(«elimine» o «quite de en medio») para distanciarse de las consecuencias de su accion. Quinn no.

—Interesante, supongo —la animo. Procuro que su voz sonara tranquila, sin ninguna carga de presuncion. Ojala los fantasmas de tus enemigos solo te escoltaran al infierno. Pero no, los llevabas a hombros constantemente, esperando su oportunidad. Tal vez las muescas que Danio grababa en las cachas de sus armas no eran una idea de tan mal gusto, a fin de cuentas. Sin duda era un pecado mayor olvidar a uno solo de los hombres que matas—. Hablame de ellos.

—Resultaron ser conocidos y buscados por la Red Euroley. Eran, como diria yo, soldados de la subeconomia. Asesinos profesionales. Locales.

Miles dio un respingo.

—Santo cielo, ?que les he hecho yo?

—Dudo que fueran por ti de motu proprio. Eran casi con toda seguridad gente contratada por un grupo desconocido de terceros, aunque ambos podemos imaginar de quien se trata.

—Oh, no. ?La embajada cetagandana esta subcontratando mi asesinato? Supongo que tiene sentido. Galeni dijo que andaban cortos de personal. ?Pero te das cuenta… —se puso en pie y empezo a caminar de un lado a otro en su agitacion— de que esto significa que podrian volver a atacarme desde cualquier parte? En cualquier sitio, en cualquier momento. Desconocidos totalmente carentes de motivaciones personales.

—Una pesadilla para seguridad —reconocio ella.

—Supongo que la policia no ha podido localizar a quien los empleo.

—No ha habido tanta suerte. De momento, al menos. Dirigi su atencion hacia los cetagandanos como candidatos de una de las tres patas del triangulo metodo-motivo-oportunidad: el motivo.

—Bien. ?Podemos sacar por nuestra cuenta algo del metodo y la oportunidad? —se pregunto Miles en voz alta—. Los resultados finales del atentado parecen indicar que estaban un pelin mal preparados para su tarea.

—Desde mi punto de vista, el metodo estuvo horriblemente a punto de funcionar —observo ella—. Sin embargo, sugiere que la oportunidad ha sido un factor limitador. Quiero decir que el almirante Naismith no se esconde cuando tu vas abajo, por dificil que sea encontrar a un hombre entre nueve mil millones de habitantes. ?Literalmente deja de existir en todas partes, zas! Habia pruebas de que esos tipos llevaban varios dias deambulando por el espaciopuerto, esperandote.

—?Uf!

Su visita a la Tierra echada a perder. Al parecer el almirante Naismith era un peligro para si mismo y para los demas. La Tierra estaba demasiado congestionada. ?Y si sus atacantes intentaban la proxima vez hacer volar un vagon de metro o un restaurante para alcanzar su objetivo? Una escolta para espantar de muerte a sus enemigos era una cosa, pero ?y si se encontraban junto a una clase de ninos de ensenanza primaria la proxima vez?

—Oh, por cierto, vi al soldado Danio cuando estuve abajo —anadio Elli, examinandose una una rota—. Su caso se vera en los tribunales dentro de un par de dias, y me pidio que te pidiera que vayas.

Miles rezongo entre dientes.

—Oh, claro. Hay un numero potencialmente ilimitado de completos desconocidos que intentan liquidarme y quiere que haga una aparicion publica. Para que me convierta en el blanco de sus practicas de tiro, sin duda.

Elli sonrio y se mordisqueo la una.

—Quiere un testigo de caracter, alguien que le conozca.

—?Testigo de caracter! Ojala supiera donde esconde su coleccion de cabelleras, se la llevaria al juez. La terapia de sociopatas fue inventada para gente como el. No, no. La ultima persona que necesita como testigo de caracter es alguien que le conozca. —Miles suspiro, claudicando—. Envia al capitan Thorne. Betano, tiene un monton de savoir faire cosmopolita, deberia poder mentir bien en el estrado.

—Buena eleccion —aplaudio Elli—. Ya era hora de que empezaras a delegar parte de tu trabajo.

—Delego constantemente —objeto el—. Estoy contentisimo, por ejemplo, de haber delegado en ti mi seguridad personal.

