futuro. El Imperio debe ser protegido contra ellos.

—?Se refiere a la revuelta de la que me hablo Pola? —pregunto Arvardan frunciendo el ceno.

—Doctor Arvardan, convencer a alguien de algo aparentemente tan ridiculo como es el que la Tierra pueda llegar a conquistar toda la Galaxia resulta una tarea muy dificil…, pero es cierto —dijo Shekt poniendose muy serio—. No tengo ninguna vocacion de heroe, y si grandes deseos de vivir. En consecuencia, supongo que podra imaginarse hasta que extremos de inmensidad ha de llegar la crisis que nos amenaza para que alguien como yo se arriesgue a cometer delito de traicion cuando ya esta siendo vigilado por las autoridades locales.

—Bien, si se trata de algo tan grave sera mejor que le informe de mi postura antes de que empiece a hablarme de ello —replico Arvardan—. Le ayudare en todo lo posible, pero solo como ciudadano de la Galaxia. No tengo ninguna autoridad oficial, y carezco de influencia especial en la corte o incluso en el Palacio del Procurador. Soy exactamente lo que aparento ser: un arqueologo que ha venido aqui para organizar una expedicion cientifica en la que solo estan en juego mis intereses particulares. Si esta dispuesto a llegar a la traicion, ?no cree que seria mejor que hablara de ello con el Procurador Ennius? El si esta en condiciones de hacer algo al respecto.

—Eso es precisamente lo que no puedo hacer, doctor Arvardan —dijo Shekt—, y es justo lo que los Ancianos me impiden hacer. Cuando vino a verme esta manana a mi laboratorio llegue a pensar que quiza fuese un intermediario… Pense que Ennius sospechaba algo, ?entiende?

—Quiza sospeche algo, y me temo que no puedo confirmarlo o negarlo, pero no soy ningun intermediario…, y lo lamento. Pero si insiste en convertirme en su confidente, puedo prometerle que ire a ver al Procurador Ennius y que le hablare en su nombre.

—Gracias. Es todo lo que le pido. Eso…, y que utilice su influencia para evitar que la Tierra sufra una represalia excesivamente severa por parte del Imperio.

—Puede contar con ello —asintio Arvardan.

Se sentia intranquilo. Estaba convencido de que trataba con un anciano excentrico y algo paranoico que quiza fuese inofensivo, pero que no cabia duda estaba totalmente desequilibrado; pero no le quedaba otro recurso que permanecer alli, escuchar y tratar de imponer algo de calma en aquella locura…, por el bien de Pola.

—?Ha oido hablar del sinapsificador, doctor Arvardan? —pregunto Shekt—. Esta manana se refirio al aparato.

—Si. Lei el articulo que publico en la revista Estudios de fisica, y hable del sinapsificador con el Procurador Ennius y con el Primer Ministro.

—?Hablo de el con el Primer Ministro?

—Si. Cuando obtuve la carta de presentacion a la que usted se…, se nego a hacer caso.

—Lamento lo ocurrido, pero hubiese preferido que usted no… Bien, ?que sabe acerca del sinapsificador?

—Que es un fracaso muy interesante. Es un aparato concebido y disenado para aumentar la capacidad de aprendizaje, y ha tenido algun exito con las ratas, pero no ha dado ningun resultado con los seres humanos.

—Si, eso es lo que se desprende de la lectura del articulo —murmuro Shekt con expresion preocupada—. Se anuncio como un fracaso, y los resultados eminentemente favorables fueron ocultados de manera deliberada.

—Eso me parece una manifestacion muy extrana de la etica cientifica, doctor Shekt.

—Si, confieso que lo es… Pero tengo cincuenta y seis anos, doctor Arvardan, y si sabe usted algo sobre las Costumbres de la Tierra comprendera que ya no me queda mucho tiempo de vida.

—Los Sesenta, ?no? Si, oi hablar de esa Costumbre por casualidad…, y mas de lo que me habria gustado. —Penso con amargura en el primer viaje a bordo del estratosferico—. Pero tengo entendido que hacen excepciones con los cientificos mas destacados.

—Es cierto, pero quienes toman la decision en esos casos son el Primer Ministro y el Consejo de Ancianos, y sus dictamenes son inapelables…, ni tan siquiera ante el Emperador. Me dijeron que el precio de mi vida seria que mantuviese un secreto absoluto respecto al sinapsificador y que me esforzara al maximo para mejorarlo. —El anciano hizo un gesto de impotencia—. ?Como podia sospechar entonces cuales serian los resultados y el destino que darian al sinapsificador?

