Ella miro por encima del hombro a Miles, que le esbozo un saludo tranquilizador.

—?Que les digo a los dendarii? —pregunto.

—Diles… diles que sus fondos vienen de camino —respondio Miles. Las puertas se cerraron con un susurro, eclipsandola.

Galeni regreso a la comuconsola, que parpadeaba para llamar su atencion.

—Vorpatril, por favor, encarguese de que su primo se libre de ese… disfraz, y de que llevar un uniforme adecuado sea la principal prioridad.

«?Le asusta el almirante Naismith… solo un poco, senor?», se pregunto Miles, irritado.

—El uniforme dendarii es tan autentico como el suyo propio, senor.

Galeni se lo quedo mirando desde el otro lado de su mesa destellante.

—No puedo saberlo, teniente. Mi padre solo pudo comprarme soldaditos de juguete cuando yo era nino. Pueden retirarse.

Miles, ardiendo, espero a que las puertas se hubieran cerrado tras ellos antes de quitarse la chaqueta gris y blanca y arrojarla al suelo del pasillo.

—?Disfraz! ?Soldaditos de juguete! ?Creo que voy a matar a ese komarres hijo de puta!

—Oh —dijo Ivan—. Si que estamos quisquillosos hoy.

—?Has oido lo que ha dicho!

—Si, claro… Galeni tiene razon. Un poco de regulacion nunca viene mal. Hay una docena de pequenos puestos de mercenarios dispersos por todos los rincones del nexo de agujero de gusano. Algunos de ellos hacen equilibrios entre lo legal y lo ilegal. ?Como puede saber que tus dendarii no estan a un paso de convertirse en secuestradores?

Miles recogio la chaquetilla del uniforme, la sacudio y la doblo cuidadosamente sobre su brazo.

—Ja.

—Vamos —dijo Ivan—. Te llevare a intendencia y te buscare un traje mas de tu gusto.

—?Tienen algo de mi tamano?

—Hacen un mapa-laser de tu cuerpo y confeccionan las prendas una a una, todo controlado por ordenador, igual que ese pirata carero al que acudes en Vorbarr Sultana. Esto es la Tierra, hijo.

—Mi hombre en Barrayar lleva diez anos confeccionandome la ropa. Tiene algunos trucos que no estan en el ordenador… Bueno, supongo que sobrevivire. ?Puede fabricar la embajada ropa civil?

Ivan hizo una mueca.

—Si tus gustos son conservadores. Pero si quieres algo de moda para asombrar a las chicas locales, debes ir a otro sitio.

—Con Galeni como carabina, tengo la impresion de que no voy a poder ir muy lejos —suspiro Miles—. Tendra que valer.

Miles contemplo la manga verde bosque de su uniforme de gala barrayares, aliso el puno y alzo la barbilla para acomodar mejor la cabeza al cuello alto. Casi habia olvidado lo incomodo que era aquel maldito cuello. Por delante, los rectangulos rojos de su rango de teniente se le clavaban en la mandibula; por detras, se le enganchaba en el pelo, aun sin cortar. Y las botas le daban calor. El hueso del pie izquierdo que se habia roto en Dagoola aun le dolia, incluso despues de que lo hubieran vuelto a romper, enderezado y tratado con estimulacion electrica.

Con todo, el uniforme verde era su hogar. Su autentico yo. Tal vez fuera el momento de tomarse unas vacaciones del almirante Naismith y sus intratables responsabilidades, hora de recordar los problemas mas razonables del teniente Vorkosigan cuya unica tarea era ahora aprender los procedimientos de una pequena oficina y soportar a Ivan Vorpatril. Los dendarii no le necesitaban para dirigir su descanso y el rutinario avituallamiento, ni podria haber preparado una desaparicion mas segura y concienzuda para el almirante Naismith.

El destino de Ivan era una diminuta habitacion sin ventanas situada en las entranas de la embajada; su tarea: suministrar cientos de discos de datos a un ordenador seguro que los concentraba en resumenes semanales de la situacion de la Tierra para enviarlos al jefe Illyan y al personal general de Barrayar. Alli, supuso Miles, eran filtrados por ordenador con cientos de otros informes similares para crear la vision del universo que tenia Barrayar. Miles esperaba fervientemente que Ivan no estuviera anotando kilovatios y megavatios en la misma columna.

