sincera, aunque entre murmullos, del contratiempo. Pero expresiones tan poco afortunadas como «no intentaba romperle el brazo, intentaba arrancar a la puta muti de la pared y todas esas manos agarrandome me daban escalofrios… era como tener serpientes vivas enroscandose en mi bota», convencieron a Miles de que estaba frente a dos hombres a quienes no querria hacer testificar en publico, al menos no en publico en el Cuadrispacio. Sin embargo, pudo establecer el detalle significativo de que, en el momento del enfrentamiento, tambien ellos tenian la impresion de que el teniente Solian acababa de ser asesinado por un cuadri desconocido.

Cuando salio del interrogatorio, le dijo a Venn:

—Creo que sera mejor que hable en privado con el alferez Corbeau. ?Puede buscarnos un sitio?

—Corbeau ya tiene su propia celda —le informo Venn friamente—. Como resultado de las amenazas recibidas por parte de sus camaradas.

—Ah. Lleveme con el entonces, por favor.

La puerta de la celda se descorrio para revelar a un joven alto, sentado en silencio en un camastro, los codos sobre las rodillas, la cara sobre las manos.

Los circulos de contacto metalicos del implante neural caracteristicos de los pilotos de salto brillaban en sus sienes y en la mitad de su frente, y Miles triplico mentalmente los recientes costes de formacion del joven oficial para el Imperio. Corbeau alzo la cabeza y fruncio el ceno, confundido al ver a Miles.

Era un barrayares tipico: moreno, de ojos castanos, con tez olivacea que los meses en el espacio habian vuelto palida. Sus rasgos regulares le recordaron un poco a Miles a su primo Ivan cuando tenia esa misma edad. El enorme moraton que tenia en un ojo estaba remitiendo volviendose de un verde amarillento. Llevaba la camisa del uniforme abierta, las mangas subidas. Algunas cicatrices palidas e irregulares zigzagueaban por la piel expuesta, senalandolo como victima de la plaga de gusanos sergyaranos de hacia algunos anos; evidentemente habia crecido, o al menos habia sido residente, en el nuevo planeta colonia de Barrayar durante la dura epoca anterior al perfeccionamiento de los pesticidas orales.

—Alferez Corbeau —dijo Venn—, este es el Auditor Imperial de Barrayar, lord Vorkosigan. Su Emperador lo manda como enviado diplomatico oficial para representar a su bando en las negociaciones con la Union. Desea entrevistarlo.

Corbeau hizo una mueca de alarma, se puso de pie y agito la cabeza nerviosamente ante Miles. La diferencia de altura entre ambos se puso rapidamente de manifiesto, y Corbeau fruncio el ceno, cada vez mas confundido.

Venn anadio, no con amabilidad, sino puntilloso:

—Debido a los cargos que se le imputan y a su peticion de asilo, todavia pendiente de revision, la Selladora Greenlaw no le permitira apartarlo de nuestra custodia en este momento. —Corbeau exhalo un poco de aire, pero siguio mirando a Miles con la expresion de alguien a quien presentan una serpiente venenosa—. El se ha comprometido a no ordenar que le fusilen —anadio Venn, sarcastico.

—Gracias, jefe Venn —dijo Miles—. Seguire a partir de aqui, si no le importa.

Venn entendio la indirecta y se marcho. Roic ocupo su silencioso puesto de guardia junto a la puerta de la celda, que siseo al cerrarse.

Miles indico el camastro.

—Sientese, alferez.

El tambien se sento en el otro camastro, frente al joven, y ladeo la cabeza estudiandolo brevemente mientras Corbeau volvia a ocupar su sitio.

—Deje de hiperventilar —anadio.

Corbeau trago saliva.

—Milord —consiguio decir.

Miles entrelazo los dedos.

—Es usted sergyarano, ?no?

Corbeau se miro los brazos, e hizo un amago de bajarse las mangas.

—No naci alli, milord. Mis padres emigraron cuando yo tenia cinco anos. —Miro al silencioso Roic con su uniforme marron y plata, y anadio—: ?Es usted…? —Se trago la pregunta.

Miles prosiguio por el:

—Soy hijo del virrey y la virreina Vorkosigan, si. Uno de ellos.

Corbeau esbozo un mudo «Oh». Su expresion de terror reprimido no disminuyo.

—Acabo de entrevistar a los dos patrulleros de la flota que fueron enviados a recuperarlo tras su permiso en la Estacion. Dentro de un momento, me gustaria escuchar su version de esos hechos. Pero antes… ?Conocia usted al teniente Solian, el oficial de seguridad de la flota komarresa a bordo de la Idris?

Los pensamientos del piloto estaban tan claramente concentrados en sus propios asuntos que tardo un instante en comprender la pregunta.

—Lo vi una o dos veces en algunas de nuestras paradas anteriores, milord. No puedo decir que lo conociera. Nunca subi a bordo de la Idris.

—?Tiene alguna idea o teoria sobre su desaparicion?

—No…, en realidad no.

—El capitan Brun piensa que puede haber desertado.

Corbeau hizo una mueca.

—Tipico de Brun.

—?Por que de Brun especialmente?

Corbeau intento hablar, se detuvo; parecia aun mas desgraciado.

—No seria adecuado que criticara a mis superiores, milord, ni comentara sus opiniones personales.

—Brun tiene prejuicios contra los komarreses.

—?Yo no he dicho eso!

—Eso ha sido un comentario mio, alferez.

—Oh.

—Bueno, dejemoslo por el momento. Volvamos a sus problemas. ?Por que no respondio a la orden de regreso de su comunicador de muneca?

Corbeau se toco las munecas desnudas; sus captores cuadrumanos le habian confiscado los comunicadores.

—Me lo habia quitado, y lo deje en otra habitacion. Debi de quedarme dormido y no lo oi sonar. Lo primero que supe de la orden de regreso fue cuando esos dos… —Se debatio un instante, y luego continuo amargamente—: Esos dos matones vinieron a aporrear la puerta de Garnet Cinco. La hicieron a un lado…

—?Se identificaron adecuadamente y le entregaron sus ordenes con claridad?

Corbeau hizo una pausa, su mirada se volvio penetrante.

—Admito, milord —dijo lentamente—, que oir al sargento Touchev anunciando: «Muy bien, amante de mutis, se acabo el espectaculo», no me parecio exactamente: «El almirante Vorpatril ha ordenado que todo el personal de Barrayar vuelva a sus naves.» No de entrada, al menos. Acababa de despertarme, ya sabe.

—?Se identificaron?

—No…, no verbalmente.

—?Mostraron algun documento?

—Bueno…, iban de uniforme, con sus bandas en el brazo.

—?Los reconocio usted como miembros de seguridad de la flota, o penso que era una visita privada…, un par de camaradas llevando a cabo una venganza racial por su cuenta?

—Yo… hum. Bueno…, ambas cosas no son mutuamente excluyentes, milord, segun mi experiencia.

«En eso el chico tiene razon, por desgracia.» Miles tomo aire.

—Ah.

—Fui lento, estaba todavia medio dormido. Cuando me empujaron, Garnet Cinco penso que me estaban atacando. Ojala no hubiera intentado… No le pegue a Touchev hasta que la tiro de su silla flotante. Llegados a ese punto… todo se fue al garete.

Corbeau se miro los pies, calzados con zapatillas de friccion penitenciarias.

Miles se echo hacia atras. «Lanza un cabo a este chaval. Se esta ahogando.»

—Sabe, su carrera no esta necesariamente acabada todavia —dijo con suavidad—. No esta, tecnicamente,

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