esfuerzo bajo la voz para recuperar su acento barrayares—. Apenas has conocido a lord Vorkosigan.
Ella sonrio al oir su cambio de voz.
—Te he oido imitar su acento. Es agradable aunque, um, un poco incongruente.
—Yo no imito su acento, el imita el mio. Es decir… eso creo —se detuvo, confundido—. Llevo Barrayar marcado en los huesos.
Ella alzo las cejas, la ironia olvidada por pura fuerza de voluntad.
—Literalmente, segun tengo entendido. No pensaba que fueras a agradecerles que te envenenaran antes incluso de que hubieras conseguido nacer.
—No iban por mi, sino por mi padre. Mi madre…
Considerando hacia donde intentaba desviar aquella conversacion, quiza fuese mejor evitar explicar los infructuosos intentos de asesinato de los ultimos veinticinco anos.
—De todas formas, ese tipo de cosas apenas suceden ya.
—?Que ha sido eso del espaciopuerto de hoy, ballet callejero?
—No un asesinato barrayares.
—Eso no lo sabes —recalco ella alegremente.
Miles abrio la boca y se quedo asi, aturdido por una nueva y aun mas horrible paranoia. El capitan Galeni era un hombre sutil, si Miles lo habia calado bien. Podia estar muy por delante de cualquier cadena logica de interes por el. Suponiendo que fuera en efecto culpable de desfalco. Y suponiendo que se hubiera anticipado a las sospechas de Miles. Y suponiendo que hubiera encontrado un modo de conservar dinero y carrera, eliminando a su acusador. Galeni, despues de todo, sabia el momento exacto en que Miles estaria en el espaciopuerto. Cualquier asesino a sueldo que la embajada cetagandana pudiera contratar, podia estar igualmente al servicio de la barrayaresa.
—Hablaremos de eso… mas tarde —tosio.
—?Por que no ahora?
—PORQUE ESTOY… —se detuvo, tomo aire— tratando de decir otra cosa —continuo con vocecita contenida.
Hubo una pausa.
—Dila —lo insto Elli.
—Um, deberes. Bueno, igual que el teniente Vorkosigan asume todos los deberes del almirante Naismith, mas otros propios, lord Vorkosigan tiene todos los del teniente Vorkosigan, mas los propios. Deberes politicos separados y superiores a los deberes militares de un teniente. Y, um… deberes familiares.
Tenia humeda la palma de la mano; se la froto con disimulo en los pantalones. Aquello era aun mas dificil de lo que esperaba. Pero no mas, sin duda, de lo que seria para alguien que habia visto una vez como le volaban la cara con fuego de plasma tener que enfrentarse otra vez a lo mismo.
—Hablas como un diagrama de Venn. «El conjunto de todos los conjuntos que se pertenecen», o algo parecido.
—Asi me siento —admitio el—. Pero tengo que evitar perderme.
—?Que contiene a lord Vorkosigan? —pregunto ella con curiosidad—. Cuando te miras en el espejo al salir de la ducha, ?quien te mira desde alli? ?Te dices a ti mismo «Hola, lord Vorkosigan»?
«Evito mirarme en los espejos…»
—Miles, supongo. Solo Miles.
—?Y que contiene a Miles?
Con el indice derecho se acaricio el dorso de su inmovilizada mano izquierda.
—Esta piel.
—?Y ese es el ultimo perimetro externo?
—Supongo.
—Dioses —murmuro ella—, me he enamorado de un hombre que se considera una cebolla.
Miles hizo una mueca; no pudo evitarlo. Pero… ?«enamorado»? Su corazon se animo enormemente.
—Mejor que mi antepasada, que pensaba que era…
No, seria mejor no mencionar ese caso tampoco.
Pero la curiosidad de Elli era insaciable. Por eso la habia asignado en primer lugar a la inteligencia dendarii, para la que habia obtenido exitos tan espectaculares.
—?Que?
Miles se aclaro la garganta.
—Se decia que la quinta condesa Vorkosigan sufria delirios periodicos y creia que estaba hecha de cristal.
—?Y que le paso? —pregunto Elli, fascinada.
—Una de sus irritadas relaciones acabo por tirarla al suelo y romperla.
—?Tan intenso era el delirio?
—Fue desde una torre de veinte metros. No se —dijo el, impaciente—. No soy responsable de mis extranos antepasados. Todo lo contrario. Exactamente al contrario —trago saliva—. Veras, uno de los deberes no militares de lord Vorkosigan es acabar por encontrar, en algun momento, en algun lugar, a una lady Vorkosigan. La undecima condesa Vorkosigan. Es algo que se espera de un hombre de una cultura estrictamente patriarcal. Ya sabes…
Parecia como si tuviera la garganta llena de algodon, su acento oscilaba de una personalidad a otra.
—… que estos, uh, problemas fisicos mios —paso la mano por toda la longitud, o carencia de longitud, de su cuerpo— fueron teratogenicos, no geneticos. Mis hijos deberian ser normales. Un hecho que tal vez me haya salvado la vida, en vista de la tradicional actitud implacable de Barrayar hacia las mutaciones. Creo que mi abuelo nunca estuvo totalmente convencido de ello. Siempre he deseado que hubiese vivido para ver a mis hijos, solo para demostrarselo.
—Miles —lo interrumpio Elli amablemente.
—?Si? —dijo el, sin aliento.
—Estas farfullando. ?Por que? Podria escucharte una hora entera, pero es preocupante cuando te atascas.
—Estoy nervioso —confeso. Sonrio, cegado.
—?Reaccion retrasada por lo de esta tarde? —Elli se acerco, tranquilizandolo—. Lo comprendo.
El acomodo el brazo derecho alrededor de su cintura.
—No. Si, bueno, tal vez un poco. ?Te gustaria ser la condesa Vorkosigan?
Ella sonrio.
—?Hecha de cristal? No es mi estilo, gracias. La verdad es que el titulo sugiere a alguien vestido de cuero negro con tachuelas de cromo.
La imagen mental de Elli vestida de esa manera fue tan arrebatadora que Miles tardo medio minuto en volver al tema.
—Dejame que lo exprese de otra forma —dijo por fin—. ?Quieres casarte conmigo?
El silencio fue esta vez mucho mas largo.
—Creia que tratabas de pedirme que me fuera a la cama contigo, y me reia. Por tus nervios.
No se reia ahora.
—No —dijo Miles—. Eso habria sido facil.
—No quieres mucho, ?no? Solo cambiar por completo el resto de mi vida.
—Es bueno que comprendas eso. No se trata solo de un matrimonio. Lleva unido un trabajo muy concreto.
—En Barrayar. Abajo.
—Si. Bueno, habria algunos viajes.
Ella permanecio en silencio durante demasiado rato, y luego dijo:
—Naci en el espacio. Creci en una estacion de transito en el espacio profundo. He trabajado la mayor parte de mi vida adulta a bordo de naves. El tiempo que he pasado con los pies pisando tierra autentica no pasa de meses.
—Seria un cambio —admitio Miles, incomodo.
—?Y que le sucederia a la futura almirante Quinn, mercenaria libre?