asi que tendria que irse de la granja. Si se quedaba donde estaba ahora el censo llegaria inexorablemente, y la muerte llegaria con el.

Asi pues, habia que marcharse de la granja. ?Pero donde iria?

Estaba el… ?Que era aquello, un hospital? Si, aquel lugar de Chica donde habia sido atendido antes. ?Y por que? Pues porque Schwartz era un «caso medico», naturalmente. ?Pero seguiria siendolo? Ahora podia hablar y podia explicar sus sintomas, cosa que no habia podido hacer antes; e incluso podia hablarles del contacto mental.

?O acaso el contacto mental no era algo exclusivo de Schwartz? ?Habia alguna forma de que pudiese averiguarlo? Arbin, Loa y Grew no tenian ese poder, desde luego. Schwartz lo sabia. Ninguno de los tres podia averiguar donde se encontraba Schwartz a menos que pudieran verle u oirle. Si Grew hubiese poseido aquel tipo de facultades Schwartz nunca habria podido vencerle al ajedrez, ?verdad?

Un momento…, el ajedrez era un juego muy popular; y eso hubiese sido imposible si todo el mundo poseyera el don del contacto mental. No, desde luego que no.

De modo que eso convertia a Schwartz en un caso psicologico muy raro, un especimen de gran valor. Ser un especimen unico quiza no serviria para que su vida fuese muy agradable o divertida, pero al menos podia salvarle de la muerte.

Y ademas tambien podia estudiar la nueva posibilidad que acababa de presentarse, ?no? Quiza no era un amnesico, sino un hombre que habia viajado a traves del tiempo. En tal caso, no solo poseia el don del contacto mental, sino que ademas venia del pasado. Era un especimen historico y arqueologico. No podian matarle.

Si le creian, claro…

Si le creian…

Aquel doctor le creeria. La manana en que Arbin habia llevado a Schwartz a Chica necesitaba urgentemente un afeitado. Schwartz lo recordaba perfectamente, y despues de aquello la barba no habia vuelto a crecerle, asi que tenian que haber hecho algo al respecto. Eso significaba que el doctor sabia que el…, que el, Schwartz, habia tenido pelo en la cara. Eso tenla que ser importante, ?no? Grew y Arbin no se afeitaban nunca, y en una ocasion Grew le habia dicho que solo los animales tenian pelos en la cara.

De modo que tenia que dar con el doctor.

?Como se llamaba? ?Shekt? Si, eso era… ?Shekt!

Pero Schwartz sabia muy poco sobre aquel mundo horrible. Marcharse de noche y moverse campo a traves habria supuesto quedar envuelto en misterios, y muy posiblemente acabaria cayendo en bolsas de peligro radiactivo de las que Schwartz no sabia nada. AL final, la audacia de quien no tiene ningun otro recurso hizo que empezara a caminar por la carretera a primera hora de la tarde.

No esperaban que volviese antes de la hora de la cena, y para entonces ya estaria lejos. Los tres habitantes de la granja no echarian en falta ningun contacto mental.

Durante la primera hora Schwartz experimento una sensacion de jubilo por primera vez desde que habia empezado aquella extrana aventura. Por fin estaba haciendo algo: estaba intentando luchar contra su entorno. Lo que hacia tenia una finalidad, y no era una simple huida a ciegas como la que habia intentado en Chica.

Bueno, para tratarse de un viejo no lo estaba haciendo nada mal, ?verdad? Aun conseguiria darles una buena leccion…

Y de repente se detuvo. Schwartz se quedo inmovil en el centro de la carretera porque algo que habia olvidado atrajo de nuevo su atencion.

Estaba captando el extrano contacto mental desconocido, el mismo que habia percibido por primera vez durante su avance hacia la fosforescencia del horizonte antes de que fuese detenido por Arbin, el que habia estado vigilandole desde los terrenos ministeriales.

Volvia a estar alli…, estaba detras de el, oculto y al acecho.

Schwartz escucho atentamente o, por lo menos, hizo lo que era el equivalente a escuchar atentamente en el caso del contacto mental. No se acerco mas, pero estaba centrado en el. La impresion global que producia era de vigilancia mezclada con hostilidad, pero no habia desesperacion.

