terminado sus analisis, pero eso no nos dira nada que no sepamos ya por el testimonio de Garnet Cinco —del cual Miles no dudaba—. Ahora tengo una idea mejor del posible rumbo de los acontecimientos.
Deseo que tuviera mas sentido. La primera parte (que Firka queria retrasar o aturdir a sus perseguidores) era bastante sensata. Era el espacio en blanco de despues lo que no encajaba.
—?Crees que se llevo a Bel para asesinarlo en alguna parte? —pregunto Nicol, con un hilo de voz.
—En ese caso, ?por que dejar a una testigo con vida?
Lo dijo para tranquilizarla; tras reflexionar, descubrio que tambien el se tranquilizaba. Tal vez. Pero si no era un asesinato, ?que era? ?Que tenia o sabia Bel que pudiera querer otra persona? A menos que, como Garnet Cinco, Bel hubiera recuperado el conocimiento y se hubiera marchado. Pero… si Bel se habia ido por ahi en estado de aturdimiento o confundido, ya lo habrian localizado los patrulleros o cualquier solicito estacionario. Y si habia ido a perseguir a alguien, tendria que haber informado de ello. «A mi, por lo menos, maldicion…»
—Si Bel fue… —empezo a decir Nicol, y se detuvo. Una multitud entro por la puerta principal y se detuvo para orientarse.
Un par de rudos cuadris masculinos, con sus camisas y pantalones cortos de trabajo color naranja de Muelles y Atraques, cargaban por ambos extremos un trozo de tuberia de tres metros. Firka ocupaba el centro.
Las munecas y los tobillos del infeliz planetario estaban atadas a la tuberia con trozos de cable electrico, lo que lo mantenia doblado en «U», mientras que un rectangulo de cinta le cubria la boca y sofocaba sus gemidos. Tenia los ojos espantados. Tres cuadris mas, jadeantes y sudorosos, uno con un hematoma rojo en el ojo, entraron despues.
El grupo de trabajo tomo impulso y floto con su rebullente carga en caida libre hasta detenerse con un golpe en la mesa de recepcion. Un cuarteto de cuadris de seguridad uniformados salio de otro portal para ver que pasaba; el sargento de guardia pulso su intercomunicador y bajo la voz para hablar rapidamente entre susurros.
El portavoz cuadri del peloton avanzo con una sonrisa de sombria satisfaccion en el rostro magullado.
—Lo capturamos para ustedes.
12
—?Donde? —pregunto Miles.
—En la Bodega de Carga Numero Dos —respondio el cuadri—. Estaba intentando que Pramod Dieciseis, aqui presente —indico a uno de los hoscos cuadrumanos que sostenian un extremo de la tuberia, quien asintio confirmando sus palabras—, lo sacara en una capsula de la zona de seguridad y lo llevara a los muelles de salto galactico. Asi que yo diria que puede anadir a la lista de cargos el intento de soborno de un tecnico para que viole las reglas. —«Aja. Otra forma de evitar las barreras de aduanas de Bel…» La mente de Miles salto al desaparecido Solian—. Pramod le dijo que iba a arreglar unas cosillas, se escabullo y me llamo. Yo reuni a los chicos y nos aseguramos de que nos acompanara para explicarse ante usted. —El cuadri senalo al jefe Venn, que llego flotando rapidamente por el pasillo y observaba la escena con clara satisfaccion.
El planetario palmipedo hizo un ruido quejumbroso bajo la cinta adhesiva, pero Miles lo interpreto mas como una protesta que como una explicacion.
—?Vieron algun rastro de Bel? —pregunto Nicol, apremiante.
—Oh, hola, Nicol. —El cuadri nego tristemente con la cabeza—. Le preguntamos al tipo, pero no conseguimos que dijera nada. Si no tienen ustedes mejor suerte con el, tenemos unas cuantas ideas mas que podriamos intentar.
Su ceno fruncido sugeria que esas ideas podrian referirse a la utilizacion ilicita de compuertas, o tal vez a innovadoras aplicaciones del equipo de carga que decididamente no cubria la garantia del fabricante.
—Apuesto a que podriamos conseguir que dejara de gritar y empezara a hablar antes de quedarse sin aire.
—Creo que podemos encargarnos de el a partir de ahora, gracias —le aseguro el jefe Venn. Miro con frialdad a Firka, que se rebullia en el poste—. Aunque tendre en cuenta su oferta.
—?Conocen al practico Thorne? —le pregunto Miles al cuadri de Muelles y Atraques—. ?Trabajan juntos?
—Bel es uno de nuestros mejores supervisores —repuso el cuadri—. El planetario mas sensato que hemos conocido. No queremos perderlo, ?eh? —Hizo un gesto hacia Nicol. Ella inclino la cabeza en muda gratitud.
El arresto de los ciudadanos fue debidamente registrado. Los patrulleros cuadris que se habian reunido observaron con cautela al larguirucho cautivo, y decidieron llevarselo con poste y todo por el momento. La cuadrilla de Muelles y Atraques, con justificable satisfaccion, tambien presento la mochila que Firka llevaba.
Asi que alli estaba el principal sospechoso de Miles, si no servido en bandeja, al menos en brocheta. Miles se moria de ganas de quitarle aquella cinta de la cara y empezar a apretarle las clavijas.
La Selladora Greenlaw llego mientras tanto, acompanada por un nuevo cuadrumano, un hombre de pelo oscuro y aspecto fornido aunque no especialmente joven. Llevaba un atuendo elegante y poco llamativo, muy parecido al del jefe Watts y Bel, pero negro en vez de azul pizarra. Ella lo presento como el magistrado Leutwyn.
—Bien —dijo Leutwyn, mirando con curiosidad al inmovilizado sospechoso—. Aqui tenemos a nuestra ola de crimenes de un solo hombre. Tengo entendido que tambien el vino con la flota de Barrayar.
—No, magistrado —dijo Miles—. Se unio a la
—Aqui tambien —admitio el magistrado—. Pero un examen con pentarrapida es una empresa delicada. He comprobado, en la media docena que he supervisado, que no es la varita magica que la gente cree.
Miles se aclaro la garganta con falsa modestia.
—Estoy tolerablemente familiarizado con las tecnicas, magistrado. He realizado o presenciado mas de un centenar de interrogatorios con pentarrapida. Y me la han aplicado dos veces.
No hacia falta mencionar su particular reaccion a la droga, que habia hecho que aquellos dos acontecimientos fueran ocasiones vertiginosamente surrealistas y notablemente desinformativas.
—?Oh! —dijo el magistrado cuadri, impresionado a su pesar, posiblemente por este ultimo detalle.
—Soy plenamente consciente de la necesidad de impedir que el interrogatorio sea un grupo de linchamiento, pero tambien necesitara las preguntas necesarias. Creo que tengo varias.
—Todavia no hemos procesado al sospechoso —intervino Venn—. Yo quisiera ver que lleva en esa mochila.
El magistrado asintio.
—Si, adelante, jefe Venn. Me gustaria una clarificacion, si es posible.
Grupo de linchamiento o no, todos siguieron a los patrulleros cuadris que condujeron al infortunado Firka, con poste y todo, a una camara trasera. Un par de patrulleros, despues de calzar con esposas adecuadas las huesudas munecas y los tobillos, registraron pautas retinales y realizaron escaneos laser de los dedos y las palmas. Miles satisfizo una curiosidad cuando le quitaron al prisionero las botas: los largos dedos de los pies, prensiles o casi, revelaban amplias membranas intermedias de color rosado. Los cuadris los escanearon tambien (naturalmente, los cuadris, por rutina, escaneaban las cuatro extremidades) y luego cortaron el cable electrico que sujetaba al prisionero.
Mientras tanto, otro patrullero, ayudado por Venn, vacio la mochila e hizo inventario de su contenido. Sacaron un punado de ropa, casi toda sucia, y encontraron un gran cuchillo de cocina nuevo, un aturdidor con una carga bastante corroida pero ningun permiso de armas, una larga palanqueta y una bolsa de cuero llena de