Bel y Nicol con una tribu de pequenos musicos. La cabeza le dio vueltas. Roic, que parecia silenciosamente bloqueado, nego con la cabeza cuando Ekaterin le ofrecio examinar de cerca los holovids.
—?Ah! —dijo Bel—. El espectaculo esta a punto de comenzar.
El herm recupero el holocubo, lo apago, volvio a guardarlo en las profundidades del bolsillo de sus pantalones azules y cerro cuidadosamente la solapa.
El auditorio se habia llenado por completo mientras hablaban, y el panal de celdas ahora albergaba a una atenta multitud, incluido un buen punado de otros planetarios, aunque Miles no habria sabido decir si eran ciudadanos de la Union o visitantes galacticos. En cualquier caso, no se veia esa noche ningun uniforme verde de Barrayar. Las luces disminuyeron, el murmullo se apaciguo y unos ultimos cuadris corrieron hacia sus palcos y los ocuparon. Un par de planetarios que habian calculado mal su impulso y quedaron aislados en el centro fueron rescatados por los acomodadores y conducidos hacia sus palcos, lo que les valio el silencioso desden de los cuadris que se dieron cuenta. El aire estaba lleno de tension electrica, la extrana mezcla de esperanza y temor tipica de toda actuacion en directo, con su riesgo de imperfeccion y su posibilidad de grandeza. Las luces disminuyeron aun mas, hasta que solo el brillo estelar blanquiazul ilumino las celdas ahora abarrotadas de la camara.
Las luces destellaron, una profusion de rojo y anaranjado y dorado, y los actores aparecieron por todas partes. Entrando al asalto. Cuadrumanos varones, atleticos y llenos de entusiasmo, con ajustadas mallas que resplandecian. Tambores.
«No me esperaba tambores manuales.» Las otras actuaciones en caida libre que Miles habia visto, ya fueran de baile o de gimnasia, habian sido extranamente silenciosas a excepcion de la musica y los efectos de sonido. Los cuadris hacian su propio ruido y todavia les quedaban manos de sobra para actuar; los tamborileros se reunieron en el centro, se agarraron, chocaron, intercambiaron impulso, giraron y doblaron siguiendo una pauta siempre cambiante. Dos docenas de hombres en caida libre ocuparon perfectamente su puesto en el centro del auditorio esferico, su movimiento tan controlado como para permitir que nadie vagara hacia un lado mientras la energia de sus giros, piruetas, quiebros y volteretas fluia a traves de sus cuerpos, de uno a otro, para empezar de nuevo. El aire latia con el ritmo de sus tambores: tambores de todos los tamanos, redondos, oblongos, dobles; no solo los tocaba cada tamborilero, pues algunos se los pasaban de unos a otros en un rapido cruce entre musica y juego malabar, sin fallar nunca una nota ni un golpe. Las luces danzaron. Los reflejos se esparcieron por las paredes, mostrando en los palcos destellos de manos alzadas, brazos, ropas brillantes, joyas, rostros asombrados.
Entonces, desde otra entrada, una docena de cuadrumanas vestidas de azul y gris se incorporaron a la creciente pauta geodesica, uniendose a la danza. Todo lo que Miles pudo pensar fue: «El primero que trajo castanuelas al Cuadrispacio tiene que responder a muchas cosas.» Anadieron una nota risuena a la percusion: tambores y castanuelas, ningun otro instrumento. No eran necesarios. La camara redonda reverbero, casi estremeciendose. Miles echo una mirada de reojo: Ekaterin tenia la boca entreabierta, los ojos brillantes y asombrados, absorbiendo todo aquel resonante esplendor sin reserva.
Miles penso en las bandas de marchas de Barrayar. No era suficiente que los humanos hicieran algo tan dificil como aprender a tocar un instrumento musical. Luego tenian que hacerlo en grupo. Mientras caminaban. Con ritmos complicados. Y luego competian entre si para hacerlo aun mejor. Para el deseo de destacar nunca se encontraria una justificacion economica razonable. Habia que destacar por el honor del pais, del pueblo, o por la gloria de Dios. Por el disfrute del ser humano.
La pieza duro veinte minutos, hasta que los musicos jadearon y el sudor escapo de ellos en diminutas gotitas que se convirtieron en manchas chispeantes en la oscuridad, y aun asi siguieron girando y tronando. Miles tuvo que contenerse para no hiperventilar por simpatia, los latidos del corazon sincronizados con sus ritmos. Entonces, una ultima descarga de alegre ruido… y de algun modo la rebullente masa de hombres y mujeres de cuatro brazos se dividio en dos cadenas que se perdieron por las mismas salidas de donde habian emergido hacia un rato.
Otra vez oscuridad. El silencio fue como un mazazo; tras el, Miles oyo a Roic exhalar reverente, ansiosamente, como el hombre que vuelve a casa de la guerra y se acuesta en su propia cama por primera vez.
Los aplausos estremecieron la sala. Nadie del grupo barrayares, penso Miles, tenia que fingir ahora entusiasmo por la cultura cuadri.
La sala volvio a guardar silencio mientras la orquesta emergia de cuatro puntos y ocupaba posiciones alrededor del gran ventanal. La media docena de cuadris llevaba instrumentos mas normales: todos acusticos, le comento Ekaterin con un susurro fascinado. Localizaron a Nicol, auxiliada por otros dos cuadris que la ayudaron a manejar y asegurar su arpa, que casi tenia la forma normal de un arpa, y su doble dulcemele, que parecia una sosa caja oblonga desde aquel angulo. Pero la pieza que siguio a continuacion incluyo un solo suyo con el dulcemele, su rostro de marfil recortado por las luces, y la musica que broto de sus cuatro manos destellantes fue cualquier cosa menos aburrida. Radiante, eterea, apasionante, electrizante.
Bel debia de haber asistido a aquello docenas de veces, supuso Miles, pero el herm estaba tan absorto como cualquier recien llegado. No era solo una sonrisa de amante la que iluminaba sus ojos. «Si. No la amarias como es debido si no amaras tambien su derroche de talento.» Ningun amante celoso, ansioso y egoista, podria abarcarlo todo; tenia que ser esparcido por el mundo, o habia que destruir su fuente. Miro a Ekaterin y penso en sus gloriosos jardines, que tanto echaba de menos en Barrayar. «No te mantendre mucho tiempo apartada de ellos, mi amor, te lo prometo.»
Hubo una breve pausa, mientras los tramoyistas cuadris colocaban unos misteriosos palos y barras en angulos extranos en el interior de la esfera. Garnet Cinco, flotando de lado con respecto a Miles, le murmuro por encima del hombro:
—Ahora viene la pieza que yo suelo bailar. Es un extracto de una obra mas grande, el ballet clasico de Aljean,
Dos figuras, un planetario y una cuadri rubia, llegaron flotando desde lugares opuestos del espacio, acumularon impulso girando sobre las pertigas tras agarrarse con las manos, y se reunieron en el centro. No hubo tambores esta vez, solo una melodia dulce y liquida de la orquesta. Las piernas del personaje de Leo se agitaban inutilmente, y Miles tardo un momento en darse cuenta de que lo interpretaba un bailarin cuadri con piernas falsas. El uso de la mujer del movimiento angular, contrayendo o estirando varios brazos mientras giraba o hacia cabriolas, era brillantemente controlado, sus cambios de trayectoria alrededor de las pertigas, preciso. Solo unos cuantos jadeos y murmullos criticos por parte de Garnet Cinco sugirieron algo menos que perfeccion a lo que Miles percibia. El tipo de las piernas falsas era deliberadamente torpe, y se gano unas cuantas risas del publico cuadri. Miles se agito incomodo, advirtiendo que estaba viendo una parodia de como veian a los planetarios los cuadris. Pero los encantadores gestos de ayuda de la mujer hacian que fuera mas enternecedor que cruel.
Bel, sonriente, se inclino hacia delante para murmurarle a Miles al oido:
—Tranquilo. Se supone que Leo Graf baila como un ingeniero. Lo era.
El aspecto amoroso quedaba bastante claro. Las relaciones entre los cuadris y los planetarios al parecer tenian una historia larga y honorable. A Miles se le ocurrio que ciertos aspectos de su juventud habrian sido mucho mas faciles si Barrayar hubiera poseido un repertorio de historias romanticas protagonizadas por heroes lisiados y bajitos, en vez de por villanos mutantes. Si aquel era un buen ejemplo, quedaba claro que Garnet Cinco estaba culturalmente preparada para hacer de Julieta de su Romeo barrayares. «Pero no representemos una tragedia esta vez, ?eh?»
La absorbente pieza llego a su climax y los dos bailarines saludaron al entusiasmado publico antes de hacer mutis. Se encendieron las luces: el intermedio. El arte teatral estaba constrenido por la biologia, advirtio Miles, en este caso por la capacidad de la vejiga humana, fuera planetaria o cuadri.
Cuando todos volvieron a reunirse en el palco, encontro que Garnet Cinco estaba explicandole a Ekaterin las convenciones de los nombres cuadris.
—No, no es un apellido —dijo Garnet Cinco—. Cuando los cuadrumanos fueron creados por primera vez por la Corporacion Galac-Tech, solo habia mil de nosotros. Cada uno tenia un solo nombre, mas una designacion numerica. Siendo tan pocos, cada nombre era unico. Cuando nuestros antepasados huyeron a la libertad, eliminaron el codigo numerico, pero mantuvieron el sistema de nombres simples y unicos, apuntados en un