Otros detalles tambien resultaban bastante claros. La persona que estaba siguiendo sus pasos no debia perder de vista a Schwartz, y ademas iba armada.

Schwartz se volvio con una cautela casi automatica, y su mirada preocupada escudrino el horizonte.

Y el contacto mental cambio al instante.

Se volvio desconfiado y receloso, como si desconfiara respecto a su propia seguridad y al exito de su proposito, fuera cual fuese este. La impresion mental producida por el hecho de que quien estaba siguiendo a Schwartz iba armado se hizo mas nitida, como si aquella persona estuviera tomando en consideracion la posibilidad de utilizar su arma si llegaba a ser descubierta.

Schwartz sabia que el estaba desarmado e indefenso, y sabia que la persona que iba siguiendole le mataria antes de permitir que escapara, y que moriria en cuanto hiciese el primer movimiento en falso. Seguia sin ver a nadie.

Y Schwartz siguio caminando a sabiendas de que su perseguidor se mantenia lo bastante cerca para matarle. Su espalda estaba helada por el presentimiento de algo desconocido. ?Que impresion produce la muerte? La idea le hostigaba al compas de su marcha, se agitaba en su mente y danzaba en su subconsciente hasta que se hizo casi insoportable.

Se aferro al contacto mental de su perseguidor como si fuese una tabla de salvacion. Captaria aquel fugaz aumento de tension indicador de que el arma estaba siendo levantada, de que el gatillo era apretado o se pulsaba un boton de disparo. En ese momento se echaria al suelo o correria…

?Pero por que? Si se trataba de los Sesenta, ?por que no acababan con el de inmediato?

La teoria del salto en el tiempo se estaba disipando de su mente, y Schwartz volvio a pensar en la amnesia. Era un delincuente, quiza un hombre peligroso que debia ser vigilado en todo momento. Quiza en tiempos habia sido un alto funcionario que no podia ser eliminado violentamente, sino al que era preciso juzgar antes. Quiza su amnesia solo era una estratagema de su subconsciente para escapar a la realidad de una culpa tremenda e imposible de soportar.

Y aqui estaba ahora, caminando por una carretera vacia en direccion a un destino incierto con la muerte pisandole los talones.

Estaba oscureciendo y el viento se habia vuelto ligeramente fresco; lo cual resultaba tan absurdo como siempre. Schwartz calculaba que estaban en diciembre, y no cabia duda de que la puesta de sol a las cuatro y media asi lo confirmaba, pero la leve frescura del viento no tenia nada que ver con el frio helado tipico de los inviernos del Medio Oeste.

Ya hacia algun tiempo que Schwartz habia llegado a la conclusion de que aquel clima tan suave era debido a que el planeta (?la Tierra?) no dependia exclusivamente del sol para recibir calor. Su mismo suelo radiactivo producia calor, escaso por metro cuadrado, pero inmenso si se lo calculaba por millones de kilometros cuadrados.

Y el contacto mental de la persona que seguia sus pasos se iba acercando cada vez mas en la oscuridad. Siempre alerta, siempre preparado para reaccionar… La oscuridad hacia que la vigilancia resultase mas dificil. Aquella persona habia seguido sus pasos la primera noche cuando iba hacia el resplandor del horizonte. ?Temia volver a correr el riesgo?

—?Eh! Eh, amigo…

Era una voz nasal y bastante aguda. Schwartz se envaro.

Giro lentamente sobre si mismo moviendo todo el cuerpo al mismo tiempo. La figura menuda que venia hacia el agitaba la mano, pero la penumbra del crepusculo hacia que no se la pudiera distinguir con claridad. No parecia tener prisa por llegar, y Schwartz espero.

—Vaya, me alegra mucho verle… Caminar solo por esta carretera no resultaba nada divertido. ?Tiene algun inconveniente en que le acompane?

—Hola —dijo Schwartz con voz atona.

El contacto mental encajaba, desde luego. Era su perseguidor, y ademas la cara le resultaba conocida. Tenia alguna clase de relacion con la confusa epoca de su estancia en Chica.

Y en ese momento el hombre dio senales de que tambien habia reconocido a Schwartz.

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