—Con diferencia, el grueso de este material consiste en estadisticas publicas —explicaba Ivan, sentado ante su consola y con aspecto complacido—. Variaciones de poblacion, cifras de produccion agricola e industrial, los presupuestos militares publicados de las diversas facciones politicas. El ordenador los calibra de dieciseis formas distintas y llama la atencion cuando no encajan. Como en su origen tambien hay ordenadores, esto no sucede demasiado a menudo… todas las mentiras son coladas antes de que lleguen a nosotros, dice Galeni. Mas importante para Barrayar son los informes de movimiento de las naves que entran y salen del espacio local terrestre.

»Luego tenemos material mas interesante, autentico trabajo de espias. Hay varios centenares de personas en la Tierra a quienes esta embajada intenta seguir la pista, por una razon de seguridad u otra. Uno de los grupos mayores es el de los expatriados komarreses rebeldes.

Un gesto con la mano, y docenas de rostros se sucedieron sobre la placa vid.

—?Ah, si? —dijo Miles, interesado a su pesar—. ?Tiene Galeni contactos secretos con ellos y cosas asi? ?Por eso lo han destinado aqui? Doble agente… triple agente.

—Que mas quisiera Illyan —respondio Ivan—. Por lo que se, consideran a Galeni un apestado. Un colaborador maligno con los opresores imperialistas y todo eso.

—Sin duda no supondran una gran amenaza para Barrayar a estas alturas y esta distancia. Refugiados…

—Algunos fueron los refugiados listos, te lo advierto, los que sacaron su dinero antes de que la cosa estallara. Algunos tuvieron relacion con la financiacion de la revuelta komarresa durante la Regencia… la mayoria son ahora mucho mas pobres. Viejos ademas. Otra media generacion, si la politica de integracion de tu padre funciona, y habran perdido por completo el impulso; eso dice el capitan Galeni.

Ivan cogio otro disco de datos.

—Y finalmente llegamos a la autentica patata caliente, que es seguir la pista de lo que hacen las otras embajadas. Como la cetagandana.

—Espero que esten en el otro lado del planeta —dijo Miles con toda sinceridad.

—No, la mayoria de las embajadas y los consulados galacticos estan concentrados aqui, en Londres. Eso hace que vigilarnos unos a otros resulte mucho mas comodo.

—Dioses —gimio Miles—, no me digas que estan al otro lado de la calle o algo por el estilo.

Ivan sonrio.

—Casi. Estan a unos dos kilometros de distancia. Asistimos mucho a las recepciones mutuas, para practicar nuestras habilidades sinuosas, y jugar al se-que-sabes-que-se.

Miles se sento, hiperventilando un poco.

—Oh, mierda.

—?Que te pasa, primito?

—Esa gente esta intentando matarme.

—No, hombre, no. Empezarian una guerra. Ahora mismo estamos en paz, mas o menos, ?recuerdas?

—Bueno, intentan matar al almirante Naismith, al menos.

—Que desaparecio ayer.

—Si, pero… uno de los motivos por los que toda la cortina de humo de los dendarii ha aguantado tanto tiempo es la distancia. El almirante Naismith y el teniente Vorkosigan nunca aparecen a menos de cientos de anos luz el uno del otro. Nunca hemos sido atrapados en el mismo planeta juntos, mucho menos en la misma ciudad.

—Mientras dejes tu uniforme dendarii en mi armario, ?quien va a hacer la conexion?

—Ivan, ?cuantos jorobados de metro y medio, morenos y de ojos grises puede haber en este maldito planeta? ?Crees que aqui se tropieza uno con enanos deformes a cada esquina?

—En un planeta de nueve mil millones de habitantes tiene que haber al menos seis. ?Calmate! —Ivan hizo una pausa—. Sabes, es la primera vez que te oigo emplear esa palabra.

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