—?Cual es ese destino del que habla? —pregunto Arvardan.

Saco un cigarrillo de su pitillera y se la ofrecio a Shekt, quien la rechazo.

—Enseguida lo sabra… Mis experimentos habian llegado a un punto en el que decidi que el instrumento podia ser aplicado sin peligro a los seres humanos, y entonces algunos biologos de la Tierra fueron sometidos a tratamiento con el sinapsificador. En todos los casos se trataba de simpatizantes de los celotes…, de los extremistas, ?comprende? Todos sobrevivieron, aunque pasado un tiempo se manifestaron algunos efectos secundarios. En una ocasion me devolvieron a uno para que fuese atendido lo mejor posible. No consegui salvar su vida, pero durante su delirio de moribundo me lo conto todo.

Ya casi era medianoche. El dia habia sido muy largo, y habian ocurrido muchas cosas; y Arvardan sintio un estremecimiento de impaciencia agitandose en su interior.

—Sera mejor que vaya al grano —dijo con voz tensa.

—Le ruego que tenga paciencia —replico Shekt—. Si quiero conseguir que me crea tendre que darle una explicacion lo mas detallada posible. Usted ya conoce las peculiaridades del entorno terrestre, naturalmente…, la radiactividad y…

—Si, he estudiado ese problema.

—?Y conoce el efecto que la radiactividad ha producido sobre la Tierra y su economia?

—Si.

—Bien, entonces no insistire en ello. Bastara con que le diga que en la Tierra el promedio de mutaciones es superior al del resto de la Galaxia, por lo que la idea de que los terrestres son distintos, que tanto obsesiona a nuestros enemigos, tiene cierta base de verdad en el aspecto fisico. En realidad, las mutaciones son escasas, y la mayoria no tienen ningun valor anadido de cara a la supervivencia. Si ha ocurrido algun cambio permanente en los terrestres, unicamente esta relacionado con ciertos aspectos de la quimica interna que les permiten resistir mejor las condiciones del ambiente en el que viven. Los terrestres manifiestan mayor resistencia a los efectos de la radiacion, sus tejidos se recuperan mas rapidamente de las quemaduras…

—Ya estoy al corriente de todo lo que me esta contando, doctor Shekt.

—Bien, ?y se le ha ocurrido pensar alguna vez que esos procesos de mutacion tambien se producen en otras especies vivientes de la Tierra que no son la humana?

Hubo un corto silencio.

—No, no lo habia pensado —murmuro Arvardan—, aunque ahora que lo menciona comprendo que es una conclusion logicamente inevitable.

—Asi es. Ocurre, y en la Tierra hay una variedad de animales domesticos superior a la de los otros mundos habitados. La naranja que ha comido es una nueva especie mutante que no existe en ningun otro lugar, y ese es uno de los motivos que hacen que nuestras frutas no resulten adecuadas para la exportacion. Los espaciales desconfian de ellas tanto como de nosotros…, y nosotros mismos tendemos a reservarlas para nuestro uso considerandolas una propiedad exclusiva y valiosa. Lo que se aplica a las plantas y los animales tambien es de aplicacion a la vida microscopica, naturalmente.

Y Arvardan experimento el primer estremecimiento de miedo.

—?Se refiere a…, a las bacterias? —pregunto.

—Me refiero a todo el campo de la vida primitiva: protozoarios, bacterias y las proteinas de autorreproduccion que algunos llaman virus.

—?Y donde quiere llegar?

—Me parece que usted ya lo sospecha, doctor Arvardan. Veo que esta subitamente interesado, ?eh? Como usted sabe, entre los ciudadanos de la Galaxia circula la idea de que los terrestres son portadores de la muerte, que relacionarse con un terrestre supone arriesgarse a morir, que los terrestres traen consigo las desgracias, que poseen una especie de mal de ojo…

—Lo se, pero todo eso no son mas que supersticiones.

—No del todo, y eso es lo peor. Al igual que todas las creencias populares y por muy supersticiosas, deformadas y pervertidas que hayan llegado a estar; en el fondo estas tambien contienen una brizna de verdad. A veces un terrestre lleva en su cuerpo alguna variedad mutada de parasito microscopico que no se parece a los conocidos en otros mundos, y al que los espaciales son particularmente poco resistentes. Las consecuencias que

Вы читаете Un guijarro en el cielo
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату