—Ideas tumultuosas —se disculpo.

—Bien, adelante.

—Y ademas, por culpa del lio de la embajada, no estoy demasiado ansioso por desprenderme de mis refuerzos. Hay… hay algo que no va bien. Lo que significa que si nos quedamos quietos esperando a que la embajada lo resuelva sera aun peor. Bien. Un problema cada vez. Los dendarii. Dinero. Trabajitos dispersos… ?eh!

—?Eh?

—?Quien dice que tengo que contratar toda la flota a la vez? Trabajo. Chapucillas aqui y alla. Dinero contante y sonante. ?Divide y venceras! Guardias de seguridad, tecnicos de ordenador, todo lo que se nos ocurra que pueda constituir una fuente de ingresos…

—?Robo de bancos? —dijo Elli con creciente interes.

—?Y dices que la policia te solto? No te entusiasmes. Pero dispongo de una mano de obra de cinco mil personas de formaciones diversas y altamente especializadas. Seguro que eso es una fuente de recursos de valor superior a la Triumph. ?Delega! ?Que ellos se disgreguen y vayan a ganar unas malditas monedas!

Elli, sentada cruzada de piernas al pie de la cama, observo, molesta:

—?He trabajado una hora para relajarte y mira ahora! ?De que eres, de plastico? Todo tu cuerpo se enrosca ante mis ojos… ?Adonde vas?

—A poner la idea en marcha, ?adonde si no?

—La mayoria de la gente se pone a dormir, llegados a este punto…

Bostezando, le ayudo a rebuscar entre los uniformes apilados en el suelo. Las camisetas negras resultaron ser casi iguales. La de Elli se distinguia por el leve olor corporal que la impregnaba. Miles casi no quiso devolversela, pero comprendio que quedarse la ropa interior de su novia no le iba a ayudar a ganar puntos en el apartado de savoir faire. El acuerdo fue tacito pero claro: esa fase de su relacion debia cesar discretamente en la puerta del dormitorio, si no querian desacreditar la fatua consigna del almirante Naismith.

La conferencia inicial del personal dendarii, al principio de una mision, cuando Miles llegaba con un nuevo contrato en la mano, siempre le producia la sensacion de ver doble. Era un interfaz, consciente de ambas mitades, intentando ser un espejo unidireccional entre los dendarii y su autentico jefe, el Emperador. Esta desagradable sensacion solia difuminarse rapidamente, mientras concentraba sus facultades en la mision concreta, recentrando su personalidad. El almirante Naismith casi ocupaba entonces toda su piel. «Relajarse» no era el termino adecuado para este estado alfa, dada la fuerte personalidad de Naismith. «Sin constricciones» se acercaba mas.

Habia pasado con los dendarii cinco meses seguidos, algo sin precedentes, y la subita reaparicion del teniente Vorkosigan en su vida habia sido desusadamente molesta esta vez. Por supuesto, no era normalmente el lado barrayares del asunto lo que se fastidiaba. Siempre habia contado con que la estructura de mando fuera solida, el axioma del cual fluia toda la accion, el estandar por el que se media el subsiguiente exito o fracaso.

Esta vez, no.

Esta noche se encontraba en la sala de reuniones de la Triumph con sus jefes de departamento y sus capitanes, todos congregados rapidamente, y se vio asaltado por una subita y esquizofrenica paralisis: ?que iba a decirles? «Tendreis que arreglaroslas por vuestra cuenta, capullos…»

—Tendremos que arreglarnoslas por nuestra cuenta durante algun tiempo —empezo a decir el almirante Naismith, saliendo de la cueva situada en el interior del cerebro de Miles en la que habitaba, y se lanzo de lleno al tema. La noticia, hecha publica por fin, de que habia un problema en su paga levanto la esperada preocupacion; mas sorprendente fue su aparente tranquilidad cuando les dijo, la voz cargada de enfasis amenazador, que estaba investigando el asunto personalmente. Bueno, al menos explicaba desde el punto de vista dendarii todo el tiempo que habia pasado atiborrando los ordenadores en las entranas de la embajada barrayaresa. «Dios —penso Miles—, juro que podria venderles a todos granjas radiactivas.»

