, demasiado pronto…, demasiado rapido. Vera, demasiadas cosas se pusieron irreflexivamente en juego mediante un acto de abierto desafio.

—?Habria sido mejor un desafio encubierto?

—No, pero la confrontacion fue un error. La cooperacion, hablar juntos…, los razonamientos…, la razon. Se lo dije a Lev… En todo momento intente expresar… —Luz noto que los ojos azules de Elia se habian llenado de lagrimas. Guardo los cuencos en el aparador y se sento junto al hogar—. El Concejal Marquez es un hombre razonable. Si hubiera sido Jefe de la Junta… —Elia se contuvo y Vera permanecio en silencio.

—Andre dice que ahora usted practicamente solo habla con Marquez —intervino Luz—. ?Es el Jefe de la Junta?

—Si.

—?Mi padre esta en la carcel?

—Bajo arresto domiciliario; lo llaman asi —replico Elia con suma incomodidad.

Luz asintio y noto que Vera los miraba fijamente.

—?Don Luis sigue vivo? Pense… ?Por que esta arrestado?

La incomodidad de Elia resultaba dolorosa. Luz respondio:

—Por matar a Herman Macmilan.

Vera seguia con la mirada fija y los latidos de su corazon palpitaban en su sien hinchada.

—Yo no lo vi —anadio Luz con voz seca y serena—. Estaba atras, con Vientosur. Andre se encontraba delante, con Lev y Elia; lo vio todo y me lo conto. Fue despues que Macmilan disparara a Lev. Antes que cualquiera de nosotros se diera cuenta de lo que ocurria. Los hombres de Macmilan empezaban a dispararnos. Mi padre arranco el mosquete de manos de un hombre y lo uso como una porra. Andre dice que no disparo. Supongo que fue dificil averiguarlo despues del combate y que la gente se pisoteara, pero Andre dijo que ellos pensaron que el golpe mato a Macmilan. Sea como fuere, ya estaba muerto cuando regresaron.

—Yo tambien lo vi —reconocio Elia con voz poco clara—. Fue…, supongo que fue eso…, supongo que fue eso lo que impidio que algunos hombres de la Ciudad dispararan, estaban confundidos…

—En ningun momento se dio la orden —acoto Luz—. Los caminantes tuvieron tiempo de avanzar sobre ellos. Andre opina que si mi padre no se hubiera puesto en contra de Macmilan, no habria habido combate. Ellos habrian disparado y los caminantes se habrian dispersado.

—Tampoco habriamos traicionado nuestros principios —intervino Vientosur con voz clara y firme—. Es posible que los hombres de la Ciudad no hubieran disparado en defensa propia si no nos hubieramos abalanzado sobre ellos.

—?Y entonces solo Lev habria muerto? —pregunto Luz con tono igualmente claro—. Vientosur, Macmilan habria dado la orden de disparar. El lo empezo todo. Si los caminantes se hubieran dispersado antes, tal vez no habrian muerto tantos. Y ningun hombre de la Ciudad habria perdido la vida a golpes. Vuestros principios seguirian incolumes. Pero Lev estaria muerto y Macmilan seguiria vivo.

Elia la contemplaba con una expresion que Luz nunca le habia visto; no atinaba a darle significado: tal vez era aborrecimiento…, o miedo.

—?Por que? —pregunto Vera con un susurro lastimero y seco.

—?No lo se! —exclamo Luz y como se sentia tan aliviada por hablar de esas cosas, por mencionarlas en lugar de encubrirlas y asegurar que todo estaba bien, rio—. ?Comprendo acaso lo que mi padre hace, piensa o es? Tal vez se volvio loco. Eso le dijo el viejo Marquez a Andre la semana pasada. Se que si hubiera estado en su lugar, yo tambien habria matado a Macmilan. Pero eso no explica por que el lo hizo. No existe explicacion. Lo mas facil es decir que se volvio loco. Vientosur, esa es la problema de tus ideas, de tu gente. Todo es verdad, correcto y valido, la violencia no logra nada, el asesinato no logra nada…, pero a veces nada es lo que la gente quiere. Lo que quieren es la muerte. Y la consiguen.

Se hizo el silencio.

—El Concejal Falco capto el desatino del acto de Macmilan —agrego Elia—. Intentaba impedir…

—No, nada de eso —insistio Luz—. No intentaba impedir mas disparos, mas muertes, ni estaba de vuestro lado. Senhor Elia, ?no tiene en la cabeza algo mas que la razon? Mi padre mato a Macmilan por la misma «razon» por la que Lev desafio a hombres armados y acabo muerto. Porque era un hombre y eso es lo que hacen los hombres. Las razones llegan mas tarde.

Elia tenia las manos cruzadas; estaba tan palido que sus ojos azules destacaban anormalmente. Miro a Luz a la cara y pregunto con amabilidad:

—Luz Marina, ?por que te quedas aqui?

—?Adonde puedo ir? —inquirio casi burlona.

—Con tu padre.

—Si, es lo que hacen las mujeres…

—Tu padre esta en un apuro, ha caido en desgracia, te necesita.

—Y ustedes no.

—Si, claro que te necesitamos —intervino Vera desesperada—. Elia, ?tu tambien te has vuelto loco? ?Quieres echarla?

—Es por ella… Si no hubiera venido, Lev… Fue culpa de ella… —Elia estaba al borde de una emocion que no podia dominar, su voz se tornaba aguda y sus ojos se desorbitaban—. ?Fue culpa suya!

—?Que dices? —susurro Vera.

—?No es culpa de ella! ?Nada es culpa de ella! —declaro impetuosamente Vientosur.

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