Ella agito una mano, sonriendo, como para descartar el cumplido implicito. ?Le molestaron sus palabras?

—Fui lenta.

—Fuiste lo suficientemente rapida. —Miles se giro para encararse a ella, o en cualquier caso para enfrentarse a su garganta. Ella se habia echado atras la chaqueta por comodidad y el arco de su camiseta negra, en la interseccion con la clavicula, formaba una especie de escultura abstracta y estetica. Su olor (ningun perfume, solo a mujer) emanaba calido de la piel.

—Creo que tenias razon —dijo ella—. Los oficiales no deberian comprar en las tiendas de la compania…

«Maldicion —penso Miles—. Solo lo dije porque estaba enamorado de la esposa de Baz Jesek y no queria admitirlo; mejor no decir nunca que no…»

—… realmente te distrae de tu deber. Te observe, caminando hacia nosotros a traves del espaciopuerto y, durante un par de minutos, minutos criticos, la seguridad fue lo ultimo que tuve en cuenta.

—?Que fue lo primero? —pregunto Miles, esperanzado, antes de que el buen sentido lo detuviera. «Despierta, hombre, podrias destrozar todo tu futuro en los proximos treinta segundos.»

Elli le ofrecio una sonrisa dolida.

—Me preguntaba que habrias hecho con la estupida manta gato, de hecho —dijo con frivolidad.

—La deje en la embajada. Iba a traertela —y que no daria por tenderla ahora e invitarla a sentarse en el borde de su cama—, pero tenia otras cosas en la cabeza. No te he contado lo de la ultima pega en nuestras revueltas finanzas. Sospecho…

Maldicion, otra vez los negocios inmiscuyendose en aquel momento de intimidad, en aquel posible momento de intimidad.

—Te lo contare mas tarde. Ahora quiero hablar de nosotros. Tengo que hablar de nosotros.

Ella se aparto un poco. Miles se corrigio rapidamente.

—Y sobre el deber.

Ella dejo de retirarse. La mano derecha de Miles toco el cuello de su uniforme, lo volvio, acaricio la lisa y fria superficie de su insignia de rango. Nervioso como un pollito. Retiro la mano, la cerro sobre su pecho para controlarla.

—Yo… tengo un monton de deberes, ?sabes? Casi una doble dosis. Estan los deberes del almirante Naismith y los del teniente Vorkosigan. Y luego estan los deberes de lord Vorkosigan. Una triple dosis.

Ella arqueo las cejas, arrugo los labios, preguntando con los ojos; paciencia suprema, si, habia esperado a que quedara como un idiota por su cuenta. Y estaba consiguiendolo a marchas forzadas.

—Estas familiarizada con los deberes del almirante Naismith. Pero son el menor de mis problemas, en realidad. El almirante Naismith es un subordinado del teniente Vorkosigan, que existe solamente para servir a Seguridad del Imperio de Barrayar, para la cual ha sido destinado por la sabiduria y piedad de su Emperador. Bueno, por los consejeros de su Emperador, al menos. En resumen, mi padre. Ya conoces esa historia.

Ella asintio.

—Ese asunto de no implicarse personalmente con nadie del personal es de cumplimiento para el almirante Naismith…

—Me pregunte, mas tarde, si ese… incidente en el tubo de descenso no habia sido algun tipo de prueba — dijo ella, reflexiva.

Tardo un momento en captar las implicaciones de sus palabras.

—?Ah! ?No! —aullo Miles—. Que truco tan sucio y sibilino habria sido… no. Ninguna prueba. Bastante real.

—Ah —dijo ella, pero no consiguio tranquilizarlo con, digamos, un abrazo sentido. Un abrazo sentido habria sido muy tranquilizador en aquellos momentos. Pero ella permanecio alli de pie, observandolo, con una pose que se parecia incomodamente a la de descanso militar.

—Pero tienes que recordar que el almirante Naismith no es un hombre real. Es un artificio. Yo lo invente. Y le faltan algunas partes importantes, visto en retrospectiva.

—Oh, tonterias, Miles —ella le toco ligeramente la mejilla—. ?Que es esto, ectoplasma?

—Volvamos atras, a lord Vorkosigan —consiguio decir Miles, desesperado. Se aclaro la garganta y con

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