Pero cuando se vieron ante el desafio, lanzaron un impresionante monton de ideas para conseguir dinero a corto plazo. Miles se sintio enormemente aliviado, y los dejo seguir. Despues de todo, nadie llegaba al Estado Mayor dendarii siendo idiota. Su propio cerebro parecia agotado. Esperaba que fuera porque sus circuitos estuvieran trabajando a nivel subconsciente en la mitad barrayaresa del problema, y que no fuera un sintoma de deterioro senil prematuro.

Durmio solo y mal, y se desperto cansado y dolorido. Atendio algunos aspectos rutinarios internos y aprobo los siete planes menos descabellados para conseguir dinero que su gente habia desarrollado durante la noche. Un oficial habia conseguido un contrato como guardias de seguridad para un escuadron de veinte, no importaba que fuera para la inauguracion de un centro comercial en… ?donde demonios estaba Xian?

Se vistio cuidadosamente con su mejor tunica de paseo de terciopelo gris —botones plateados en los hombros, pantalones de deslumbrante costura blanca, las botas mas relucientes— y acompano a la teniente Bone al banco de Londres. Elli Quinn lo escolto con dos de sus mas corpulentos dendarii uniformados y un circulo invisible, delante y detras, de guardias vestidos de civil y provistos de escaneres.

En el banco, el almirante Naismith, acicalado y muy educado para tratarse de un hombre que no existia, cedio cuestionables derechos de una nave de guerra que no poseia a una organizacion financiera que no la necesitaba ni la queria. Como senalo la teniente Bone, al menos el dinero era real. En vez de un colapso progresivo a partir de esa tarde (la hora en la que la teniente Bone calculaba que las primeras nominas de los dendarii empezarian a rebotar), seria un gran colapso en una fecha futura indefinida. Hurra.

Miles despidio a los guardias mientras se acercaba a la embajada de Barrayar; solo quedo Elli. Se detuvieron ante una puerta en los tuneles subterraneos que anunciaba: PELIGRO. TOXICO. PERSONAL AUTORIZADO SOLAMENTE.

—Ahora estamos bajo los escaneres —le advirtio Miles.

Elli se llevo un dedo a los labios, reflexionando.

—Por otro lado, si entras ahi y te encuentras con que han llegado ordenes para enviarte a Barrayar, quiza no te vea hasta dentro de un ano. O nunca.

—Me resistiria a eso… —empezo a decir el, pero Elli le cubrio los labios con el dedo, acallando la estupidez que estuviera a punto de decir al transferirle el beso—. Bien —sonrio Miles levemente—. Estare en contacto, comandante Quinn.

Ella enderezo la espalda, hizo un gesto ironico, un impresionante saludo militar y se marcho. Miles suspiro y coloco la palma abierta sobre la intimidante cerradura de la entrada.

Al otro lado de la segunda puerta, mas alla del guardia uniformado sentado ante la consola del escaner, le esperaba Ivan Vorpatril. Descargo su peso de un pie a otro con una sonrisa forzada. Oh, Dios, ?ahora que? Sin duda era esperar demasiado que el hombre tuviera simplemente ganas de hacer un pis.

—Me alegro de que vuelvas, Miles —dijo Ivan—. Justo a tiempo.

—No queria abusar del privilegio. Puede que quiera marcharme otra vez. No es que sea probable que lo consiga… Me sorprendio que Galeni no me arrastrara de vuelta a la embajada permanentemente despues de ese pequeno episodio en el espaciopuerto de ayer.

—Si, bueno, hay un motivo para eso.

—?Si? —dijo Miles, forzando la voz para que su tono fuese neutro.

—El capitan Galeni salio ayer de la embajada una media hora despues que tu. No lo hemos vuelto a ver desde entonces.

7

El embajador los condujo al despacho cerrado de Galeni. Ocultaba sus nervios bastante mejor que Ivan. Se limito a comentar tranquilamente:

—Comuniqueme lo que descubra, teniente Vorpatril. Seria particularmente deseable obtener alguna indicacion segura de si es hora o no de notificarlo a las autoridades locales.

Asi que el embajador, que conocia a Duv Galeni desde hacia unos dos anos, pensaba tambien en terminos

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